Los peces más agresivos, que pelean por dominar el grupo, muestran altos niveles de testosterona. Nuevos experimentos demuestran que las hembras pelean tanto como los machos, y las que tienen niveles más altos de estrógenos antes del combate son las ganadoras. Pero también se vio que en los machos aumentan los niveles de hormonas sexuales luego de la lucha.
Cichlasoma dimerus
Machos líderes que acosan a subordinados, los alteran y estresan; y para dominarlos cuentan con un sutil mecanismo de hormonas y una particular enzima que ayudan a mantenerlos en el poder. No son hombres sino chanchitas, como se conoce familiarmente a estos peces, usados como modelo experimental.
Un equipo de científicos consiguió, a través de una dieta especial, bajar los niveles de estrés de un pez conocido popularmente como “chanchita”, una especie ornamental agresiva muy buscada en los acuarios. El logro ayudaría a su cría comercial y disminuiría su captura indiscriminada que presiona a las poblaciones silvestres.
Investigadores del Laboratorio de Neuroendocrinología del Crecimiento y la Reproducción estudian una especie de peces conocida como “chanchita”. Comandados por Paula Vissio, analizan las conexiones que existen entre el tamaño de los ejemplares, las posibilidades de reproducción y la forma que reaccionan a una alimentación deficiente.
Se sabe que cuando un predador o un cambio ambiental eliminan al macho dominante de una población otro individuo ocupa inmediatamente su lugar. Ahora, un estudio en peces demostró que, antes de que ese evento ocurra, los aspirantes al trono ajustan anticipadamente su fisiología hormonal para así estar listos para reemplazarlo.
La Chanchita es un pez interesante por su forma de comunicarse, porque forma grupos sociales complejos y porque ambos padres cuidan a las larvas. Por ser fácil de criar en laboratorios, es un excelente modelo con el que Matías Pandolfi y su equipo estudian cómo el comportamiento puede controlar el cerebro, y cómo la estructura social de un grupo regula su reproducción.