La soberanía tecnológica como proyecto
A poco más de un mes del inicio de su gestión, la nueva presidenta de la CNEA, Adriana Serquis, mantuvo una charla en exclusiva con NEXciencia. Durante la entrevista, la funcionaria brindó detalles sobre los dos proyectos insignia de la institución: el CAREM y el reactor multipropósito RA10. También fijó posición sobre algunos temas clave para el sector nuclear, como la tecnología más conveniente para las próximas centrales nacionales, el futuro de la Planta Industrial de Agua Pesada y el desarrollo de la minería de uranio en el país.
“Yo estoy en la CNEA desde 1993 y en los últimos años vengo trabajando, discutiendo con compañeras y compañeros en pos de un proyecto nacional con soberanía tecnológica, con un perfil más sustentable, repensando un montón de aspectos de la institución. Pero la verdad es que nunca me había visualizado a mí misma en este rol. En un principio no me parecía que fuera la mejor opción y la única razón por la cual decidí aceptar esta responsabilidad tan grande es porque vi que había mucha gente con ánimo de sumarse al equipo de trabajo”. De esta manera, la física Adriana Serquis brindó una primera aproximación del camino recorrido que la llevó a convertirse, desde principios de junio, en la tercera mujer en ocupar la presidencia de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Serquis estudió física en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y se doctoró en el Instituto Balseiro, en Bariloche. Luego viajó a Estados Unidos para hacer un posdoc en Los Alamos National Laboratory. Decidió volver para continuar con su carrera en nuestro país. Es investigadora del CONICET y directora del Departamento de Caracterización de Materiales del Centro Atómico Bariloche de la CNEA. También es presidenta de la Asociación Argentina de Cristalografía y directora alterna del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología (INN), nodo Bariloche.
Es una referente nacional e internacional en el área de materiales superconductores y otras aplicaciones en energía y fue reconocida con numerosas distinciones, entre las que se destacan el Premio Houssay en la categoría Investigador Joven en 2007, el Premio Konex al mérito en la disciplina “Nanotecnología” en 2013 y el Premio Nacional L´Oréal-Unesco “Por la mujer en la ciencia” Edición 2014 por el proyecto “Técnicas avanzadas de Caracterización de Materiales para Energías Limpias”.
Serquis llega a la dirección de la CNEA luego de los cuatro años de ajuste durante el gobierno del presidente Mauricio Macri sobre el conjunto del sistema nacional de ciencia y tecnología que dejaron marcas muy negativas en la institución. “En CNEA no hubo despidos masivos como ocurrió en el INTI o en otras instituciones. Pero sí hubo una política que fue degradando el salario, por lo cual, tuvimos un éxodo de gente formada que va a llevar muchísimo tiempo recuperar, además de personas que se jubilaron cuyos lugares vacantes no fueron cubiertos. Pensá que sólo entre 2018 y 2020 se perdieron casi 600 puestos de trabajo de una planta de 3.600 trabajadores”, se lamenta.
– Desde el punto de vista científico tecnológico, ¿cuáles son las prioridades que va a tener su gestión?
– Yo creo que hay dos grandes proyectos que están en marcha, que ya tienen una gran inversión de parte del gobierno nacional y que tienen que completarse exitosamente: el CAREM y el RA10. Ambos deberían llegar a buen puerto demostrando que la institución es capaz de concretarlos. Después hay muchas otras iniciativas que tienen que ver, por ejemplo, con todo lo relacionado con el ciclo de combustible, que va desde la minería hasta la gestión final de los residuos. Toda el área de medicina nuclear me parece que es un ámbito súper importante; todo lo que tiene que ver con medioambiente y remediación; todo lo que tiene que ver con otro tipo de energías, tanto solar como hidrógeno y litio, y articular con las otras instituciones que vienen trabajando en estos temas. Hay un montón de otros pequeños ámbitos en la institución que tal vez no son tan conocidos pero que, de a poco, empiezan a tener relevancia como los proyectos relacionados con altas energías, y otros.
