diatomea
Test de diatomeas

Una evidencia para Sherlock Holmes

Las diatomeas, unas pequeñas algas acuáticas ya conocidas por los científicos por su uso como bioindicadores de las condiciones actuales y pasadas del agua, se utilizan también para aportar pruebas al diagnóstico de muerte por sumersión.

31 Jul 2013 POR
Diatomea

Las diatomeas son algas microscópicas unicelulares, solitarias o coloniales, que pueden vivir tanto en la tierra como en el agua, donde pueden formar parte del fitoplancton.

El tío de Juan recibió una carta de la India. En el momento de abrirla, cayeron cinco pepitas de naranja. Sorprendido, dijo que era una carta de augurio y muy asustado pasó varios días encerrado. Como de costumbre, salió a pasear por el jardín para nunca más volver. Más tarde lo encontraron ahogado en un pozo de solo dos pies de profundidad, motivo por el cual la policía lo resolvió como un suicidio”. Muy distinta hubiera sido la resolución de la policía en el cuento Cinco pepitas de naranja de haber contado con un procedimiento eficiente para determinar si la muerte del tío de Juan había ocurrido efectivamente por sumersión. Es que en épocas de Sir Arthur Conan Doyle, el test de diatomeas no existía ni en el imaginario de su ingenioso personaje, el detective Sherlock Holmes.

Nada más engañoso que la evidencia

Puede parecer evidente que una persona encontrada en el agua haya muerto ahogada. Sin embargo, en palabras del mismo Sherlock: “Nada resulta más engañoso que un hecho evidente”. El test de diatomeas arroja luz en medio de tanta tenebrosa oscuridad.

La principal evidencia consiste en encontrar, en los tejidos de la víctima, unas algas microscópicas que viven en el agua: las diatomeas. “Este test dice si la persona murió por ingreso violento de agua en las vías respiratorias”, explica la doctora Nora Maidana, a cargo del Laboratorio de Diatomeas Continentales de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Para que pueda realizarse, el protocolo requiere una muestra de tejido de la víctima, así como una muestra de agua del supuesto lugar del hecho inmediatamente después de ser registrado. Esta inmediatez se debe a que las pequeñas algas viajan con la corriente y si esta muestra es tomada con cierto retraso, se pueden encontrar diatomeas que se desplazaron desde otro sitio. La especialista explica: “Si encuentro diatomeas dentro del cuerpo, las comparo con las del lugar donde lo encontraron. Si hay coincidencia, el informe da evidencia suficiente para que el médico pueda determinar que la muerte se produjo por sumersión en ese sitio. Si no hay coincidencia, el médico va a decir que no se produjo en ese lugar o que no se produjo en ese momento”.

La comparación entre algas encontradas dentro del cuerpo y en el agua presuntamente circundante es posible gracias a que las diatomeas están rodeadas por una cubierta de sílice que varía mucho entre especies, y que permite identificarlas.

De esta manera, una evidencia científica, cuando todas las demás parecen fallar, sienta las bases para esclarecer un caso forense.

Aplicar el método
El test de muerte por sumersión paso a paso

El test de muerte por sumersión paso a paso.

El primer paso del método en cuestión consiste en colocar el tejido del cadáver –ya diremos qué tejido– en un frasco con una mezcla especial que sirve para disolverlo y eliminar la grasa. Según Maidana, el protocolo de trabajo debe ser lo suficientemente riguroso como para evitar que las muestras de tejido cadavérico y de agua se contaminen con diatomeas provenientes de otro lugar.

Los especialistas reciben los frascos por correo y las muestras se colocan en un baño térmico durante quince días. Una vez transcurrido este tiempo, se quita el solvente y se lo reemplaza por agua, eliminando de esta manera cualquier vestigio de grasa que impida observar los restos de los seres vivos que hubieran estado presentes en el tejido. Luego, la muestra es tratada como cualquier otra, para la observación e identificación de las diatomeas. Se lleva al microscopio y, con mucha paciencia, se buscan las pequeñísimas algas.

Según afirma Maidana, quien además colabora con diversas instituciones y consultoras en determinaciones taxonómicas de diatomeas, la cantidad de estas algas que se espera hallar es muy baja, unas cinco o diez por cada 10 gramos de tejido. Para que el test de un resultado positivo, esta pequeña cantidad de algas debe pertenecer a las mismas especies –y en las mismas proporciones– halladas en el agua donde fue encontrado el cadáver. Este es el motivo por el cual deben maximizarse las precauciones en el tratamiento de las muestras. “No me puedo permitir el lujo de que alguna diatomea haya sido puesta por el médico que hizo la autopsia, o que venga de las drogas, o del material de vidrio utilizado”, aclara. En su laboratorio hay un set de material exclusivo para este fin y un lugar destinado a guardarlo. Es que las diatomeas, como buenos seres microscópicos, están en todos lados.

