Inserción laboral de científicos

Vocación por la vida

Vanesa Rawe estudió Biología en Exactas UBA. Desde el principio de su carrera supo que quería trabajar en el área de la reproducción muy cerca de los pacientes. Eso la llevó a recorrer un camino muy poco transitado desde la investigación básica hasta la clínica pura. Actualmente es fundadora y directora de Reprotec. En esta entrevista, detalla los desafíos que tuvo que sortear para cumplir su sueño e invita a que otros biólogos se animen a sumarse a esta área de trabajo.

11 Sep 2017 POR

Vanesa Rawe. Foto: Juan Pablo Vittori. Exactas-comunicación.

http://nexciencia.exactas.uba.ar/audio/VanesaRawe.mp3
Descargar archivo MP3 de Vanesa Rawe

http://nexciencia.exactas.uba.ar/audio/VanesaRawe2.mp3
Descargar archivo MP3 de Vanesa Rawe

– ¿Cómo llegás a estudiar Biología en Exactas UBA?

– Estaba entre Biología y Computación. Eran las cosas nuevas, te estoy hablando de principios de los noventa. Hice el CBC de Biología a ver qué pasaba. Me enteré de que había una especialización en biología celular y molecular y dije: «vamos por ahí». Un día en la materia Zoología vimos el proceso de fecundación, cómo eran los primeros estadios de la vida en mamíferos y me enamoré. Flechazo total. Dije: «yo quiero estudiar el comienzo de la vida». Y así fue. Me fascinó todo lo que tiene que ver con los gametos, tanto óvulos como espermatozoides. Eso no me lo dio la carrera sino que lo tuve que explorar. Hasta que, al final de la carrera, hice Embriología, con la cual me gradué y me terminó de acercar a todo este universo de los gametos.

– El tema que te gustaba lo podrías haber continuado en el ámbito de la ciencia básica y en la carrera de CONICET, ¿por qué decidiste otra cosa?

– Yo siempre supe que dentro de lo que era biología celular y reproducción, a mí me interesaba que lo que yo haga le sirviera a alguien, de manera directa y que yo pudiera verlo. Entonces en el posgrado me fui a la Facultad de Medicina a cursar materias que tuvieran que ver con lo clínico. De hecho, en mis primeros años como graduada, empecé a trabajar en una clínica que tenía un laboratorio de investigación. Entonces, desde mis 30 hasta mis 40 años me dediqué a escribir papers y hacer trabajos de investigación en el contexto clínico. Cerca de los pacientes. En ese momento no había cursos para biólogos entonces me metí a hacer cursos para médicos. Fui la primera bióloga que hizo el curso de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva.

– ¿En algún momento evaluaste ingresar a carrera de CONICET?

– Fue una posibilidad que barajé pero no me atrapó la idea de dedicarme sólo a investigación. Yo tenía el temor de dejar de tener contacto con esa parte clínica que a mí tanta satisfacción me daba. Eso no lo quería perder.

– ¿Qué diferencias notás entre una investigación para CONICET y una que se lleva a cabo en el ámbito privado?

– En la clínica vas a seguir los lineamientos que la institución necesita o vas a estudiar una problemática referida a un grupo de pacientes que esa clínica está atendiendo. Es más dirigido, y se necesitan respuestas más inmediatas. Las investigaciones que yo hice, relacionadas con CONICET, eran para responder preguntas a largo plazo de una manera más básica.

– ¿Cómo te fuiste acercando cada vez más hacia los pacientes?

– Yo me doctoré a fines del 2000 y ya tenía la idea de irme a hacer un posdoc al exterior. Me fui a Estados Unidos. Ahí sí trabajé en lo bien básico. En 2005 regresé a la misma clínica y me convertí en la encargada general de investigación. Y, en 2010 decidí independizar mi camino y dedicarme, ya prácticamente de manera completa, al trabajo clínico puro. Que es lo que hacemos en Reprotec.

– ¿Qué presencia de biólogos hay en este campo?

