Ciencia sin barreras
A un año de su aparición en la web, la Biblioteca Digital de la Facultad creció fuerte tanto en la cantidad de materiales que ofrece libremente como en el número de consultas que recibe. Desde Europa mostraron interés por algunas de las tesis doctorales ya publicadas. El próximo paso es avanzar sobre los papers.
En marzo de 2010 se lanzó la Biblioteca Digital de Exactas desarrollada como un repositorio institucional de la Facultad destinado a crear un archivo digital abierto de todos los materiales creados por sus integrantes en el marco de su actividad docente, investigadora y de gestión, con fines de preservación, acceso y difusión para toda la comunidad.
Esta iniciativa, la primera de estas características que se lleva a cabo en la UBA, se inscribe en el movimiento de Archivos Abiertos, surgido a fines del siglo pasado en el mundo desarrollado, que propone “el acceso libre, inmediato e irrestricto a todo material digital, educativo y académico, principalmente artículos de investigación científica de revistas especializadas con revisión de pares”. De esta manera cualquier usuario con acceso a Internet puede conectarse con un artículo en cualquier momento, leerlo, descargarlo, guardarlo, imprimirlo y usar su contenido.
La idea de fondo pasa por romper con una situación paradojal por lo cual las instituciones públicas que sostienen con fondos del Estado la actividad de los investigadores, para poder acceder a los conocimientos que ellos producen a partir de esos recursos, se ven obligadas a pagar la suscripción de las revistas comerciales especializadas en las cuales esos trabajos son publicados.
La Biblioteca Digital cuenta, actualmente, con un grupo de colecciones que incluyen fuentes históricas como actas del Consejo Directivo y Memorias de distintas etapas históricas, así como 215 fotografías relacionadas con la trayectoria de la institución y sus integrantes. También reúne una colección de publicaciones que abarca 668 números de el Cable, entre 1989 y 2010; la serie completa de las revistas Exactamente, La Ménsula, Q.E.D.; además de la histórica Holmbergia, a la que pronto se sumará Quemia.
Sin embargo, el corazón del proyecto pasa por el acopio de las tesis doctorales y de maestría aprobadas por la Facultad. Exactas genera, actualmente, alrededor de 200 tesis doctorales por año, lo que representa aproximadamente un 50 por ciento de la producción de toda la UBA. La Biblioteca Digital arrancó con sólo 35 tesis abiertas a consulta, sin embargo, actualmente la cantidad de trabajos se multiplicó. “Hoy contamos con 150 tesis doctorales”, afirma orgullosa Ana Sanllorenti, directora de la Biblioteca Central de la Facultad. “El porcentaje de los doctorandos que se niegan a publicar sus trabajos es muy pequeño”, agrega Martín Williman, responsable de la Biblioteca Digital.
– ¿Qué herramientas fueron las que permitieron un crecimiento tan vertiginoso en el número de tesis que exhibe la Biblioteca Digital?
– A.S.: En octubre de 2009 la Facultad dispuso que los doctorandos además de entregar sus trabajos deben completar y firmar un formulario en el que expresan su conformidad o rechazo a la publicación de sus tesis, ya sea de manera inmediata o luego de un tiempo de embargo. A partir de ese momento la gran mayoría reaccionó de manera positiva ante la iniciativa. De 302 tesis que tenemos entregadas hasta hoy, 178 personas autorizaron la publicación inmediata, 83 la publicación con embargo y 41 se negaron. Es decir que un 86% de los doctorandos dieron su aprobación.
– M.W.: Hemos crecido muchísimo en la cantidad de permisos para publicar que nos dan los doctorandos que se están recibiendo hoy en día pero, lamentablemente, no hemos tenido el mismo éxito con las personas que hicieron su doctorado entre 2005 y octubre de 2009. En 2005, se dictó una resolución que estableció la obligatoriedad de entregar las tesis en formato digital además de en papel. Nosotros tenemos 600 tesis digitalizadas que sólo necesitan de la autorización de sus autores para ser publicadas. Sin embargo no hemos logrado que estas personas nos habiliten a hacerlo. De las 150 tesis que publicamos, alrededor de 140 son de este año, del año pasado y alguna de 2009. Más antiguas tenemos muy poquitas.
– ¿Saben cuáles son las razones de las personas que se han negado a que publiquen sus tesis?
– A.S.: A fines del año pasado llamamos a varias personas justamente para conocer las causas de su negativa. En la mayoría de los casos dijeron que fue porque no se habían dado cuenta que podían dar la autorización con un período de embargo. El temor principal es el de no poder publicara papers a partir del contenido de la tesis como consecuencia de un presunto problema de intereses con las editoriales por el tema de los derechos de autor. Nos dimos cuenta de que teníamos que desarrollar acciones de información y sensibilización acerca de cuáles son los derechos que tienen los investigadores como autores de lo que producen. Entonces para este año estamos armando un programa para ir a los departamentos e institutos a hablar del acceso abierto, de cómo está avanzando esta movida en el mundo, de la postura que están adoptando las editoriales, etc.
M.W.: En algunos casos hay justificaciones que nos exceden. Por ejemplo, hay gente que manifiesta que no está conforme con el contenido de su tesis doctoral, entonces no quiere que se publique. Pero en general la respuesta fue muy buena. Yo pensé que todo esto iba a llevar dos o tres años.
