Reconocimiento

Brillante como el oro

Paula Angelomé es investigadora del CONICET en la Comisión de Energía Atómica y reciente ganadora del Premio Nacional L´Oréal-UNESCO 2024 por su proyecto sobre reciclado de oro para la creación de nanomateriales. La pasión por la química, la nanotecnología nacional, los problemas de financiamiento en un año difícil y las posibilidades abiertas por el premio son algunos de los temas que recorre en esta charla con NEXciencia.

26 Dic 2024 POR

Paula Angelomé iba a ser periodista deportiva. Fanática del fútbol, hincha de Boca, durante muchos años estuvo convencida de que su futuro oscilaría entre los medios de comunicación y las canchas. Sin embargo, una docente de cuarto año del secundario le torció el destino al mostrarle un mundo que la maravilló: el de la química. “Traía experimentos y me fasciné. Que puedas mezclar dos cosas y se forme una nueva me pareció espectacular. Y me sigue pasando ahora”, expresa.

Las ciencias exactas y naturales siempre le resultaron familiares: “Mi mamá es profesora de física y mi tía estudió química, y yo siempre fui mejor en matemática que en lengua”, relata. Sin embargo, tuvo oportunidad de probarse en una redacción: “En el último año de la escuela hice una pasantía en Página12, trabajé unos meses, me gustó, pero me di cuenta de que me gustaba más la química”, reconoce.

Entró en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en 1998 sin tener en claro si quería dedicarse a la docencia, a la investigación o a trabajar en la industria. De allí en más, fue consolidando su carrera científica, en particular, en la química de materiales. Hoy es investigadora del CONICET en el Instituto de Nanociencia y Nanotecnología de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y es la nueva galardonada con el Premio Nacional L´Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia 2024”.  “La verdad es que no me tenía mucha fe, no lo estaba esperando”, se sincera Angelomé. Y cuenta: “Esta es la tercera vez que me presenté al premio y lo hice por la insistencia de colegas”.

“Gracias al premio, el año que viene voy a tener fondos para financiar los proyectos que no iba a tener de otra manera”.

“Fue una alegría enorme en muchos aspectos. En principio, porque implica dinero para investigar. Gracias al premio, el año que viene voy a tener fondos para financiar los proyectos que no iba a tener de otra manera. Por otro lado, creo que es muy importante la visibilización que da. Permite mostrar que quienes investigamos en Argentina hacemos cosas interesantes que llaman la atención de la gente. Al mismo tiempo, visibiliza que las mujeres hacemos buena ciencia y podemos dirigir proyectos. Las seis ganadoras somos directoras de proyectos reconocidos como valiosos por nuestros pares. Ojalá también sirva para generar más compromiso de la sociedad con la ciencia en general”, expresa.

La ceremonia de entrega tuvo lugar el 26 de noviembre en el Centro Cultural de la Ciencia (C3) y contó con la presencia de autoridades y de galardonadas anteriores. El Premio se otorga en el país desde hace dieciocho años y, según expresa en su sitio web, se propone “distinguir y estimular la participación de mujeres en el campo científico”. “Es una noticia buenísima para terminar un año difícil”, sintetiza Angelomé.

Oro circular

El proyecto por el cual obtuvo el Premio de esta edición –las demás científicas fueron distinguidas en las categorías de mención especial y de beca– propone utilizar materiales reciclados en la producción de nanomateriales nuevos. “Nuestro grupo tiene veinte años, lo fundó Galo Soler Illia, y desde ese momento nos dedicamos a distintos aspectos de la química de materiales”, comenta Angelomé. Y continúa: “Se trata de preparar nuevos materiales a partir de métodos químicos, eso incluye nanopartículas metálicas, películas de óxidos, óxidos como polvos, principalmente con foco en sintetizar y caracterizar muy bien para conocer las propiedades de un material”.

Ceremonia de entrega del Premio Nacional L´Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia 2024”. Fotografía: gentileza CONICET.

Según la experta, lo que suele hacerse es comprar productos químicos de la más alta calidad para realizar ese trabajo. “Hace algunos años empezamos a pensar en usar materiales reciclados, métodos más sustentables para preparar nuevos materiales que, en caso de su aplicación concreta, no generen residuos o no gasten materiales que de otra manera son difíciles de obtener. Y logramos probar que se puede hacer”, detalla.

“Lo principal que hacemos son nanopartículas de oro, y las que desarrollamos nosotros se hacen en soluciones acuosas que tienen una cantidad muy pequeña”.