– Durante el gobierno de Cristina Fernández, Argentina rubricó un acuerdo con China para construir dos nuevas centrales nucleares en el país: una con tecnología CANDU (sobre la que existe una vasta experiencia), y otra, HUALONG. Durante el gobierno de Macri se decidió descartar la CANDU y avanzar sólo con la HUALONG, lo que despertó fuertes protestas de técnicos y científicos del sector nuclear. ¿En qué situación está ese tratado y qué decisión cree usted que es la más conveniente para el país?
– En principio pensá que ese acuerdo marco sobre el tipo de central que se va a instalar lo hace la Secretaría de Energía a través de NASA (Nucleoeléctrica Argentina S.A.), no interviene directamente la CNEA. Entonces, si bien nosotros tenemos la función de asesorar el Poder Ejecutivo en este tema, lamentablemente hay ciertas cosas que nos exceden. Realmente, el convenio para instalar una central HUALONG está muy avanzado, pero en el plan de acción de NASA se está buscando preservar la tecnología nacional y hay una fuerte intención de avanzar en la posibilidad de construir una nueva central CANDU. No necesariamente tiene que ser dentro del acuerdo marco con China, pero vamos a hacer el esfuerzo necesario para mantener y preservar esa tecnología.
– ¿Es factible entonces que la cuarta central sea HUALONG y la quinta CANDU?
– Sí, la intención es esa. Y, en el marco del acuerdo por la HUALONG, estamos trabajando para conseguir las mejores condiciones en cuanto a la transferencia tecnológica para que podamos participar directamente en la fabricación de los combustibles. La idea es producir el combustible con uranio enriquecido. Obviamente no vamos a tener, en el corto plazo, la posibilidad de fabricarlo completamente en el país, pero garantizándonos esa materia prima podemos ser capaces de desarrollar los combustibles con los que trabaja la HUALONG. Esa capacidad sí la podemos desarrollar en un tiempo lo suficientemente breve como para que esté disponible en el momento del inicio de la central o para el primer recambio.
– ¿Cuál es el futuro de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP)? Hubo denuncias de que se encontraba en un estado de semiabandono.
– El tema de la PIAP está bajo análisis. Si bien la planta pertenece a CNEA, todo el tema de la operación está bajo un acuerdo entre la Secretaría de Energía y NASA. Así que, en este marco, tenemos que trabajar en su plan de acción. NASA tiene que preparar los informes y toda la documentación necesaria para presentar ante la autoridad regulatoria nuclear para reactivar la posibilidad de construir una planta de tipo CANDU; eso implicaría resguardar todo lo que significa la recuperación y preservación de la PIAP. En esa línea hay varias opciones. Una de ellas apunta a que, además de proveer agua pesada para las centrales argentinas, pueda exportar agua pesada, lo que sería una gran alternativa. Por otro lado, sabemos que la Secretaría de Energía está explorando la posibilidad de que esa misma planta se utilice para la fabricación de urea fertilizante, lo que ayudaría a su reactivación. Hay varias ideas dando vueltas y, en este momento, están bajo análisis todas esas posibilidades.
– Usted destacó al CAREM, el primer reactor con diseño ciento por ciento argentino, como uno de los proyectos que era prioritario completar. ¿En qué situación se encuentra y cuáles son los plazos que se manejan para finalizar su desarrollo?
– En el caso del CAREM nos encontramos con que tenemos un 60 por ciento del proyecto total realizado. Todo lo que tuvo que ver con CNEA, instalación, preparación del sitio, está completamente realizado. La parte de ingeniería, en un 93 por ciento; suministros y construcción, entre un 60 y un 70 por ciento. La perspectiva es que ya en el segundo semestre de este año los edificios relacionados con algunas partes como los generadores del vapor y el turbogrupo, estén terminados. El montaje electromecánico estaría finalizado para el primer semestre del 2022; la obra civil del edificio finalizaría en 2023; el recipiente de presión que está desarrollando IMPSA ya está casi en un 60 por ciento de progreso y es una de las piezas fundamentales de este equipo. Con lo cual, se podría pensar en llegar a una primera criticidad a fines del 2024 o inicios del 2025.
– El otro proyecto insignia al que hizo referencia es el reactor multipropósito RA10. ¿Qué perspectivas se manejan en este caso?
