Nuevos caminos
Magdalena Rodríguez Éboli es licenciada en Matemática de Exactas. Siempre supo que quería trabajar en la industria, sin embargo, la escasísima presencia de matemáticos en el ámbito productivo dificultó mucho sus planes. En la actualidad, se desempeña en YPF y pronostica que, cada vez, el sector requerirá un mayor número de profesionales formados en esta área del conocimiento.
Entrevista a Magdalena Rodríguez Éboli
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– ¿Cómo decidiste estudiar matemática?
– En la secundaria yo no era una alumna muy aplicada pero me copaba mucho con los problemas de matemática. Justo, el papá de mi mejor amiga es matemático de Exactas. Él, a veces, nos contaba sobre la cinta de Moebius y cosas por el estilo y a mí me encantaba. En realidad la quería enganchar a mi amiga pero caí yo. Fui un efecto colateral (risas).
– ¿En qué año empezaste la carrera?
– Arranqué en el 2000. Hice álgebra con Guillermo Martínez, del que además había leído sus novelas, así que me gustó mucho la materia y me enganché con la carrera. Nunca pensé en la salida laboral. Tenía 18 años y me metí en lo que me gustaba.
– ¿Cuándo te empezaste a plantear de qué ibas a trabajar?
– Siempre tuve claro que no me quería quedar investigando y dando clase en la universidad. Está buenísimo pero no es lo mío. Cuando fui avanzando en la carrera me empecé a preguntar: ¿Y ahora, qué hago? Traté de buscar a otros matemáticos que estuvieran trabajando en la industria. No encontré a ninguno. Fue una crisis muy profunda. No sabía de qué manera insertarme. Los psicólogos, por ejemplo, tienen su espacio establecido en el área de recursos humanos pero, ¿cuál es el lugar de los matemáticos en la industria? Encima, ninguno de mis compañeros tenía un objetivo parecido. Entretanto, daba clases particulares y en el CBC mientras estudiaba. Pero siempre tenía esa preocupación en mi cabeza porque no sabía qué iba a hacer cuando me recibiera.
– ¿Sentís que la Facultad no te ofreció herramientas para ayudarte en tu decisión?
– No tenía adónde recurrir por ayuda. No había un camino preparado para eso. Una pasantía, por ejemplo, me hubiera venido muy bien. Tenía una sensación de frustración enorme.
– ¿Y cómo pudiste ir resolviendo esta situación?
– Cuando terminé me fui a hacer un posgrado a Río de Janeiro. Al año, me ofrecieron una beca de doctorado. Como no encontraba otras salidas la tomé pero, en realidad, yo sabía que no era lo que quería. Así que decidí renunciar a la beca y me volví, sin nada, en busca de mi objetivo. Un día, estaba caminando por la Facultad y vi en la puerta de la oficina de Javier Etcheverry un cartel que decía que necesitaban una persona con experiencia en análisis numérico para trabajar en Tenaris, en el Centro de Investigación Industrial. Era como algo intermedio entre la industria pura y la investigación. Y bueno, ingresé a trabajar ahí. Ese fue el primer paso.
– ¿De qué manera llegaste a YPF?
– Cuando estaba trabajando en Tenaris me llaman de YPF y me dicen que están formando un grupo de ingenieros de reservorios. Me querían entrevistar. Acepté, me tomaron un par de pruebitas y, después, como último paso, me pidieron que presente mi tesis a los ingenieros. La presenté y nadie me preguntó nada porque nadie entendía nada (risas). La verdad es que no sé por qué decidieron tomarme porque yo no sabía nada de petróleo, nada de fluidos. Una vez se lo pregunté a la persona que me contrató y me dijo: “cuando te vi llenando el pizarrón de ecuaciones diferenciales decidí contratarte al instante”. Creo que vio, básicamente, que tenía capacidad para aprender.
– Algunos estudiantes pueden creer que el trabajo en la industria es una labor de oficina burocrática que no representa ningún desafío ¿Es así?
– ¿De oficina? Para nada. Mirá, acabo de venir de visitar un campo de petróleo en Comodoro Rivadavia para supervisar un ensayo. Este trabajo representó, para mí, un enorme desafío. Tuve que aprender muchísimo sobre fluidos, flujo en medios porosos. Tuve que estudiar mucho.
– ¿Tenés la posibilidad de aplicar tus conocimientos para resolver problemas?
– Sí, claro. Lo que yo hago se llama análisis de presión y análisis de caudal ¿Qué quiere decir eso? Uno pone un sensor en el fondo de un pozo para obtener datos de presión. A partir de esos datos uno hace varias cuentas y hay que hacerlas bien porque, si las hacés mal, la empresa puede perder muchísimo dinero. Esos cálculos te permiten saber de cuánto petróleo estamos hablando, si vale la pena la inversión, qué calidad tiene la arena y muchas otras cosas.
– La Facultad está intentando que los estudiantes sepan que, además del ámbito académico, también existen posibilidades laborales en el sector productivo. ¿Te parece útil?
– Me parece correcto y necesario. Las personas no somos todas iguales. Supongo que no todos los egresados de Exactas deben querer hacer un doctorado y dedicarse a la investigación. Sin embargo, muchos tal vez lo terminan haciendo porque no ven otras posibilidades y porque, un poco, la corriente te lleva. Por eso me parece muy bueno que se brinde información. En veinte años, cuando haya un montón de matemáticos trabajando en diferentes lugares, va a ser más fácil.
– ¿Te parece que hay posibilidades para que más matemáticos se incorporen al mundo productivo en los próximos años?
– Creo que va a haber mucha necesidad porque cada vez hay que enfrentar problemas más difíciles. Y se necesita, cada vez, gente más capacitada para resolverlos.