Excepción a la regla
Una investigación franco argentina contradice la creencia generalizada que dice que los insectos no son aptos para vivir en el mar. Su último trabajo indica que los piojos de elefantes marinos acompañan a sus huéspedes durante sus travesías oceánicas pudiendo sobrevivir a más de dos mil metros de profundidad.
Pese a estar presentes en casi todos los hábitats continentales y ser de los animales vivos con mayor éxito evolutivo y ecológico, los insectos no disfrutan del mar. No se zambullen en sus aguas ni se los encuentra en las profundidades. Sin embargo, hay quienes logran quebrar esa norma.
En una reciente charla dictada en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, el investigador argentino radicado en Francia, Claudio Lazzari, referente en el estudio de insectos hematófagos, presentó uno de sus últimos trabajos en el que su equipo de la Universidad de Tours ha colaborado con grupos argentinos, principalmente el de María Soledad Leonardi, investigadora del CONICET en el Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR) en Puerto Madryn.
Bajo el título “¿Por qué no hay insectos en el mar?”, el biólogo relativizó algunas explicaciones comunes sobre esa ausencia y afirmó que, pese a lo que suele creerse, los insectos no están naturalmente incapacitados para vivir en el océano.
Este hallazgo es un avance importante para abandonar la idea de que los insectos no son aptos para sobrevivir en el océano.
El investigador afirmó que se conocen pocas especies a las que les va bien en el agua. Un caso es el de los famosos “patinadores de los océanos”, que sobreviven mar adentro. Sin embargo, como permanecen en la superficie y no se sumergen, no se los puede considerar propiamente marinos.
Por eso es importante el trabajo publicado en la revista Insects, cuya primera autora es María Soledad Leonardi, que indica que los piojos adultos de elefantes marinos se sumergen con sus hospedadores, pudiendo llegar a tolerar la presión a más de dos mil metros de profundidad.
Según Claudio Lazzari, este hallazgo es un avance importante para abandonar la idea de que los insectos no son aptos para sobrevivir en el océano, pero también para comprender por qué no han colonizado sus aguas. Por eso para él la pregunta correcta es: “¿por qué hay tan pocos insectos en el mar?”.
Un paseo submarino
Soledad Leonardi descubrió en la Antártida piojos adultos adheridos al cuerpo de elefantes marinos en tierra. Esto indicaba que esos insectos habían viajado con su anfitrión, contradiciendo la creencia de que morían con las inmersiones. Pero el viaje planteaba una serie de problemas, ya que estos mamíferos marinos son, en palabras de Lazzari, “campeones buceadores”, llegando a pasar varios meses en alta mar y alimentándose en profundidades significativas. ¿Cómo podrían sobrevivir a esa travesía?
José Crespo, investigador en el Grupo de Ecología Térmica de Insectos (GETI) del Laboratorio de Entomología Experimental del Departamento de Ecología, Genética y Evolución de Exactas UBA y coautor del trabajo -al igual que Florencia Soto, del IBIOMAR- explica que esta especie de piojos ha evolucionado a la par de su hospedador. “Cuando empecé a interiorizarme en estos parásitos, por una invitación de Claudio, nos preguntábamos si sería verdad que los piojos van con los hospedadores y se meten en el mar acompañándolos durante todo el trayecto”, comenta Crespo. Y agrega: “Todos los datos que tenemos apuntan a que efectivamente es así. Entonces, la incógnita ahora es cómo lo logran”.
Para que sobrevivan piojos originalmente terrestres en las profundidades del océano, tuvieron que evolucionar gradualmente.
Para el biólogo, quien aportó las bases estadísticas para validar el estudio, el problema a resolver es cómo respiran. “Hay insectos que han colonizado las primeras capas de un medio acuoso, por ejemplo, las larvas de mosquitos, pero no siempre están inmersos en el agua y pueden respirar tanto desde la superficie como capturando burbujas de aire. Pero nada de eso es posible en las profundidades a las que se someten estos parásitos”, explica.
“Se podría considerar que no son estrictamente marinos por no reproducirse en el agua pero tienen una gran capacidad de adaptación a ese medioambiente, lo cual es toda una novedad”, destaca Crespo, al tiempo que señala un rasgo evolutivo particular: “Todos los datos que tenemos de las distintas especies que se están estudiando indican una adaptación general del grupo. Pero es una adaptación que acompaña al hospedador, es lo que se conoce como coevolución. Cuando el hospedador adquiere una estrategia novedosa, el parásito necesariamente debe acompañarlo”.
Así, para que sobrevivan piojos originalmente terrestres en las profundidades del océano, tuvieron que evolucionar gradualmente para tolerar las condiciones físicas de ambientes extremos como las profundidades oceánicas, con baja temperatura, alta presión y salinidad.
Piojos en modo ahorro
El estudio requirió recolectar una cantidad considerable de piojos y someterlos a altas presiones hidrostáticas. Así se demostró que pueden sobrevivir, aunque no todos. “Se trabajó en distintas etapas del desarrollo y lo que encontramos es que hay una supervivencia diferencial: los adultos sí tienen la capacidad de sobrevivir a esas condiciones, las ninfas no tanto. Eso nos da la pauta de que es plausible que sean los adultos quienes acompañen a los hospedadores en la travesía mientras que la etapa reproductiva y el desarrollo tenga lugar cuando estén en tierra”, aclara Crespo.
Lo que se pretende ahora es dilucidar cómo respiran en el agua. En base a lo observado, parecen reducir el metabolismo.
Según el investigador, lo que se pretende ahora es dilucidar cómo respiran en el agua. “Claudio (Lazzari) nos brindó un instrumento que permite medir directamente el consumo de oxígeno del agua. Con eso, Soledad (Leonardi) busca comprender el mecanismo por el cual los piojos respiran”, comenta.
Las preguntas son muchas. En base a lo observado, parecen reducir el metabolismo. Para Crespo existen muchísimos condicionamientos para que puedan respirar: “con este nuevo estudio se podrá ver si consumen oxígeno y si lo hacen directamente desde el agua o si utilizan otro mecanismo”, anticipa. Una posibilidad es que recurran al oxígeno acumulado en las células.
El estudio, además, brinda pistas para entender por qué los insectos no colonizaron el mar. En la charla que brindó en Exactas UBA, Lazzari se refirió a una línea de investigación focalizada en la evolución de la cutícula, su intercambio con el oxígeno y la adaptación al ambiente. Así, los insectos habrían evolucionado logrando un exoesqueleto que facilita la vida fuera del agua. Sin embargo, las adaptaciones que han atravesado estos parásitos para bucear en el mar confirman no solo una excepción a la regla, sino también que los piojos pueden llegar a ser compañeros realmente inseparables.