Florentino Ameghino. Reprod.: CePro-EXACTAS
Conferencia

Recordando a Ameghino

En el marco de las conmemoraciones del “2011 Año Ameghino”, el Área de Paleontología del Departamento de Ciencias Geológicas realizó un ciclo de disertaciones que abarcaron tanto distintos aspectos de la vida de este polifacético científico, como sus aportes a las distintas disciplinas del conocimiento y su intenso intercambio con otros investigadores de la época.

1 Sep 2011 POR
Florentino Ameghino. Reprod.: CePro-EXACTAS

Florentino Ameghino. Reprod.: CePro-EXACTAS

La primera de las conferencias estuvo a cargo del investigador Mariano Bond, quien hizo un paralelo entre la época en que vivió Florentino Ameghino (1854-1911), y los cambios que fue experimentando la ciudad de Buenos Aires desde los primeros años de la organización nacional, cuando era la “gran aldea”, hasta la celebración del Centenario de la Revolución de Mayo.

”Los hombres viven en un tiempo, y sufren los avatares sociales y políticos de ese tiempo”, señaló Bond, y agregó: “Ameghino cumple un ciclo, nace luego de la caída de Rosas, y fallece poco después del Centenario. Es un típico representante de la generación del 80”.

Ameghino nació en el seno de una familia de inmigrantes italianos, en la ciudad de Luján, donde transcurre su infancia, en una época enfrentamientos entre Buenos Aires y la Confederación.

Ya en su niñez sintió atracción por la búsqueda de fósiles. Luján tenía ya una larga tradición en paleontología. Allí se había encontrado el esqueleto completo de un megaterio y también allí residía el doctor Francisco Javier Muñiz, un médico militar con participación destacada en las guerras civiles, muy interesado en los fósiles y que había formado una importante colección, parte de la cual sería donada al Museo Público de Buenos Aires, que funcionaba en el viejo edificio de la Manzana de las Luces. Esos fósiles serían estudiados por Germán Burmeister, un científico alemán contratado por Sarmiento.

Un maestro de Luján percibió la inteligencia de Florentino y convenció a sus padres para llevarlo a Buenos Aires, a estudiar en la Escuela Normal de Preceptores. En 1869, la familia vuelve y se establece en Mercedes. Ameghino, con el título de subpreceptor, comienza a trabajar en la escuela de Mercedes. Allí, en esos años, empezó a coleccionar fósiles de mamíferos y antigüedades indígenas, actividad que era bastante habitual en aquella época en la zona de campaña.

En ese momento hay una epidemia de cólera en Buenos Aires, y en 1871, traída por las tropas que vuelven de la guerra del Paraguay, se desata la fiebre amarilla, con una gran mortandad. En ese momento, muere Muñiz, atendiendo enfermos.

“Esa epidemia marca el fin de la vieja ciudad colonial. Se habilita la Chacarita y, sobre el cementerio viejo del sur, que ya estaba colmado, se construye un parque donde se levanta un monumento en memoria de las víctimas de la fiebre amarilla. El parque, que se halla frente al Hospital Muñiz, curiosamente, se llama Ameghino”, comenta Bond, poniendo énfasis en la coincidencia.

Por aquella época se crea la Sociedad Paleontológica de Buenos Aires que, si bien luego se disolvería, es la más antigua de Latinoamérica, destacó Bond. En 1872, se funda la Sociedad Científica Argentina, donde hay figuras como Estanislao Zeballos y Francisco Moreno, interesados por la arqueología y la paleontología. Ameghino entra en contacto con esa Sociedad, y presenta una serie de hallazgos y una monografía, que no tiene la repercusión que él esperaba.

En 1878, Ameghino asiste a la exposición universal de París. “Allí se casa, y luego vende parte de su colección de fósiles. Con ese dinero edita una de sus obras más notables: La antigüedad del hombre en el Plata, con observaciones interesantes sobre la estratigrafía del área Pampeana”, comentó Bond.

Por aquellos años, en la Argentina se producían grandes cambios. La Patagonia comienza a ser ocupada, luego de la expedición militar comandada por Julio Roca, y a partir de ese momento estará disponible para la observación científica.

Cuando Ameghino vuelve de Europa, encuentra que Buenos Aries es la capital nacional, y va camino a convertirse en una gran ciudad. Él funda una librería en la avenida Rivadavia y recibe el ofrecimiento de un cargo de profesor por parte de la Universidad de Córdoba. Más tarde ocupará el cargo de subdirector del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, cuyo director era Francisco Moreno. Aporta al Museo su colección de fósiles, pero posteriormente se enfrentará con Moreno, quien lo exonera de su cargo y le prohíbe la entrada al museo. A pesar de ello, sigue viviendo en La Plata, y publica: Los mamíferos fósiles de la República Argentina. “Solo por esta obra Ameghino debería considerarse la personalidad más brillante de la paleontología argentina. Él decía que esta obra de mil páginas era una introducción”, subrayó Bond.

En 1902, es nombrado director del Museo Público de Buenos Aires, (hoy Museo Nacional de Ciencias Naturales), donde desarrolla una gran actividad; publica los Anales y, en 1906, “una obra también notable: Las Formaciones sedimentarias del Cretácico Superior de la Patagonia, que sintetiza todo su conocimiento de la geología de esa región”, destacó el investigador. Y agregó: “Hoy sabemos que muchas de las relaciones que establecía entre organismos no eran correctas, y tampoco la antigüedad que les asignaba. Sin embargo, el esquema estratigráfico sigue vigente”.

