Un premio con acento alemán
Guillermo Cortiñas, matemático de Exactas UBA, fue distinguido por la prestigiosa Fundación Alexander Von Humboldt. La institución premia, cada año, a un centenar de científicos de todo el mundo cuyos trabajos han tenido un impacto significativo en su propia disciplina. Cortiñas viajará a Alemania donde permanecerá seis meses trabajando con un grupo de colegas de una universidad en temas de su interés.
La Fundación Alexander von Humboldt fue creada en 1953 por el gobierno alemán. Tiene su sede en la ciudad de Bonn. Actualmente, mantiene una red de 26 mil científicos en más de 140 países, incluidos 51 ganadores del Premio Nobel. Cada año, esta institución distingue a un centenar de científicos de todo el mundo. El premio Von Humboldt Research se otorga en reconocimiento a investigaciones cuyos desarrollos fundamentales, nuevas teorías o conocimientos han tenido un impacto significativo en su propia disciplina.
A fines del año pasado, la noticia sobre el galardón llegó hasta Buenos Aires donde fue recibida con alegría por el matemático argentino Guillermo Cortiñas, quién actualmente es profesor del Departamento de Matemática de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA e investigador del CONICET. “Estoy muy contento. Es un premio importante, un reconocimiento muy lindo”, asegura desde su oficina en el segundo piso del Pabellón I de Ciudad Universitaria.
Además de la satisfacción personal por el reconocimiento, el premio está valuado en 60 mil euros e incluye una invitación para llevar a cabo una estancia de investigación en Alemania. “Voy a viajar para septiembre de 2018 y voy a permanecer seis meses en la Universidad de Münster, donde ya he estado en otras oportunidades, trabajando con Joachim Cuntz, que fue quién me postuló en la convocatoria”.
Cortiñas es un referente internacional en K- teoría, álgebra homológica y geometría no conmutativa. Sus trabajos son publicados por las revistas internacionales más prestigiosas. Para intentar transmitir a los no iniciados una idea acerca de lo que tratan algunas de las áreas en las que trabaja, Cortiñas lleva a cabo en enorme esfuerzo de simplificación. “Hace ya muchos años, Heisenberg estableció un principio de incertidumbre por el cual la propiedad conmutativa de la matemática tradicional, -esa que dice que ‘el orden de los factores no altera el producto’-, no se aplica en la física cuántica. Allí, no es lo mismo hacer 2 por 3 que 3 por 2. Por lo tanto, se hizo necesario encontrar una estructura no conmutativa que permitiera modelar adecuadamente los fenómenos cuánticos. Bueno, una de esas teorías es la K-teoría”, explica.
La vocación de Cortiñas por la ciencia se despertó durante su infancia. “Es que era malo para los deportes”, se ríe. Así, cuenta, “mientras otros chicos querían salir campeones de fútbol yo fantaseaba con ganar un Nobel”. Durante la secundaria si bien sus notas en Física y Química no eran tan buenas, igual estaba seguro de que quería seguir algo relacionado con la ciencia. La primera opción fue Astronomía pero luego lo convencieron de que se inscribiera en Física. Así llegó hasta Exactas en 1979, aprobó el examen vigente por esos años de dictadura e ingresó. Sin embargo, al poco tiempo se dio cuenta de que su verdadera pasión era la matemática. Se cambió de carrera y se recibió en 1984. Luego completó su doctorado en 1989.
Más allá de la larga tradición en matemática que tiene la Argentina, donde hubo exponentes de la altura de Luis Santaló, para Cortiñas el premio que le otorgaron está muy relacionado con un salto muy importante que la disciplina viene teniendo a partir del nuevo siglo. “Hasta hace unos 15 ó 20 años no había ningún paper de ningún matemática argentino, que trabajara en una institución de nuestro país, en las dos o tres revistas internacionales más importantes. En los últimos años eso cambió”, cuenta con entusiasmo. Y sigue: “Otro indicador que demuestra el grado de reconocimiento internacional que hoy tenemos es que, a partir del 2006, empezamos a ser invitados como oradores en los congresos que organiza la Unión Matemática Internacional. Ese año la distinción le correspondió a Ricardo Durán (Exactas UBA) y en 2014 viajamos Nicolás Andeskiwich (UNC) y yo. Antes de eso, ningún argentino había tenido ese honor”, asegura con orgullo.
A la hora de pensar en las razones que motivaron tal desarrollo, el investigador señala que una de ellas ha sido el mayor financiamiento que ha facilitado los viajes internacionales para participar más asiduamente de congresos de la especialidad. Asimismo, relata Cortiñas, “antes, cuando un matemático lograba alcanzar un cierto nivel que lo convertía en candidato para recibir algún premio, se iba a trabajar al exterior. De los de mi generación, gran parte emigró. En cambio, en los últimos años, empezaron a volver y a quedarse”.
En otro orden de cosas, Cortiñas destaca la labor realizada por Adrián Paenza. “A partir de sus libros y programas, Paenza logró que en el inconsciente colectivo cobrara valor la matemática en particular y las ciencias duras en general. Eso ayudó mucho a que, por ejemplo, la creación del Ministerio de Ciencia tuviera un amplio consenso social”.
Finalmente, Cortiñas asegura que los alumnos de Matemática de Exactas culminan su licenciatura con un excelente nivel. “A diferencia de lo que ocurrió en Estados Unidos y Europa acá se decidió que las carreras de grado sigan siendo largas, por lo cual un egresado de la Facultad puede competir perfectamente con uno que haya terminado un máster en cualquier universidad del primer mundo”, completa.