Un premio con onda
Los estadounidenses Reiner Weiss, Barry Barish y Kip Thorne, se llevaron el prestigioso galardón otorgado por la Real Academia Sueca gracias a su investigación sobre las ondas gravitacionales predichas por Albert Einstein hace un siglo. Mario Díaz, uno de los tres argentinos que colabora en el proyecto LIGO, ahora como profesor visitante a Exactas UBA, contextualiza el logro.
«Esto es algo completamente nuevo y diferente y abrió mundos jamás vistos», señaló la Real Academia Sueca de Ciencias en el comunicado en que anunció el Nobel de Física 2017 a los estadounidenses Reiner Weiss, Barry Barish y Kip Thorne por «su decisiva contribución en el detector LIGO y la observación de las ondas gravitacionales».
Mario Díaz, profesor de la Universidad de Texas, Estados Unidos, es uno de los tres argentinos que colabora en el proyecto LIGO y, actualmente, se encuentra como profesor visitante en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. «La verdad es que todo el mundo esperaba que se diera este premio», indica, y recuerda: «El año pasado hubo un poco de desilusión porque se esperaba que fuera entonces. Pero, tal vez, era pronto todavía. La duda era quién sería el tercer galardonado porque en realidad los tres candidatos originales siempre fueron Rainer Weiss, Kip Thorne y Ron Drever, pero él falleció el año pasado. Entonces había algunos nombres, como quien fue la vocera de nuestra investigación científica en el momento del anuncio de la detección, (la argentina) Gabriela González. Yo me había hecho ilusiones de que fuera ella. Pero Barry (Barish) es justo, porque fue quien puso a andar a LIGO, y lo armó como un gran proyecto de ciencia en su momento cuando la situación era un poco caótica hace 20 años».
El 14 de septiembre de 2015, las ondas gravitacionales del universo se observaron por primera vez. Las ondas, que fueron predichas por Albert Einstein hace cien años, vinieron de una colisión entre dos agujeros negros y llevó 1.200 millones de años luz, o sea, la luz tardó 1.200 millones de años en llegar a la Tierra y ser detectada en Estados Unidos por el Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO).
«La importancia en ese momento y la importancia histórica de la detección como tal es confirmar un aspecto de la teoría de Einsten que fue conflictivo por muchos años. La historia de la detección de las ondas gravitacionales es épica. Son cien años. Probablemente, ninguna partícula o fenómeno predicho de la historia moderna de la física ha llevado tanto tiempo de ser verificado. Por ejemplo, el bosón de Higgs llevó unos treinta años entre predicción y descubrimiento», destaca Díaz, quien es director del Centro de Astronomía de Ondas Gravitacionales de la Universidad de Texas.
A renglón seguido, el experto compara este hallazgo con otros de la ciencia. «Muchos otros fenómenos nunca tardaron tanto desde la predicción teórica hasta el descubrimiento. Cien años es mucho tiempo -remarca-, pero además por mucho tiempo se dudó. La teoría de la relatividad de Einstein es muy compleja desde el punto de vista de su estructura, de su formalismo. Es simple, es muy elegante, pero muy compleja matemáticamente. En los años 30, 40 e incluso 70 había gente que dudaba que fueran reales las ondas gravitacionales. Se pensaba que era un efecto más bien matemático de la teoría. Recién en los 70, cuando se descubre el pulsar binario por el cual le dan el Nobel a Josehp Taylor y Russell Hulse, se ve que existen objetos que pierden energía gravitacional, y se mide la pérdida de energía que coincide con la teoría de relatividad general. Recién en los 70 se sabe que existen estos objetos. Y luego, haber detectado las ondas gravitacionales significa haber cerrado un ciclo».
Díaz destaca que, con este logro obtenido en septiembre de 2015 y publicado al año siguiente, no sólo se cerró una etapa. «Lo que se hace es abrir un nuevo ciclo porque da una nueva ventana al universo. Esencialmente, empieza toda una serie de historias nuevas. Por ejemplo, los agujeros negros que se están descubriendo son más pesados de lo que se creía. Se esperaba que fueran diez masas solares, y tienen 30 masas solares. Es decir, tres veces más de la esperada. Quiere decir que la evolución estelar no sucede exactamente como pensamos que era. Cuando se empiecen a descubrir estrellas de neutrones, y eso sucederá muy pronto, vamos a aprender muchas cosas. Por ejemplo, sobre teoría nuclear, cuál es el estado de la materia en las estrellas de neutrones que son objetos tremendamente compactos. Y muchos otros fenómenos astrofísicos que se podrán empezar a investigar gracias a las observaciones de ondas gravitacionales. Sobre todo la complementación, el poder hacerlo simultáneamente con el estudio de la radiación electromagnética de los eventos. Todo esto abre una nueva astronomía, a la que se le ha dado un nombre: astronomía de mensajeros múltiples. El significado es doble: el significado histórico de culminar un ciclo, y el de abrir otro».