Adelantarse a las tormentas
Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA estudian la manera de pronosticar tormentas de granizo con media hora de anticipación mediante los nuevos radares que se instalarán en el país.
Lluvia torrencial, ráfagas de viento, granizo del tamaño de una pelota de golf: son los componentes de una tormenta fuerte que puede causar inundaciones, caída de árboles y rotura de techos. Pero, con las herramientas disponibles hoy, es difícil de pronosticar con precisión.
Los nuevos radares que están en construcción mediante el Sistema Nacional de Radares Meteorológicos permitirán dar alertas con mayor anticipación y prevenir desastres. En una primera etapa se instalarán dos radares, que se sumarán a los cuatro ya existentes. El primero, previsto para fines de 2013, se ubicará en Bariloche, y el segundo, seis meses después, en Córdoba, para completar la cobertura de la llanura central del país, según anticipan desde la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación. Finalmente, se agregarán otros diez radares. La operación y control estará a cargo del Servicio Meteorológico Nacional.
“Este sistema, que permitirá medir en diversos lugares la distribución de gotas, va a ayudar a comprender mucho más las tormentas de la región”, explica la doctora Paola Salio, investigadora del Conicet y profesora en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos, en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
El factor crítico es la caída de granizo, y es difícil de predecir porque tiene un impacto localizado. El equipo que dirige Salio desarrolla técnicas de seguimiento que, al combinar imágenes del radar con modelos numéricos, permiten determinar las áreas donde se localizan las tormentas. “Queremos poder dar alertas rápidas con media hora de antelación y para áreas precisas”, adelanta Salio. Actualmente se dan alertas con muy pocos minutos de anticipación, para áreas muy extendidas, como la Capital Federal.
El tamaño de las gotas
El radar emite una señal de microondas que, al chocar con un objeto en las nubes, rebota; una parte de esa energía retorna y da idea del tamaño de las partículas que componen la nube. “Así, se puede saber si son gotas grandes o chicas, o cristales de hielo”, explica la investigadora. Las partículas grandes de hielo podrían indicar granizo. Si son gotas grandes, pueden anticipar una precipitación intensa.
Una nube de tormenta tiene características especiales: por ejemplo, un radio mayor a 5 kilómetros y una estructura de crecimiento. Por lo general, puede extenderse desde una altura de 2 kilómetros, en la base, hasta los 16 kilómetros en el tope. Esta estructura vertical puede dar lugar a lluvias intensas, de 250 milímetros por hora. Dado que las gotas se pueden ver y medir con el radar, es posible predecir qué cantidad de agua va a caer.
Anticipar el granizo
Para que se forme granizo, las gotas de agua muy fría chocan con partículas en suspensión o granos de polvo, y se cristalizan, congelándose rápidamente. Las esferas de hielo formadas comienzan a descender, por su propio peso, pero las corrientes ascendentes las transportan hacia arriba, donde el agua sigue cristalizándose y se agranda el tamaño de la esfera. Cuando finalmente llegan a la superficie, se pueden observar los círculos concéntricos que muestran los pasos del crecimiento.
Los nuevos radares de doble polarización permiten diferenciar las gotas de agua de las partículas de hielo, e indican si la gota es redonda o tiene otra forma. Actualmente, hay dos radares de doble polarización, uno en Paraná y otro en Anguil, en la provincia de La Pampa.
Radar en la ciudad de Buenos Aires
Para predecir tormentas en Capital Federal, ¿es conveniente colocar aquí un radar? “Cuando se instala un radar, el área que lo circunda no se puede observar bien. Para tener pronóstico de granizo en la ciudad, es buena la ubicación en Ezeiza. De hecho, hay uno allí y otro en Pergamino”, señala la doctora Paola Salio, y agrega: “Sería bueno que la ciudad tuviera cobertura de un radar de doble polarización, porque distingue si la partícula es agua o hielo. El de Ezeiza no posee esa tecnología, y sería interesante que la tuviera”.
Nacimiento de la tormenta
Las tormentas se producen cuando un frente frío choca con una masa de aire caliente y genera su ascenso. El aire frío desplaza al caliente y húmedo que, al ascender, se condensa y forma la nubosidad. Toda tormenta tiene un ciclo: nace, crece, llega a su máximo tamaño, se precipita y se disipa. Ese ciclo puede durar hasta seis horas. Pero, por lo general, se da una sucesión de nubes de tormenta, con fuertes lluvias durante un período más largo.
Cuando la nube precipita, en general refresca. Es que parte del agua se evapora, y para ello requiere energía que toma del aire circundante. Cuanto más seco sea el aire, la evaporación es mayor, y más rápido refresca. El aire más frío es más pesado, y hace que la nube desaparezca. Si la nube permanece, asociada al aire frío, se va desplazando para buscar zonas con mayor humedad