Proteína buena, barata y abundante
Un laboratorio de Exactas UBA consiguió establecer un sistema de muy bajo costo y alta eficiencia para producir a escala industrial una proteína del coronavirus que se utiliza para la elaboración de test diagnósticos, de antisueros y de vacunas.
Son parte de un consorcio que se conformó en marzo, poco antes del inicio de la cuarentena obligatoria, cuando distintos grupos de investigación pertenecientes a diferentes instituciones públicas del sistema científico nacional se unieron para trabajar en conjunto en el diseño y la preparación de herramientas útiles para el diagnóstico, el tratamiento y la prevención de la COVID-19.
Se presentaron a la convocatoria para financiar Ideas-Proyecto COVID 19 que lanzó por aquel entonces la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) del Ministerio de Ciencia. Pero su propuesta no fue aceptada. No obstante, consiguieron donaciones que les permitieron contar con los medios para empezar el trabajo. Mientras, efectuaron un pedido de reconsideración a la ANPCyT.
Se habían planteado dos objetivos centrales: establecer un sistema de producción que permitiera proveer a los laboratorios públicos y privados de grandes cantidades de una proteína cuya demanda crece incesantemente, debido a que es una molécula clave para la fabricación de test diagnósticos y para el desarrollo de productos terapéuticos, como antisueros o vacunas. El otro objetivo: conseguir una proteína altamente inmunogénica con un potencial uso para vacuna.
Estamos hablando de un equipo de investigadores e investigadoras del Instituto de Biociencias, Biotecnología y Biología Traslacional (IB3) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA que acaba de cumplir con su primer objetivo. Y que ya está haciendo los primeros ensayos con animales para probar el inmunógeno. Y que, además, ahora cuenta con el subsidio aprobado por la ANPCyT, que reconsideró su decisión.
La joya de la corona
La proteína que los laboratorios están utilizando para la fabricación de productos diagnósticos y terapéuticos es la que le permite al coronavirus ingresar a las células que infecta y, también, la que provoca la respuesta inmune del huésped, es decir, la producción de anticuerpos. Se la denomina Spike (espina, en inglés), porque es la que forma las espinas que sobresalen de la superficie del virus y es la que, cuando se observa en el plano con un microscopio electrónico, le da a la partícula viral el aspecto de una corona.
En el IB3, producen un fragmento de la proteína Spike, el dominio RBD, que es la parte de la molécula que se une específicamente al receptor de las células huésped y que posibilita el ingreso del virus a través de la membrana celular. El fragmento RBD por sí solo también genera anticuerpos y, por lo tanto, este pedacito de Spike es suficiente para los estudios y desarrollos que hoy están demandando grandes cantidades de la proteína completa.
Hace pocos meses, NEXciencia daba a conocer los primeros pasos que estaba dando el IB3 para desarrollar su proyecto. En aquel entonces, varios laboratorios ya estaban recibiendo la proteína RBD producida en el IB3, que la fabricaba mediante el método estándar, es decir, en cultivos de células humanas.
También en aquel entonces, se anunciaba que habían logrado producir la proteína RBD en levaduras, que son organismos que se pueden hacer crecer en fermentadores y que, por lo tanto, permiten fabricar grandes cantidades de proteína a bajo costo.
Pero todavía faltaba hacer los estudios estructurales y funcionales que aseguraran que la proteína RBD producida por las levaduras anduviera bien: “Comprobamos que se comporta igual que la producida en células humanas”, señala Cecilia D’Alessio, investigadora del CONICET en el IB3. “Estamos consiguiendo un rendimiento diez veces mayor que el que se obtiene con las células humanas, y con un costo económico diez veces menor”, revela, y resalta: “Estamos optimizando el proceso para que el rendimiento sea aun mayor. Es un sistema que tiene muy bajo costo y alta eficiencia, y que permite producir RBD a escala industrial”.
Colaborar es la tarea
En un Manifiesto que elaboraron durante su conformación, los integrantes del consorcio científico del que forma parte el IB3 exteriorizaron su intención de trabajar de manera horizontal: “sin más jerarquía que la confiere el conocimiento y la argumentación” y haciendo el mejor esfuerzo “por dejar los egos de lado”. De igual manera, establecieron que “la prioridad es hacer llegar a la sociedad nuestros desarrollos de la manera más rápida y accesible posible”.
A lo largo de la entrevista con Cecilia D’Alessio se percibe que aquellas intenciones fundacionales siguen vivas en el grupo de investigación. Una de las palabras que más repite la investigadora es “colaboración”. Y lo hace para referirse a un abanico de instituciones públicas y privadas de distintos lugares del país que están abocadas al desarrollo de productos diagnósticos y terapéuticos para la COVID-19, a las cuales el IB3 les está proveyendo la proteína RBD.“Armamos una red de colaboración con un montón de instituciones para distribuir, en forma no exclusiva, la proteína que nosotros producimos”, explica. “Ahora estamos en conversaciones con la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (ANLAP) para potenciar la llegada y el alcance de nuestro aporte”.