– ¿Qué interés ha despertado la Biblioteca Digital en la web?
– MW: Del análisis de las estadísticas surge que en un año pasamos de un promedio de 700 a 3.500 consultas mensuales. En eso fue clave posicionarnos muy bien en Google. Uno de los mayores logros que tenemos es que si se coloca en el buscador el nombre de un tesista, junto con la palabra tesis y la sigla FCEyN, la Biblioteca Digital rankea primero.
– A.S.: Si lo comparamos con la visibilidad que puede tener una tesis en papel, de la cual hay un ejemplar único en la biblioteca, que solamente puede consultarla alguien que se acerque hasta acá, es directamente otra escala. La diferencia es abismal. Las tesis de la Biblioteca Digital están teniendo entre treinta y cincuenta bajadas por mes. El salto es enorme y brinda posibilidades de acceso internacional. El ejemplo es lo que le ocurrió al biólogo Javier López de Casenave (ver recuadro). Una editorial europea, luego de ver su tesis en la web, le ofreció publicarla en papel.
– M.W.: Otra cosa que surgió de las estadísticas es que al principio los términos con los que más entraban a nuestro sitio, después de buscar en Google, eran biblioteca, Facultad de Ciencias Exactas, etc. La semana pasado me encontré con que el término más utilizado para encontrarnos fue “heparán sulfato”, lo que significa que cada vez están entrando más por el contenido. En definitiva, vemos que pasó lo que pensamos que iba a ocurrir: el contenido de nuestra Biblioteca Digital es serio y es de utilidad, lo que nos está posicionando cada vez mejor.
– Una vez afianzado el tema de las tesis, ¿hacia dónde planean crecer?
– A.S.: El gran desafío son los papers. El tema es que de acuerdo con todas las experiencias que estuvimos investigando está comprobado que, si no hay un mandato fuerte, los repositorios de papers no crecen. Uno de los mandatos que más potencia tiene es el que establecen las instituciones que financian la investigación, que obligan a publicar los resultados de los trabajos realizados con sus recursos en los repositorios institucionales. Si no, no vuelven a entregar fondos. Y, en ese sentido, hace unas pocas semanas, ingresó a la Cámara de Diputados un proyecto del Ministerio de Ciencia que determina, entre otras cosas, la obligatoriedad, para todo científico que haya llevado adelante una investigación con fondos públicos, de depositar el resultado de dicho trabajo en un repositorio institucional. Esto abarcaría no sólo a los papers y a las tesis, sino también a las bases de datos científicos.
– M.W.: lo que nosotros tenemos pensado hacer, para adelantarnos a la sanción de la ley, es utilizar los buscadores para hallar los artículos que publicaron los investigadores de la Facultad y ver cuáles han sido ya liberados por los editoriales. Con ellos armaríamos una colección que cualquiera podría consultar. De esta manera conformaríamos una especie de prototipo, a la espera de la sanción de la ley, apuntando a un modelo en el cual las instituciones que producen investigación puedan recuperar su producción.
– A.S.: En lo que también podemos ir avanzando, y creo que con las tesis ya lo logramos, es en que los investigadores tomen conciencia de lo que ocurre cuando donan sus derechos a una editorial internacional. Que sepan qué es lo que están haciendo y quién se beneficia. Porque las editoriales científicas no les pagan ni a los autores de los artículos, ni a los pares que los evalúan. Hay que tener en cuenta que el MINCyT, para que todas las universidades nacionales y demás instituciones que integran el sistema nacional de ciencia y técnica puedan acceder a las publicaciones científicas, gasta 30 millones de dólares por año en suscripciones. A su vez, la UBA gasta casi un millón de dólares en suscripciones complementarias. Y todos los años suben entre un 7% a un 10%. Es mucho el dinero. Por eso decidimos participar muy activamente en los proyectos que tiene el MINCyT orientados a avanzar en un sistema nacional de repositorios digitales.
Más allá del Atlántico
Javier López de Casenave es doctor en Biología (FCEyN UBA) y actualmente es el secretario académico de la Facultad. Su tesis fue la primera que se colgó de la web en un primer avance de repositorio institucional que se llevó a cabo allá por el año 2005. Volvió a estar presente con el lanzamiento de la Biblioteca Digital. “Me parece imprescindible que los resultados de las investigaciones de los docentes investigadores de la Facultad estén a disposición de quien quiera consultarlos”, recuerda el investigador.
La tesis de Casenave estuvo durante mucho tiempo primera en el ranking de tesis más leídas. Hoy en día sigue teniendo aproximadamente cien consultas por mes. Pero lo más sorprendente ocurrió a mediados de abril pasado. “Me llegó un correo electrónico de una editorial española-alemana, que había conocido mi tesis a partir de la Biblioteca Digital y me proponían publicar un libro basado en ese trabajo. Me asombró mucho el hecho de haber llegado a lugares impensados simplemente por tener mi tesis disponible libremente en el portal”, se sorprende Casenave. Y agrega, “además, desde que se colgó mi tesis, me han llegado muchos mensajes de investigadores con consultas sobre mi trabajo, a partir de haber visto, bajado y leído la tesis en el repositorio de la Facultad”.
Para Casenave, la Biblioteca Digital constituye un esfuerzo que la Facultad debe llevar a cabo. “Creo que es un beneficio importante para la institución, para el investigador y para el resto de las personas que disponen de esa información en la web”.