– Respecto del RA10 las perspectivas son aun más alentadores. Tenemos aproximadamente un 65 por ciento de avance de la obra. Y los plazos marcan que la obra civil termine en marzo de 2022, dentro de poco; que la construcción final del reactor esté lista para mediados del 2023 y que la puesta en marcha del reactor sea para 2024. En ese momento, se pondría en marcha tanto la parte del reactor como el Laboratorio Argentino de Haces de Neutrones (LHAN) que desde el punto de vista científico tecnológico es logro muy importante. Imaginate que desde hace muchos años, cuando empecé a trabajar en ciencias de materiales, siempre fue un proyecto con el que muchos soñamos para la región.
– Argentina tiene reservas comprobadas de uranio en diversas zonas del país. ¿Considera importante avanzar con un plan para extraer el uranio nacional o da lo mismo seguir importándolo como ocurre en la actualidad?
– Yo creo que sería muy positivo desarrollar la minería de uranio pero antes de eso tenemos que hacer un buen trabajo de restitución ambiental y de licenciamiento social, aprendiendo a comunicar y con la clara responsabilidad de que estas tareas se tienen que hacer de una manera sustentable, sin afectar el ambiente de manera irreversible porque ese es un costo que ningún país debería pagar. En Argentina la minería tiene que empezar a hacer las cosas en el orden que corresponde. Sabemos que el uranio es un valor realmente importante, que desde el punto de vista económico es fundamental poder obtenerlo en el país, pero obviamente es un tipo de proyecto que no se concreta en uno o dos meses sino que es un trabajo de años. Yo creo que tenemos que dar el debate, tenemos que ser capaces de mostrar las ventajas y desventajas de cada posición y ver cómo se hace la remediación de lo pueden ser los aspectos negativos de una manera responsable.
– ¿De qué manera considera que la tecnología nuclear es percibida hoy por la sociedad?
– Yo creo que, lamentablemente, ciertos intereses hacen que los medios nos sigan imponiendo el temor hacia los grandes accidentes, hacia los riesgos que, desde mi punto de vista, están exagerados. La verdad es que la cantidad de controles que tienen todas las obras nucleares son enormes. En el mundo hay 440 plantas nucleares, casi todos los países más avanzados tienen una gran cantidad de centrales nucleares y apuestan a la generación nucleoeléctrica porque es la única que, en este momento, garantiza una energía de base continua sin emisión de gases de efecto invernadero, cosa que las renovables todavía no pueden hacer. Y la reducción de estos gases es uno de los compromisos que tenemos como país. Entonces, si queremos ir a una matriz energética que sea sustentable, nos parece fundamental explicar que puede hacerse en forma segura y las razones por las cuales a nivel mundial se sigue apostando a esta tecnología. Además es necesario hacer un intenso trabajo de licenciamiento social que es algo que hasta ahora nos faltó.
– Usted es la tercera mujer que ocupa la presidencia de la CNEA. ¿Cuál es la situación que se vive en esa institución en términos de equidad de género?
– Es un tema que a mí me interesa y mucho. Vengo trabajando desde hace años con varios colectivos de mujeres porque nuestra institución no está exenta de lo que ocurre en otros organismos de ciencia y técnica e incluso, de acuerdo con un análisis que hicimos, estamos un poquito peor. En toda la CNEA tenemos solamente un 35 por ciento de mujeres. Ese es un promedio para todas las áreas pero imaginate que ese número cae a niveles cercanos a cero en los niveles superiores. En este momento, mi nombramiento implica un salto de un 50 por ciento en esas posiciones. Más allá de que sea la tercera mujer en la presidencia de la CNEA siempre faltó una perspectiva de género a nivel institucional. Un punto importante va a ser lograr que, además del protocolo de la administración pública nacional, se pueda implementar un protocolo propio adecuado para las características institucionales -que ya se fue trabajando y tiene un consenso muy grande- en todo lo que hace a la formación en perspectiva de género, principalmente en los niveles gerenciales. Obviamente ya empezamos a sumar varias mujeres en esos puestos, como Sol Pedre, gerenta del CAREM. Más allá de eso, tiene que haber toda una política global para mejorar a nivel institucional y tener un mejor trato a todo nivel. También vamos a empezar a implementar la ley de cupo trans y tenemos muchas otras ideas que tienen como objetivo ir modificando, de a poquito, la forma en la que convivimos.