COVID-19

Una investigación en llamas

Un equipo científico encontró que ciertos anticuerpos obtenidos de estos camélidos se mostraron eficaces para neutralizar variantes de SARS-CoV-2, el virus causante de la pandemia de COVID-19. Los resultados registrados en ratones son prometedores, en especial para el tratamiento de la encefalitis, una de las posibles consecuencias más graves de esta enfermedad.

4 Abr 2024 POR

Los resultados son promisorios, si bien surgen de lo que puede parecer una extraña combinación: llamas (esos parientes sudamericanos de los camellos), ratones de laboratorio, el virus SARS-CoV-2 (que según la OMS mató a casi 7 millones de personas por COVID-19), una biblioteca de pequeños anticuerpos (mejor conocidos como nanoanticuerpos), y especialistas de la Argentina y Estados Unidos. Todo este conjunto trabaja para la búsqueda de un antiviral que, por el momento, muestra avances prometedores en las primeras pruebas con animales.

“Dado que la pandemia de COVID-19 y la aparición de nuevas variantes siguen representando una amenaza para la salud mundial, todavía existe una necesidad urgente de desarrollar moléculas de amplio espectro para combatir la enfermedad”, indica el trabajo publicado en Viruses. (Ver recuadro Equipo)

Desde hace cuatro años, especialistas de Exactas, INTA y CONICET de la Argentina, y de Estados Unidos, concentran sus esfuerzos para lograr el desarrollo de un antiviral. “La idea es que pueda ser administrado de manera profiláctica. O sea, si un integrante de la familia tiene diagnóstico de coronavirus, el medicamento se podría administrar al grupo familiar de manera de impedir que se contagien. O como terapéutico, para bajar la carga viral del paciente. Uno impediría así que las células adyacentes se sigan infectando del virus”, señala María Florencia Pavan, primera autora del paper, acerca de las posibilidades de esta iniciativa.

Después de dos o tres meses, el grupo recolectó una muestra de sangre de la llama y, con técnicas de ingeniería genética, construyeron una biblioteca de nanoanticuerpos.

Pavan, becaria doctoral del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE), en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, junto con un vasto equipo dirigido por Viviana Parreño y Lorena Itatí Ibáñez, buscan desarrollar productos profilácticos y terapéuticos novedosos e innovadores para este mal que causó numerosas víctimas. “Hasta la fecha, se han notificado a la OMS más de 772.138.818 casos confirmados y más de 6.985.964 muertes. En Argentina, la COVID-19 alcanzó un total de 10,4 millones de casos y 130.463 muertes”, señala el estudio.

Maria Florencia Pavan.

Maria Florencia Pavan. Fotografía: Luiza Cavalcante.

Por ahora, los resultados de esta línea de investigación registrados en ratones son prometedores, en especial, para el tratamiento de la encefalitis, una de las posibles y más graves consecuencias de esta enfermedad.

Paso a paso

En marzo de 2020 pusieron manos a la obra. Uno de los primeros pasos fue obtener proteínas claves del virus, que le sirven a SARS-CoV-2 para ingresar a la célula e infectarla. Con este material, inyectaron una llama.  “Después de dos o tres meses, recolectamos una muestra de sangre del animal y con técnicas de ingeniería genética construimos una biblioteca de nanoanticuerpos. Allí se reúnen todos los nanoanticuerpos que la llama produjo durante toda su vida”, describe Pavan.

De ese gran registro de la historia del animal, seleccionaron aquellos específicos contra COVID-19.  “Encontramos, –narra– un montón de nanoanticuerpos y dentro de ese gran repertorio obtuvimos ocho que podían neutralizar al virus, es decir, bloquear su entrada a la célula de modo muy eficiente”. La satisfacción fue mayor cuando comprobaron que no sólo era capaz de impedir el ingreso de SARS-CoV-2 original de Wuhan (China), sino también “de las variantes, entre ellas Ómicron, dos de las cuales actualmente circulan entre la población”, agrega.

“Lo que observamos en los ratones, es que había una disminución en la cantidad de virus en el tejido del cerebro”.

Los ensayos, por el momento, se llevaron adelante in vitro con líneas celulares, y en animales de laboratorio. Por cuestiones de seguridad biológica, en la Argentina se experimentó con pseudovirus. “Es un virus que tiene el esqueleto de HIV (causante de SIDA), y solo tiene la proteína de COVID-19 para entrar a la célula. No es capaz de replicar. Lo cual es menos riesgoso para su manipulación”, precisa Pavan. En tanto, en Estados Unidos, “hicieron el trabajo con el virus SARS-CoV-2 y los ratones, porque tienen el nivel de bioseguridad necesario para ello”, completa.

“Los nanoanticuerpos, incluso pudieron reducir significativamente las cargas virales en el cerebro de ratones”, indica la investigación. Estas observaciones abren expectativas, señala Pavan: “Se ha visto que el virus de COVID-19 afecta al sistema nervioso y puede llegar a producir encefalitis. Lo que observamos en los ratones, es que había una disminución en la cantidad de virus en el tejido del cerebro. Una hipótesis –que requiere más pruebas–, es que los nanoanticuerpos, al ser moléculas pequeñas,  pueden atravesar la barrera hematoencefálica y acceder a este órgano. Por eso, decimos que puede ser promisorio para el tratamiento de pacientes en caso de que COVID-19 genere encefalitis”.

¿El próximo paso? “La idea es transferirlo a alguna empresa o laboratorio que estuviera interesado. Y ya sí, producir el anticuerpo a mayor escala, y hacer los ensayos preclínicos y clínicos correspondientes”, concluye Pavan.

 

Equipo

El trabajo publicado en Viruses fue realizado por María Florencia Pavan, Marina Bok, Rafael Betanzos San Juan, Juan Pablo Malito, Gisela Ariana Marcoppido, Diego Rafael Franco, Daniela Ayelen Militelo, Juan Manuel Schammas, Sara Elizabeth Bari, William Stone, Krisangel López, Danielle LaBrie Porier, John Anthony Muller, Albert Jonathan Auguste, Lijuan Yuan, Andrés Wigdorovitz, Viviana Gladys Parreño y Lorena Itatí Ibáñez. Ellas y ellos forman parte de las siguientes instituciones: Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE, UBA-CONICET; IncuINTA, (INTA); Instituto de Virología e Innovaciones Tecnológicas, (IVIT-CONICET); Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (IQUIBICEN, UBA-CONICET); Centro de Investigaciones en Ciencias Veterinarias y Agronómicas (CICVyA), Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA);  Departamento de Entomología, Facultad de Agricultura y Ciencias de la Vida, Instituto de Ciencias de la Vida Fralin, Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, Blacksburg, EEUU; Centro de Patógenos Emergentes, Zoonóticos y Transmitidos por Artrópodos, Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, Blacksburg,  EEUU, y Departamento de Ciencias Biomédicas y Patobiología, Facultad de Medicina Veterinaria de Virginia-Maryland, Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, EEUU.