– Por distintas circunstancias el biólogo nunca tuvo una presencia importante en la clínica, ese papel siempre fue ocupado por el bioquímico. Los biólogos no tienen una matrícula, entonces eso nos privó siempre de hacer trabajos clínicos. Esa es una de las carencias importantes que tiene la Facultad, porque uno sale como investigador y nada más. Nadie piensa que hay biólogos que queremos hacer otra cosa. No poder gestionar de una manera sencilla una matrícula como biólogos clínicos ante el Ministerio de Salud es una dificultad importantísima. Somos muy pocos los biólogos que tenemos una matrícula. Entonces, ¿hay carencia de biólogos en esta área? Sí, la hay, porque nunca hubo una formación seria al respecto.

– ¿Creés que los chicos que hoy están estudiando conocen que tienen la posibilidad de acercarse a esta área de trabajo?

"La emoción que generan los casos es algo muy gratificante", asegura Vanesa Rawe. Foto: Juan Pablo Vittori. Exactas-comunicación.

«La emoción que generan los casos es algo muy gratificante», asegura Vanesa Rawe. Foto: Juan Pablo Vittori. Exactas-comunicación.

– La sensación que tengo es que hay bastante desconocimiento. Primero porque que en la misma Facultad no se les informa, o el mismo profesor no está capacitado para informar a los alumnos de que existen otras alternativas más allá de la carrera de investigador de CONICET o la docencia. Sería muy importante que el docente pueda abrir el abanico y mostrarles las diferentes alternativas. Y, segundo, porque creo que recién ahora podemos ser más visibles porque, en los últimos diez años la medicina reproductiva empezó a tener un gran auge. Y ahí es cuando el biólogo puede empezar a jugar un papel más importante por la mayor demanda que hay para realizar este tipo de tratamientos.

– ¿Qué le puede aportar a esta área una mayor presencia de biólogos?

– Los biólogos somos el chef de la cocina (risas). Nosotros somos los que manejamos la materia prima: los espermatozoides, los óvulos, el desarrollo embrionario, las primeras instancias de vida. Y manejamos todo lo que es control de calidad del laboratorio y, cuanto mejor laboratorio tenga esa clínica, manejado por un embriólogo, es decir, el biólogo especializado, mejores resultados le va a poder ofrecer al paciente. Nuestra tarea está buenísima porque tenemos en nuestras manos la fortuna de lidiar con ese material que es alucinante, que te tiene loca todos los días y que te sorprende y que, a pesar de la rutina, todos los días sentimos esa cosquillita de decir: mirá esta muestra lo que es, mirá lo que pasó con este caso, acá tengo esta cantidad de embriones y les pasó tal o cual cosa. La emoción que generan los casos es algo muy gratificante.

– ¿Qué le dirías a un chico que está terminando su licenciatura, que mira con curiosidad esta área de la biología pero no se termina de decidir?

– Le diría que sea curioso y que no espere que nadie le dé nada en bandeja. Que tiene que buscar el camino propio. Hoy tenemos más herramientas que años atrás, hay varios cursos de medicina reproductiva para biólogos. Una vez terminada la carrera, lo primero es empezar a formarse en la especialidad que uno desea. En particular, en la medicina reproductiva, todo lo que es el trabajo clínico demanda mucho tiempo de aprendizaje, demanda fines de semana enteros trabajando, porque el ovario no sabe que es domingo y ovula, entonces, hay que estar. La clínica es eso, tiene un ritmo diferente, demanda mucho tiempo y energía. Por otro lado, es un área muy de habilidad en lo que es micromanipulación, no todo el mundo tiene esa capacidad. Hay embriólogos que se dedican más a la parte de andrología, es decir, al manejo de semen; otros se dedican más a la parte de la fertilización in vitro por el trabajo de micromanipulador; otros hacen biopsias embrionarias; otros a lo que se llama genética reproductiva. Hoy, esos biólogos que salen de la Facultad tiene la fortuna de tener un camino por el cual algunos ya hemos transitado. Así que, si le gusta, le diría que se anime. Genera miedos, es verdad, pero antes era peor.