Efectivo hasta la médula

Para que el tejido analizado contenga diatomeas, lo esencial es que su desafortunado propietario haya respirado dentro del agua. Sin embargo, las muestras que se emplean para llevar adelante el protocolo no provienen de los órganos respiratorios, los pulmones, dado que se trata de un tejido que se descompone muy rápido. La especialista agrega que el tejido pulmonar presenta, además, dos inconvenientes fundamentales: en primer lugar, el sujeto en cuestión pudo haber aspirado diatomeas del aire a lo largo de toda su vida, y que sus cubiertas hayan quedado adheridas en los pulmones. En segundo lugar, si la víctima fue arrojada al agua una vez que ha fallecido, pasado el rigor mortis, se relajan todos los tejidos y el agua en la que está sumergida ingresa y se dirige directamente a los pulmones. De esta manera, se encuentran diatomeas en los pulmones, pero el ingreso es post mortem. Y lo que Maidana busca es que haya habido un ingreso activo, es decir, por respiración en el agua.

El tejido que se utiliza, entonces, es la médula ósea. “El cuerpo, si es encontrado en el agua un tiempo después del deceso, suele estar muy deteriorado. Muchas veces solo queda el esqueleto y dentro de este, la médula ósea persiste hasta dos años sin secarse”, explica la especialista. Además, aclara que al no ingresar bacterias al hueso, la médula es un órgano que no se contamina y, por lo tanto, ideal para realizar el test.

Evidencias de ayer y hoy

Los usos de estas maravillas microscópicas no se limitan a la medicina forense. Tienen aplicaciones industriales, nutricionales y científicas.

Y, como es bien sabido, lo que abunda no daña: el amontonamiento de miles de estas algas, unas sobre otras, tiene múltiples utilidades. “La tierra de diatomeas es una roca sedimentaria que se forma por la acumulación a lo largo de millones de años de sus cubiertas celulares”, explica Maidana, a la vez que agrega: “A medida que mueren, van cayendo en el fondo de un cuerpo de agua, que puede ser un mar o un lago”. Se usan como filtro para las piletas de natación, como antiparasitario y suplemento nutricional para ganado, así como en los novedosos insecticidas ecológicos. También en cremas exfoliantes, en pinturas antideslizantes, para alimentar larvas de crustáceos en la cría de peces y hasta en la fabricación de dinamita. Pero quizá su uso más difundido dentro del ámbito científico aplicado es el de bioindicadores. Estos permiten conocer cómo son los ambientes actuales, fundamentalmente en cuanto a calidad del agua, a la vez que su registro fósil da idea de las características que tenían los ambientes del pasado. A partir de reconstrucciones paleoambientales es posible determinar cambios en el nivel de agua, fenómenos de aridización, salinización y acidificación, entre otras cosas.

El misterio de saber cómo era el ambiente en tiempos remotos también es develado por los investigadores del Laboratorio de Diatomeas Continentales. Además, en colaboración con colegas de la Universidad de Tucumán, se dedican a estudiar la biodiversidad de este tipo de algas en lagunas de altura para conocer qué ocurre en ambientes tan extremos.

Elemental, Watson

Para acceder al test de diatomeas, el método formal consiste en solicitar una Orden de Asistencia Técnica por medio de la Secretaría de Investigación de Exactas-UBA. Una vez firmada la orden, se recolectan las muestras y se pone en marcha el protocolo, con todos sus rigurosos pasos.

Según el reconocido doctor Watson, el día en que Sherlock Holmes se especializó en criminalística, la ciencia perdió un agudo pensador. Afortunadamente, en los últimos años, la situación ha dado un misterioso giro y algunos científicos se dedican a aportar evidencias que dejarían tranquilo hasta al más suspicaz detective. Estamos en condiciones de asegurar lo elemental, Watson: la criminalística ha recuperado los agudos pensadores perdidos.

 

¿Qué son las diatomeas?

Las diatomeas son algas microscópicas unicelulares, solitarias o coloniales, que pueden vivir tanto en la tierra como en el agua, donde pueden formar parte del fitoplancton. Una característica fundamental de este tipo de algas es que se hallan rodeadas por una cubierta celular de sílice (dióxido de silicio hidratado) compuesta por varias piezas, formando valvas que suelen situarse a modo de caja.