Vinchucas al extremo
Científicos lograron establecer qué les ocurre, en condiciones ambientales extremas, a siete especies de vinchucas que habitan en América, desde el sur de Estados Unidos hasta el comienzo de la Patagonia. Determinar estos rasgos específicos, así como los límites de tolerancia a temperatura y sequedad podría mejorar las predicciones del movimiento de estos insectos hacia zonas nuevas, donde conseguirían sumar afectados de Chagas.
¿Cuánto calor y sed toleran las vinchucas sin quedar patitiesas en el camino? Varias especies de este insecto transmisor del Chagas siguen vivitas y coleando por más de un mes con temperaturas de 35 grados y una humedad baja del 15 por ciento y, como si fuera poco, sin beber absolutamente nada. Conocer sus límites físicos brinda herramientas a la hora de diseñar campañas contra este vector de una grave enfermedad con un millón y medio de afectados en la Argentina.
Científicos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires no sólo estudiaron vinchucas que andan por nuestro territorio sino por gran parte del continente americano. Se trata de un total de siete especies a las que se las puede hallar desde el sur de Estados Unidos hasta el norte de la Patagonia. Y ellos las pusieron a prueba en el Laboratorio de Ecofisiología de Insectos en la porteña Ciudad Universitaria para saber qué niveles de temperatura y desecación toleran. “Son animales muy resistentes. Se alimentan de sangre una vez y aguantan muchísimo tiempo hasta la próxima ocasión, y en el medio no toman agua ni nada. Justamente tienen una tolerancia a la desecación altísima”, señala el doctor en Biología Pablo Schilman, a cargo de la investigación de Gerardo de la Vega.
Reunir datos acerca de las condiciones que aguantan estos insectos da idea de los posibles ambientes que las distintas especies podrían poblar. “A un oso polar no lo podemos traer al trópico porque moriría. Existe un nicho donde un animal puede vivir y otros en los que no. El nicho fundamental está limitado por su tolerancia fisiológica”, resalta Schilman, investigador del CONICET, quien le interesa responder por qué el insecto habita en un determinado sitio, y hasta dónde podría extender su territorio.
Este probable mapa de distribución de los insectos es en realidad un modelo computacional hecho por los especialistas. “Primero, obtuvimos las regiones que -según la bibliografía existente- indican la presencia de alguna de las siete especies de vinchucas estudiadas, y luego todas las variables bioclimáticas del lugar donde habitan. Correlacionamos ambas y eso da la probabilidad de que una especie esté en un lugar y no en otro”, explica.
En este modelado, ellos incorporaron una variable novedosa que relaciona la temperatura y la humedad. “Cuanto más calor y menor humedad registra el ambiente, más agua perderá el insecto”, indica. Justamente, ellos estudiaron esta mengua poniéndolos a prueba en el laboratorio para observar cuán permeable es la piel o cutícula de este animal. “Si sabemos la cantidad de agua que puede perder y la permeabilidad cuticular, podemos deducir que a determinada temperatura y humedad, el insecto perderá cierto nivel de agua, y vivirá tanto tiempo”, detalla.
En realidad, al equipo de expertos le interesa establecer cuáles son los cambios ambientales que la vinchuca soporta sin desfallecer en el camino. La peligrosidad de este insecto surge cuando está activo, porque pica y puede transmitir el Chagas. En condiciones sofocantes de temperatura, el animal cesa su actividad. “Si bien no está muerto, sufre como un coma de calor y se desmaya. Entre los 45° y 50° en general las siete especies mueren, pero esas temperaturas suelen ser superiores a las que se registran en la naturaleza”, destaca.
En el laboratorio, generaron una temperatura de 35° y una humedad del 15 por ciento para saber cuánto resistían las siete especies analizadas. “Todas las especies mostraron alta tolerancia a la desecación con tiempos de supervivencia que van de 24 a 38 días, excepto una, Triatoma dimidiata (9 días), lo que puede explicarse por una mayor tasa de pérdida de agua, debido a una permeabilidad cuticular más alta”, concluye la investigación publicada en Oecología por de la Vega y Schilman.
“Por primera vez pudimos conocer las tolerancias térmicas”, subraya Schilman, quien publicó parte de esta investigación en Medical and Veterinary Entomology. Con todos estos datos recabados lograron establecer qué le ocurre en condiciones ambientales extremas a cada una de estas siete especies de vinchucas. Determinar estos rasgos específicos de distribución y límites de tolerancia a temperatura y disecación podría mejorar las predicciones del movimiento de estos insectos hacia zonas nuevas, donde conseguirían sumar afectados de Chagas. “Al obtener las características fisiológicas del animal se puede establecer cómo va a responder a ciertas condiciones ambientales en tiempos de cambio climático”, finaliza.