Ameghino insistía para que el Museo tuviera un edificio propio. Le ofrecieron el asilo de mendigos, en la Recoleta, y también un edificio en Barracas. Pero el traslado no se concretó sino en 1934, cuando fue emplazado en su ubicación actual en el Parque Centenario.

Cerca del Centenario, mueren su madre y su esposa, pero él sigue trabajando. Vuelve a su obsesión: el origen americano del hombre. Gracias a los fósiles recolectados por su hermano, reconstruye la filogenia de la humanidad. Considera que los primates de la Patagonia se relacionan con el hombre americano, y sostiene que aquí está la cuna de la humanidad. “A nosotros nos parece exagerado, pero por esa época los ingleses proponían al hombre de Piltdown, que fue un fraude”, recordó Bond.

En agosto de 1911, Ameghino fallece. Su funeral se realiza en el Teatro Argentino de La Plata, donde Jean Jaures, el político socialista que estaba de visita en la Argentina, brinda unas palabras en su homenaje.

“Con el tiempo Ameghino va a recibir ataques, sobre todo por su teoría antropológica, pero su paleontología y estratigrafía son inobjetables. Es el legado ameghiniano que nos queda”, concluyó Bond.

Ameghino internacional

Irina Podgorny, investigadora en el Archivo Histórico de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, se centró en las redes de intercambio entre Ameghino y otros investigadores y su rol en la definición de la geología de América del Sur.

“En las biografías de Ameghino se fue reforzando la idea del sabio que se hizo solo, y que luchó por imponer el evolucionismo en un contexto adverso. Se insistía en presentarlo como un personaje solitario y aislado”, señaló la investigadora.

Y prosiguió: “Sin embargo, lo interesante es que Ameghino, en realidad, estaba insertado en una red de estudiosos de fósiles, que lo reconocen desde temprano y le envían piezas para que él pueda componer sus taxonomías”.

Por un lado, el naturalista, siendo el mayor de tres hermanos, contó con una estructura familiar que le permitió sostener sus actividades. Su hermano Juan se ocupaba de la librería, y Carlos, de la recolección de fósiles en la Patagonia.

Por otro lado, “disponía de una red internacional de intercambio de información y datos, que le permitió transformarse en un referente internacional de la paleontología de mamíferos”, destacó Podgorny.

En Brasil vivía el naturalista alemán Hermann von Ihering, que fue reconocido por su contribución al conocimiento de la geología de ese país. Ese investigador había propuesto una teoría sobre un puente continental denominado Archhelenis, que permitía explicar las similitudes biogeográficas en puntos actualmente distantes de los continentes.

“En aquel entonces, esa teoría gozaba de aceptación, y había sido generada y promovida en parte sobre la base de las contribuciones y la colaboración estrecha que Ameghino había iniciado con von Ihering desde 1890 a partir del intercambio de datos y colecciones”, relató.

El interés del sabio alemán era la clasificación de la fauna de invertebrados y moluscos, y su intención, combinar el estudio de moluscos con el de mamíferos para recomponer una estratigrafía de la Patagonia que discutiera los esquemas de Sudamérica realizados por los geólogos europeos. Estos últimos se basaban en la geología del hemisferio norte.

Von Ihering insistía en que no se podía mirar la geología del hemisferio sur con los ojos del hemisferio norte. Ameghino, por su parte, le mandaba moluscos fósiles, y aquél los describía y clasificaba.

Ninguno de los dos hacía trabajo de campo en la Patagonia. Von Ihering mandaba a un naturalista, y Florentino tenía a su hermano Carlos, que desde 1887, cuando él fue nombrado subdirector del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, tenía el cargo de naturalista viajero.

Más tarde, cuando Carlos también fue despedido por Moreno, Florentino conseguiría dinero para que su hermano pudiera seguir viajando. De hecho, “Ameghino podía publicar sus trabajos gracias a los materiales que le enviaba su hermano”, indicó Podgorny.

Ameghino fue cambiando su concepción sobre la fauna fósil de la Patagonia. En los inicios de la década de 1890, la presentaba como evidencia de los intercambios que en el Mioceno habrían  existido con América del Norte. Pero diez años más tarde propone que, ya en el Cretácico Superior, existía un gran continente austral, centro de origen de la clase de los mamíferos. Éstos se desarrollarían posteriormente en África, Asia y Europa, y volverían a entrar, transformados, por América del Norte.

La llamada teoría de Archhelenis de von Ihering explicaba la similitud en la fauna y las formaciones geológicas de la costa brasileña y la africana. La idea de los puentes que unían los continentes y hacían posible el pasaje de las especies le permitía a Ameghino decir que los mamíferos se habían originado en el antiguo territorio argentino y habían circulado a través de los puentes. Su idea sobre los antepasados “sudamericanos” de la humanidad también se relaciona con estas rutas  relacionadas con el centro de origen y distribución de los mamíferos.

La teoría de los puentes continentales era más aceptada por los paleontólogos y zoólogos que por los geólogos y geofísicos, pues éstos veían problemas con la dinámica y la física de las masas continentales.

Podgorny concluyó: “La celebración de Ameghino como sabio nacional olvidó el carácter internacional de su ciencia, cuya importancia reside en su estrecha relación con la ciencia internacional de la época, un rasgo esencial de la práctica científica en la Argentina”.