Más potencia de cálculo
Por primera vez desde la normalización universitaria de 1984, el Instituto de Cálculo de la UBA tiene un director elegido por concurso. Se trata de Guillermo Durán, investigador del Conicet y profesor del Departamento de Matemática de la Facultad. En una charla con el Cable anticipó los objetivos de su gestión.
Conocido por haber albergado a Clementina, la primera computadora de Latinoamérica, el Instituto de Cálculo (IC) fue creado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA con el impulso de Manuel Sadosky y Rolando García, e inaugurado en 1961 con la finalidad de impulsar la matemática aplicada y la informática a través de la docencia, la investigación y los servicios a la sociedad.
“Hasta la nefasta ‘Noche de los Bastones Largos’ de julio de 1966, el IC tuvo un excelente desarrollo en distintas áreas de la matemática, formando grupos de punta en investigación y transferencia en astronomía, estadística, investigación operativa, economía matemática y cálculo numérico, entre otras disciplinas. Asimismo, desde el IC se fomentó la creación de la carrera de Computador Científico, la primera de esas características en Latinoamérica. Centros de investigación de toda la región, organismos públicos y empresas privadas utilizaron los servicios que el IC brindaba en esos años”, señala Durán.
El golpe de Estado de 1966 y el exilio de la mayoría de los investigadores redujeron al IC a su mínima expresión hasta que, en los inicios de la primavera democrática de los ’80, comenzó a resucitarse aquel proyecto de los ’60. “Yo era estudiante de la Facultad y participé con un grupo de profesores, graduados y estudiantes en la regeneración de aquel IC de Sadosky”, recuerda Durán.
El renacimiento del IC ocurre a partir de 1988, cuando Pablo Jacovkis es designado director. “Jacovkis le dio un fuerte impulso al IC y facilitó la formación de grupos de investigación en distintas áreas de la matemática aplicada. Con los años, el IC se fue haciendo fuerte en el área de la estadística, pero no logró un desarrollo similar en otras áreas. De hecho, sus tareas de transferencia prácticamente se vieron limitadas al campo de la estadística”, explica.
A finales de 2007, por su trayectoria en investigación, en formación de recursos humanos y en transferencia tecnológica, el Consejo Superior de la UBA le dio estatus de Instituto de Investigación.
En 2010, la UBA aprobó un reglamento para sus institutos por el cual los directores deben ser electos por concurso. “Hubo un concurso el año pasado y me presenté yo solo, así que gané”, se ríe.
Heredero de Sadosky
Aquel IC de los ’60 se distinguió por la variedad y el carácter innovador de los temas investigados, resultado del estímulo a la capacidad creativa de los diferentes grupos de trabajo y de la voluntad de emprender proyectos que resolvieran problemas del mundo real. Aquella heterogeneidad de proyectos estaba acompañada por la diversidad generacional, pues los individuos en formación compartían las actividades de docencia e investigación con los académicos de mayor trayectoria.
“Hoy, a 50 años de aquella epopeya de Sadosky y su grupo, es posible volver a las fuentes e intentar darle impulso a un centro académico de excelencia en las diferentes áreas de la matemática aplicada. Un lugar que desarrolle ciencia básica de primer nivel pero que también trabaje en la resolución de problemas del mundo real, para que aquel que tenga un problema que pueda ser resuelto con técnicas modernas de la matemática recurra al IC para que lo asesore”, remarca Durán.
Según su nuevo director, el IC es hoy un centro de referencia a nivel internacional en temas de estadística. “Debemos lograr que esto se extienda a áreas como investigación operativa, cálculo numérico, ecuaciones diferenciales, economía, probabilidades, física matemática, teoría de juegos, sistemas dinámicos, informática teórica”.
-¿Cómo piensa lograr esto?
– Por un lado, fomentando el interés de la Facultad en crear nuevos cargos de profesor en algunas de estas áreas y, en paralelo, creando las condiciones para que investigadores que están en el exterior o en otros centros del país se vean tentados a sumarse a un proyecto de estas características. Una forma no muy costosa de sumar gente nueva en áreas de vacancia es incentivar a investigadores, doctorandos o posdoctorandos de Conicet, o a docentes con dedicación exclusiva de otros Departamentos de la Facultad a que adopten al IC como su lugar de trabajo. Un tema no menor dentro de esta política es el del espacio físico. Hasta que se construya el nuevo edificio en el que estará el IC, habrá que ser imaginativo en el uso del espacio para que puedan incorporarse nuevos académicos sin que esto afecte las comodidades que disponen los miembros actuales del IC.
