Justo a tiempo
Hernán Melgratti se recibió de ingeniero en sistemas en Santa Fe. Luego de un breve paso por Exactas, completó su doctorado y posdoc en Italia. Partió en 2001, antes del estallido de la crisis, y retornó en 2008. Ya instalado en la Facultad relata su experiencia y afirma que poco después de su vuelta comenzaron los recortes en Europa.
– ¿Cuándo empezaste tu carrera?
– Yo estudié Ingeniería en Sistemas en la Universidad Tecnológica Regional Santa Fe. Empecé en el 91 y terminé en el 97. En ese momento, quería seguir estudiando y hubo una convocatoria de becas de doctorado del Departamento de Computación. Apliqué y me vine para acá. Eso fue en el 98. Empecé a trabajar con la gente de ingeniería de software en donde estaba Daniel Yankelevich. Hacia el 2001 él me plantea que le parecía una buena idea que me fuera un tiempo al exterior. Él había hecho su doctorado en la Universidad de Pisa, en Italia, y me propuso que viajara allí.
– ¿A vos te pareció una buena idea?
– Me gustó la idea pero no era algo que estaba en mis planes. Fui primero un mes para conocer cómo era todo. Me gustó y, en ese lapso, me seleccionaron para recibir una beca. Finalmente, cuando viajé, cambié de tema e hice todo el doctorado allá. Eso me llevó más o menos tres años. Otra de las razones que me llevaron a decidirme, es que el doctorado en Informática de la Universidad de Pisa tiene una importante tradición. Es muy reconocido.
– ¿Qué cosas te llamaron la atención de la forma en que se trabaja en Pisa?
– Para empezar, el doctorado en Pisa tiene 3 años de duración. Eso lo hace más rígido y condiciona a todo el entorno porque el objetivo es entregar la tesis en tres años. Por otro lado tenés una tranquilidad económica que hace que, por ejemplo, si vos tenés un artículo para presentar en una conferencia, no se te pasa por la cabeza la posibilidad de no contar con los recursos necesarios para ir y presentarlo. Además, la investigación se financia por proyecto y si el grupo tiene proyectos, vos tenés los recursos necesarios para trabajar.
– ¿Cómo te adaptaste a vivir en Pisa?
– La pasé muy bien. Hay personas que en poco tiempo se convirtieron en amigos entrañables. Pisa es una ciudad de dimensiones humanas. Podés recorrerla en bicicleta, vas de un lado a otro caminando. Yo soy santafesino así que para mí todas esas cosas eran positivas. La mayoría de las relaciones que entablé fueron con italianos, me parecieron súper abiertos.
– En el 2005 terminaste tu doctorado, ¿qué hiciste en ese momento?
– Yo entregué la tesis en enero y esperé la discusión de la tesis, lo que llevó casi medio año. Yo ya me había preparado para volver porque mi pareja seguía viviendo en la Argentina y, de hecho, estuve el segundo cuatrimestre de 2005 en la Facultad. Incluso me casé. Pero en ese momento se abrió un proyecto en la Universidad de Pisa junto con otras universidades, para crear una escuela de doctorado nueva. Se llama IMT (Instituciones, Mercados y Tecnología) y está financiada fuertemente por los bancos de Lucca, que es una ciudad que está pegada a Pisa. En ese momento se contactaron conmigo, me dicen que estaban buscando gente para que hiciera un posdoc en temas relacionados con mi tesis y me ofrecen la posibilidad de irme por dos años. Lo pensé bastante porque mi pareja se iba a quedar acá. Pero era una posibilidad interesante y estaba bueno que hiciera una experiencia un poco más extensa afuera. Me decidí y viajé. Fue una experiencia muy positiva. Hice el posdoc entre febrero del 2006 y febrero de 2008. Tenía la posibilidad de renovar y pero decidí regresar. Para mí ya era suficiente. Además, yo nunca me fui pensando en quedarme afuera por un período muy largo.
– ¿Cómo fue tu regreso?
– En 2007 ya tenía decidido volver. Entonces vine y concursé por un cargo de JTP. También me llegó la invitación para sumarme al PIDRI y tramité el ingreso a carrera del Conicet desde el exterior. Pero, al momento de volver, lo único que tenía concreto era el cargo de JTP. Después sí, me salió el PIDRI y un PICT que te otorga fondos para investigación. Y también me salió el ingreso a carrera del Conicet.
– ¿Qué opinás de estas herramientas que promueven el regreso?
– El hecho de tener cargos y subsidios para las personas que quieran volver son cosas positivas. Los tiempos podrían acelerarse un poco pero el sólo hecho de que te inviten a volver con un contexto bastante más amigable para la ciencia ya me parece importante.
– ¿Cómo viste la evolución del sistema científico argentino en estos años?
– Yo me fui en un contexto en el cual las perspectivas no eran las mejores. Se hablaba de privatizar la educación y otras cosas semejantes. En cambio hoy hay una reafirmación en todos los niveles de una educación pública y de calidad. Me parece que eso es una muestra del cambio que se dio. La cantidad de personas que pueden ingresar a la carrera de Conicet también marca una diferencia significativa.
– ¿Sentís que tenés los elementos necesarios para desarrollar tu carrera?
– Tengo la sensación de que mi decisión de volver fue acertada. Y, si bien yo la tomé por cuestiones personales, tuve la suerte de beneficiarme con varias de estas herramientas creadas para promover la vuelta de investigadores. Por otro lado, desde que yo me volví de Italia, allá se aprobaron una serie de importantes recortes, como el bloqueo del ingreso de nuevo personal en las universidades. Allá están viviendo un proceso inverso al que se despliega aquí. Hoy las perspectivas son completamente opuestas.