Por primera vez, pudo comprobarse de manera directa el mecanismo de acción de un pesticida natural, amigable con el ambiente, que no genera resistencia en los insectos.
Pablo Schilman
Un equipo de investigación de la Argentina demostró, por primera vez, el efecto fisiológico que distintos componentes amargos producen en el insecto transmisor de la enfermedad de Chagas. Una de ellos, la cafeína, reduce a la mitad su supervivencia. Este hallazgo es un paso más en la búsqueda del desarrollo de repelentes gustativos que eviten que las vinchucas piquen a las personas.
Basta con marcar un punto en una hoja para visualizar su tamaño. Pese a su diminuto aspecto, este insecto está en la lista de las cien especies exóticas más dañinas para la humanidad. Viajero, invasor, este animal ha llegado lejos. Un grupo de científicas y científicos de nuestro país diseñó un modelo más preciso para seguir sus pasos.
Científicos lograron establecer qué les ocurre, en condiciones ambientales extremas, a siete especies de vinchucas que habitan en América, desde el sur de Estados Unidos hasta el comienzo de la Patagonia. Determinar estos rasgos específicos, así como los límites de tolerancia a temperatura y sequedad podría mejorar las predicciones del movimiento de estos insectos hacia zonas nuevas, donde conseguirían sumar afectados de Chagas.
La relación entre el límite geográfico de los insectos transmisores de enfermedades y sus rasgos fisiológicos permite estimar riesgos potenciales del cambio climático para la salud humana. Según un estudio realizado en Exactas UBA, el vector del Chagas en la Argentina soporta un rango muy amplio de temperatura.
El grupo de investigadores liderados por Pablo Schilman estudia los factores no biológicos del ambiente que pueden ejercer algún tipo de influencia sobre el comportamiento y la fisiología de los insectos. Para eso, uno de los modelos utilizados es el de la vinchuca.