Rayos gamma

Nueva conexión estelar

Por primera vez, un equipo internacional liderado por investigadoras e investigadores de la Argentina, encontró evidencias de que existen rayos gamma que provienen de estrellas jóvenes, similares al Sol. Este hallazgo abre las puertas para comprender mejor cómo se formó nuestro sistema solar.

3 Oct 2023 POR

Eran erupciones raras, de esas que pueden producirse en las explosiones colosales del Universo pero que, en general, suelen aparecer en otros sitios. En este caso, esas radiaciones de alta energía no provenían de los confines del Cosmos, sino de nuestra galaxia, pero fuera del Sistema Solar que habitamos los terráqueos. ¿De dónde emanaban esos rayos gamma de origen desconocido? Científicas y científicos de la Argentina y España hallaron que venían de estrellas jóvenes, similares al Sol, algo hasta ahora inédito. Este descubrimiento en el espacio lejano corre el velo para comprender mejor el origen de nuestro mundo cercano.

“Los rayos gamma son los últimos en ser estudiados dentro del espectro electromagnético proveniente del Cosmos. Esto es porque resulta difícil detectarlos. No llegan a la superficie de la Tierra. Es necesario enviar satélites y, a nivel tecnológico, hace relativamente poco que se ha logrado contar con equipos de esta sensibilidad”, señala el astrofísico Leonardo Pellizza desde el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE, UBA – CONICET).

Dentro de la lista de fuentes observadas de rayos gamma, hay muchas que todavía no han sido identificadas.

Especialmente diseñado para estudiar las fuentes de rayos gamma, el telescopio espacial Fermi fue lanzado en 2008. Desde entonces, sus instrumentos, que suelen apuntar en dirección opuesta a la de nuestro planeta, no han parado de recopilar información. Estos datos obtenidos a lo largo de 14 años fueron analizados por un grupo científico internacional (ver recuadro, “El equipo”).

Leonardo Pelliza. Foto Diana Martinez Llaser

“Dentro de la lista de fuentes observadas de rayos gamma, hay muchas que todavía no han sido identificadas, o sea, no se sabe de dónde provienen. Una de estas fuentes es la que estuvimos estudiando con Agostina Filócomo, líder de este trabajo, y su director de tesis doctoral, Facundo Albacete-Colombo de la Universidad de Río Negro, junto con otros colegas de España y la Argentina”, precisa Pellizza, sobre la reciente publicación en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

Por lo menos, el 27 por ciento de los registros de rayos gamma detectados por los observatorios no se sabe de dónde surgen. “Comprender la naturaleza de estas fuentes desconocidas es uno de los problemas más importantes de la astronomía de rayos gamma en la actualidad”, indica la investigación.

¿En este caso en particular, de dónde venían? ¿Cuál era su origen? “Notamos que esa radiación estaba asociada a una región donde se forman estrellas de baja masa, parecidas al Sol. Hasta entonces, los emisores de rayos gamma conocidos sólo provenían de estrellas de gran masa o de sistemas con agujeros negros”, marca Pellizza, doctor en Astronomía e investigador del CONICET. Y, enseguida añade: “Esta es la primera vez que se hace esta asociación y se reúne una evidencia bastante robusta de que efectivamente los rayos gamma vienen de este tipo de estrellas y no de otros objetos”.

Hasta ahora, los emisores de rayos gamma conocidos sólo provenían de estrellas de gran masa o de sistemas con agujeros negros.

Primera vez

“Una sensación de felicidad, de sentir que vamos por el camino correcto”, fue lo que vivió junto con el equipo, tras ser los primeros en detectar que un tipo de estrella joven de baja masa, es capaz de emitir radiación gamma. “Es uno de esos momentos en que uno se pone contento porque es la primera vez que encuentra algo que pensaba que debía existir, pero que nunca había hallado evidencia. También, uno se maravilla por las puertas que se abren hacia el futuro”, agrega.

Si bien, hasta este hallazgo no era conocido que pudiera haber radiación gamma en este tipo de estrellas, llamadas T Tauri, sí se sabía en qué consistían: una estrella central y un disco de gas y polvo orbitando a su alrededor, donde podrían formarse planetas.

En este caso, ciertas mega erupciones registradas en un determinado momento atrajeron la atención del equipo científico. “Supusimos que estas erupciones se daban cada cierto tiempo considerable porque luego pasaron 10 años sin que se observara ninguna otra”, dice. Tras una serie de cálculos y estadísticas de este fenómeno concluyeron: “Lo más plausible era que esos rayos gamma provinieran efectivamente de tormentas magnéticas que se producirían en las atmósferas de estas estrellas T Tauri, que son bastantes parecidas a las que hay en el Sol”.

Si bien esas tormentas estelares pueden resultar similares a las que ocurren en el Sol, las dimensiones son diferentes.

Si bien esas tormentas estelares pueden resultar similares a las que ocurren en nuestra estrella más cercana, las dimensiones son diferentes. En el caso de las T Tauri son “millones de veces más potentes, y ocupan regiones más grandes. Si hubiera una de estas erupciones en el Sol, yo creo que la pasaríamos bastante mal en la Tierra”, sugiere Pellizza, integrante del Grupo de Astrofísica Numérica y Extragaláctica del IAFE.

Estas T Tauri no solo ofrecen espectáculos en dimensiones amplificadas, sino que también muestran qué ocurre cuando una estrella parecida al Sol se encuentra en su cuna, en plena gestación. Y esto podría ofrecer datos sobre el origen de nuestro Sistema Solar.  “Esto sería de algún modo un atisbo de cómo fue la interacción del Sol con su entorno en el pasado, cuando se estaba formando, y cómo pudo eso haber afectado a la formación de nuestro sistema planetario”, compara.

El futuro aguarda más cálculos, estimaciones y sumergirse en más preguntas que buscan respuestas. “De algún modo, con este hallazgo, una nueva etapa se abre en el conocimiento de los fenómenos magnéticos y muy energéticos en estrellas jóvenes.  Ahora, -concluye- habrá que seguir buscando”.

El equipo

Agostina Filócomo, Facundo Albacete-Colombo, Enrique Mestre, Leonardo Pellizza y Jorge Combi, estuvieron a cargo de la investigación publicada en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. El grupo forma parte de distintas unidades académicas de la Argentina y de España, como la Universidad Nacional de Río Negro, la Universidad Nacional de La Plata, el Instituto de Astronomía y Física del Espacio y el Instituto Argentino de Radioastronomía, la Universidad de Jaén y el Institute of Space Sciences (ICE, CSIC) de Barcelona.