Conservación
Aves genéticamente custodiadas

Un grupo de investigadores e investigadoras, encabezados por Bettina Mahler, estudian aspectos genéticos que aporten datos para ayudar a la conservación de diversas especies de aves amenzadas.
Un grupo de investigadores e investigadoras, encabezados por Bettina Mahler, estudian aspectos genéticos que aporten datos para ayudar a la conservación de diversas especies de aves amenzadas.
Distintas especies de aves poseen colas muy largas y vistosas. El investigador Diego Tuero encabeza un equipo de trabajo en el que intentan discernir las razones por las cuales esos pájaros desarrollaron esta característica, qué beneficios obtienen de ella y, también, si esas colas les traen aparejado algún tipo de perjuicio.
Las abundancia de alimentos y de elementos para anidar hace que cada vez sea mayor la presencia de estos animales en las urbes de diferentes países de todo el mundo. Sin embargo, la variedad de especies es menor en relación con las que se pueden encontrar en las áreas no urbanas.
La presencia de aves en los parques metropolitanos es cuatro veces mayor que en las calles no arboladas. Pero el verde solo no basta, porque si el tránsito y el ruido son intensos, también rehúyen aunque tengan una frondosa vegetación. Su abundancia es una buena señal para elegir sitios donde vivir menos alterados.
El tordo es un ave peculiar: no construye se propios nidos sino que deja sus huevos y la crianza de sus pichones a cargo de otras especies. Este comportamiento, llamado “parasitismo de cría”, es estudiado por Vanina Fiorini junto a un equipo de investigadores.
Es sabido que la coloración de las plumas y el canto suelen ser factores de atracción sexual entre las aves. Viviana Massoni estudia en jilgueros dorados de qué manera el cambio de color de sus plumas afecta sus características reproductivas y qué papel juega el canto en la elección de la pareja que realizan las hembras.
Relatos de campaña de un apasionado ecólogo de campo. De los pingüinos en Punta Tombo, Chubut, a las aves acuáticas de la Costanera, en la metrópoli porteña, pasando por los pájaros del Impenetrable chaqueño en Santiago del Estero, y, ahora, tras el rastro de las hormigas en el desierto del Monte, en Mendoza.
Todos algunos vez nos topamos con especies que vienen al país tras volar miles y miles de kilómetros. Son las aves migratorias. En el mundo, cada año 50 mil millones de individuos emprenden sus viajes con variados destinos y los científicos las siguen de cerca con ayuda de diferentes tecnologías.
El águila coronada, una de las especies de aves rapaces de mayor tamaño que vuela los cielos de nuestro país y Sudamérica, se encuentra en riesgo de extinción. Es más, en Uruguay ya ha desaparecido. Estudios realizados en la Argentina muestran que la principal amenaza es el hombre.
Científicos argentinos lograron definir la ruta y el lugar donde pasa el invierno una pequeña ave migratoria que vuela más de cinco mil kilómetros por Sudamérica. La especie resulta una pieza clave para regenerar el ecosistema de bosques patagónicos dañados por el fuego, la actividad volcánica y otras catástrofes.
Cuando estas aves migratorias fueron puestas bajo investigación surgió algo inesperado: sólo el 5 por ciento habían sido infieles. En términos biológicos, a esta característica se la denomina monogamia genética. En contra de lo supuesto, el tamaño de la cola no parece incidir en la reproducción.
Según un estudio, si en vez de eucaliptos o pinos, se plantaran árboles de hojas caducas, disminuirían las cotorras y palomas torcazas que pueden afectar cultivos bonaerenses.