Cada vez que se termina de hacer un material y no funciona o cumple su ciclo de utilidad, se lo descarta. “Eso se hace en un bidón que después va a tratamiento según indican las normativas”, explica Angelomé. Y amplía: “Mientras tanto, se va acumulando en el laboratorio y, literalmente, ahí tenemos oro que estamos tirando a la basura. Y el oro es finito y caro. Es un material noble, con lo cual, es relativamente fácil de mantener como tal y por eso probamos cómo reciclarlo”.

Por supuesto, no se trata de cofres con lingotes o monedas de oro, ni siquiera de pequeñas piezas de joyería. “Lo principal que hacemos son nanopartículas de oro, y las que desarrollamos nosotros se hacen en soluciones acuosas que tienen una cantidad muy pequeña. El oro está totalmente disuelto y cuando se le agrega un reductor orgánico se forman partículas sólidas pero tan pequeñas que no se van al fondo, sino que flotan en la solución, aunque a simple vista se ve algo homogéneo y coloreado. Ocurre que a veces esas partículas salen mal, se pegan entre sí, les crecen hongos, se arruinan de distintas maneras. Esos son los descartes, con una cantidad de oro no muy alta pero suficiente para volver a hacer partículas. Por ejemplo, con un gramo de oro podemos estar dos o tres años trabajando”, explica la experta.

“Dada la cantidad que se tira, en términos económicos, no vale la pena el proceso de recuperación. Sin embargo, esa es la postal de hoy, el oro se está acabando en la Tierra, con lo cual, también es un pensamiento a futuro”, afirma Angelomé, quien además comenta que resuelve un problema presupuestario actual: “Si podemos reciclar, compramos menos reactivos, entonces es interesante desde muchos puntos de vista, desde la sustentabilidad pero también desde lo económico. Es un poco de ciencia pensando en el contexto”.

Una nanociencia enorme

La investigadora advierte que el material reciclado no es igual al que se puede comprar, por eso necesitan realizar diversas pruebas. “Para recuperar el oro debemos disolverlo para que se transforme otra vez en sal de oro y en el medio quitarle toda la materia orgánica que tenga. Sin embargo, la solución que obtenemos no es igual a la comprada. Para algunos fines ya probamos que funciona, para otros no. Por eso debemos extender el trabajo y probar en distintas condiciones”, relata.

“Las nanopartículas de oro están presentes en sensores muy populares como los tests rápidos de embarazo o los utilizados para detectar COVID-19”.

En un año difícil para la ciencia y la tecnología, ese proyecto puede seguir desarrollándose gracias al premio recibido. “Lo presentamos dentro de los PICT (Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica financiados por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación) que todavía no fueron evaluados y están parados. Ya sabemos que el oro funciona como catalizador y como sensor, lo que queremos ver es si esas propiedades catalíticas y de sensado se pueden lograr también con el oro reciclado. Ese es el objetivo”, declara Angelomé.

¿Qué tipo de aplicaciones concretas puede tener? La investigadora señala que se sabe desde hace casi veinte años que el oro, en tamaño de nanopartícula, cataliza reacciones químicas, y considera una buena oportunidad la posibilidad de aportar a la reutilización de catalizadores. “Por otro lado, las nanopartículas de oro están presentes en sensores muy populares como los tests rápidos de embarazo o los utilizados para detectar COVID-19, reemplazarlas por materiales reciclados sería interesante”, agrega.

“Desde el punto de vista de la ciencia básica, me interesa que empecemos a pensar más sustentablemente la síntesis de nanomateriales en general”, expresa la científica, quien además es la vicepresidenta de la Fundación Argentina de Nanotecnología y considera que en nuestro país hay investigadores referentes en el área: “Nuestra nanotecnología es muy buena y hay bastante aplicación en la industria, aunque comparativamente pocos productos en el mercado”.

“De todas maneras, hay muchas empresas argentinas que hacen bio y nanotecnología, hay startups creadas por investigadores y también productos nano en el mercado que no son publicitados como tales. En la cosmética se utiliza mucho. Y, por ejemplo, el equipo de Silvia Goyanes ha hecho un montón de desarrollos con nanotecnología, como las mantas que absorben petróleo y los famosos ‘barbijos del CONICET’”, detalla.

En cuanto a la situación actual del sector científico, afirma que se vive con mucha preocupación: “Lo que más me preocupa es que hay mucho construido y funcionando y que si no llega la inversión se va a destruir. Es mucha plata que el Estado puso para que se hagan avances y se forme a las nuevas generaciones de científicos”.

Angelomé declara que también participa de diversas actividades de divulgación. Algo de su faceta periodística que sigue presente y busca expresarse. “Yo veo que la percepción de la gente es súper positiva, se acercan y dicen que les interesa mucho y que les gustaría que sus hijos estudien algo de esto. No creo que haya un odio hacia los investigadores. Hay que seguir incentivando eso”, concluye.