-Un aspecto significativo de aquel “Instituto de Sadosky” fue la gran diversidad de relaciones institucionales que logró construir…
– Precisamente, un punto central de la futura gestión del IC será el de la transferencia. Hablo de transferencia y no de consultoría, que es resolver problemas con técnicas probablemente conocidas, donde la innovación no juega un rol demasiado importante. La transferencia nosotros la entendemos como innovación, como desarrollar desde la academia soluciones creativas para problemas del mundo real. Debemos acercarnos a los diferentes organismos del Estado, empresas privadas y organizaciones sin fines de lucro, a fin de mostrarles la potencialidad de las técnicas matemáticas modernas en la resolución de problemas del mundo real. Una vez que haya varios proyectos exitosos en marcha, seguramente serán las mismas organizaciones externas quienes recurrirán al IC para resolver sus problemas. Yo vengo de una experiencia en ese sentido en la Universidad de Chile, donde se vio que este proceso puede ser exitoso. Una política exitosa de transferencia es un fin en sí mismo, pero es también un medio para que organismos estatales y empresas privadas conozcan nuestra Facultad y a nuestros recursos humanos, y por lo tanto se abran nuevos canales de oportunidades laborales para nuestros egresados. También, para que nuestros graduados ocupen lugares de decisión en el sector productivo y en el Estado. Además, una buena política de transferencia ayuda a nuevos desarrollos en ciencia básica, porque es habitual que los proyectos aplicados disparen nuevos desafíos teóricos, retroalimentándose mutuamente.
En varios tramos de la charla, Durán insistió en la importancia de fomentar el trabajo interdisciplinario, tarea que, según afirmó, “viene haciendo de manera muy satisfactoria el grupo de Estadística”. En este sentido, consideró que “es fundamental que los académicos del IC puedan interactuar de manera permanente con investigadores de la Facultad de otras disciplinas. La interacción con físicos, computadores y meteorólogos es claramente obvia, pero también deberíamos lograr una interacción fluida con biólogos, químicos, geólogos que habitualmente necesitan la matemática para el desarrollo de sus investigaciones, pero rara vez recurren a consultar a los matemáticos de la Facultad”.
Cálculos futuros
Tras revelar que “en los últimos diez años sólo se recibieron unos 40 matemáticos aplicados”, Durán se propone “participar activamente en los programas que tiene la Facultad relacionados con la escuela media y el CBC” así como también “ampliar la oferta de cursos de grado y posgrado”, con el fin de entusiasmar a nuevos alumnos en temas de matemática aplicada. “Estamos trabajando con gente de Córdoba, de Rosario, de La Plata y de otros lugares para ver si podemos empujar todos en el mismo sentido. En la misma dirección, también hubo una movida de estudiantes de matemática aplicada de esta Facultad”.
-En el marco de los recientes acuerdos presidenciales de integración con Chile, usted fue recibido por el ministro Barañao…
– Durante los últimos ocho años trabajé en el Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) de Chile, y como hay un interés especial de ambos gobiernos en intensificar las relaciones entre los dos países, con Andrés Weintraub, director del ISCI, empezamos a pensar en concretar proyectos de cooperación de Instituto a Instituto, enmarcados en acuerdos (ver recuadro). En este contexto, tuvimos una conversación preliminar con el ministro de Ciencia con el fin de explorar posibles acuerdos de cooperación. También nos reunimos con el decano de la Facultad, Jorge Aliaga, que nos brindó un amplio apoyo, porque esto va en el sentido de lo que él quiere hacer: matemática aplicada, interdisciplina, problemas del mundo real, mucha ciencia, pero ciencia aplicada con transferencia. Y yo creo que esto es muy bueno, porque es un deber de la universidad pública trabajar en la resolución de problemas del mundo real. Y en ese sentido el IC debería jugar un rol muy importante.
Visita trasandina
El Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), que cuenta con un fuerte financiamiento tanto del Estado como de empresas privadas, alberga a 32 académicos de excelencia que realizan investigación y desarrollan proyectos en las áreas de la gestión de operaciones, ingeniería de transporte, optimización y energía, y otras como organización industrial y medioambiente. Estas áreas comparten herramientas analíticas básicas y se complementan disciplinariamente para resolver problemas del mundo real.
Por ejemplo, hemos cambiado la manera en que funciona la industria forestal en Chile, que usan nuestros sistemas para planificar los cortes de bosques, el manejo del transporte y todo lo relacionado con la gestión de la cadena productiva de esa industria”, ilustra Andrés Weintraub, director del ISCI y uno de los científicos más reconocidos de Chile. “Hace poco finalizamos un proyecto para la empresa naviera más grande de Latinoamérica para el manejo de los containers, lo que le significó un ahorro en 2010 de 80 millones de dólares, que representan la mitad de sus utilidades”, añade.
De visita en Buenos Aires invitado por Guillermo Durán, Weintraub explicó a el Cable por qué le interesa un acuerdo con el IC: “Aquí hay excelente calidad de gente, excelentes alumnos. Nosotros tenemos una expertise bastante fuerte en las aplicaciones y también somos fuertes en la parte teórica. Entonces, podría ser una muy buena experiencia que un alumno de acá del doctorado vaya seis meses a Chile a trabajar en los proyectos aplicados que hacemos. O que un alumno chileno venga seis meses acá a trabajar en algunas cosas más teóricas, o en un proyecto aplicado que hagamos acá conjuntamente”.
Weintraub vino acompañado por otro integrante del ISCI, Richard Weber, especialista en minería de datos, quien se mostró entusiasmado con la posibilidad de aplicar su experiencia en diversas áreas de investigación de la Facultad. “Buscamos formas de cooperación con quienes trabajan en investigaciones relacionadas con temas de salud”, cuenta.