ArchivoBunge
Un legado invaluable en la Web

Bunge para todos

El archivo personal que el reconocido físico y filósofo Mario Bunge donó a la Facultad ya se encuentra digitalizado y listo para ser consultado en la Biblioteca Digital de Exactas. De esta manera, todos los interesados pueden tener acceso libre e inmediato a los documentos y, al mismo tiempo, se preservan debidamente los materiales.

27 Nov 2013 POR
Archivo personal de Mario Bunge

“Entre los documentos se destacan el original del tomo 7 del Tratado de Filosofía, 400 fichas de trabajo donde se leen definiciones y conceptos, y las cartas que Bunge mantuvo con personalidades destacadísimas de la ciencia y la filosofía, entre otros”, detalla con entusiasmo Sanllorenti.

Todo comenzó hace aproximadamente dos años cuando, en una decisión tan inesperada como celebrada, el prestigioso físico y epistemólogo argentino Mario Bunge resolvió donar todo su archivo personal a Exactas. Entonces, envió desde Montreal, la ciudad canadiense en la que reside desde 1966, siete cajas con alrededor de 1.300 documentos, reunidos entre 1956 y 2009, relacionados con su trabajo científico.

Una vez que la Facultad recibió el material, delegó en la Biblioteca Central Dr. Luis Federico Leloir, la tarea de guarda e identificación del archivo. “Era una responsabilidad enorme”, recuerda Martín Williman, responsable de la Biblioteca Digital de la Facultad. Y no exagera. Habitualmente los investigadores argentinos con una trayectoria internacional importante terminan sus carreras en instituciones de Europa o Estados Unidos, por lo que sus legados permanecen en esos países. Así, los archivos de César Milstein, por ejemplo, se encuentran en Inglaterra. Se da la paradoja de que, para buscar la información sobre científicos argentinos, hay que recurrir a países extranjeros. “Entonces, cuando una personalidad como Mario Bunge, deposita su confianza en nosotros y nos entrega todo su archivo, eso nos genera un gran compromiso. Teníamos que terminar las cosas en tiempo y forma y demostrar que podíamos hacernos cargo de los archivos de nuestros científicos”, afirma Williman.

Para agregar un poco más de tensión en el escenario, la donación presentaba una particularidad realmente inusual: el productor de los archivos está vivo y podía participar activamente de cada paso del proceso de identificación y disposición de los documentos. “Una vez que recibimos las cajas, lo primero que hicimos fue analizar su contenido y elaborar una primera idea sobre la labor que teníamos que llevar adelante”, cuenta la directora de la Biblioteca Central de la Facultad, Ana Sanllorenti, y agrega, “le enviamos por mail el plan de trabajo a Bunge. Le pareció bien y, entonces, ella  comenzó con la tarea”.

“Ella” es Paola Ramos Pinto, responsable de Preservación y Archivos de la Biblioteca, quien, para encarar esta faena, realizó dos cursos de capacitación en el Archivo General de la Nación, a partir de los cuales aplicó las normas internacionales de descripción archivística conocidas con la sigla ISAD (G) en su tarea.

“Cada productor ordena sus archivos de  manera subjetiva; la idea es respetar el orden original que le dio el productor. Por eso, cuando uno trabaja en archivología, se habla de identificación de archivos y no de ordenamiento”, explica Ramos Pinto. Una vez que completaron la estructura de secciones y series del fondo, se la enviaron a Bunge y él  aprobó el trabajo. “Eso fue importante porque era nuestra primera experiencia y porque uno siempre se está preguntando si esa manera de identificación fue la correcta”, confiesa.

En concreto, el archivo posee distintos tipos de materiales que incluyen fichas de trabajo, material didáctico, originales de libros y artículos, pruebas de galera, separatas, correspondencia y notas periodísticas. “Entre todos los documentos se destacan el original del tomo 7 del Tratado de Filosofía, 400 fichas de trabajo donde se leen definiciones y conceptos, y las cartas que Bunge mantuvo con personalidades destacadísimas de la ciencia y la filosofía como Bertrand Russell, Robert Merton, Jean Piaget, Karl Popper y Noam Chomsky, entre otros”, detalla con entusiasmo Sanllorenti.

Una vez que estén finalizados los trabajos realizados sobre los documentos, todo el fondo Mario Bunge permanecerá en la sala de preservación de la Biblioteca, que cuenta con condiciones especiales de temperatura y humedad para la conservación de materiales en papel. Allí, podrá ser consultada por los investigadores. Sin embargo, dadas las políticas de acceso abierto que se impulsan desde la institución, se le propuso a Bunge la digitalización de sus archivos para que cualquiera pudiera consultarlos a través de Internet. “Nos dio la libertad para digitalizar lo que quisiéramos. Y así lo hicimos, respetando las normas vigentes sobre propiedad intelectual”, subraya Sanllorenti.

“Cuando tenemos un  material que puede ser de mucha consulta consideramos que la mejor manera de conservarlo es digitalizándolo. Eso preserva tanto el papel como la información, porque cuanto mayor sea el número de personas que sabe dónde está y la pueda consultar libremente, mayor será la preservación de ese conocimiento”, sostiene Ramos Pinto con vehemencia.

La directora de la Biblioteca considera que la relación fluida que Exactas mantiene con Bunge resultó clave a la hora de decidir la donación. “Nosotros no le pedimos el fondo, él decidió dárnoslo porque confía en que en la Facultad le va a dar el tratamiento adecuado. Eso es muy importante”, dice con satisfacción.

La carta que entregó a Exactas en la que explica los motivos por los cuales resolvió donar sus archivos cierra con el siguiente párrafo: “En este momento, la ciencia está rebrotando en la Argentina con mucho vigor. En ese sentido, creo que hay motivos para el optimismo”. Firmado: Mario Bunge.