Retorno de investigadores

Las puertas del regreso

Pedro Flombaum es biólogo de la Facultad, comenzó su doctorado en Agronomía y lo completó en Estados Unidos donde también realizó un posdoc. Luego de cuatro años volvió al país para trabajar sobre bacterias oceánicas en el CIMA. En esta entrevista describe su experiencia en el exterior, analiza las herramientas que utilizó para volver y expresa su entusiasmo por haber regresado.

30 Mar 2011 POR

Pedro Flombaum. Foto: Diana Martinez Llaser

– ¿Cómo empezó tu formación?

– Empecé a estudiar biología en el 91 y me recibí en el 97. Hice mi tesis en la Dirección Nacional de Fauna. En el 2001 decidí hacer un doctorado, dirigido por Osvaldo Sala, en la cátedra de Ecología de la Facultad de Agronomía. Ahí estuve trabajando unos años y después Osvaldo se mudó a la Universidad de Brown, en Estados Unidos, y me ofreció que me presentara en Brown para terminar mi doctorado. Hice eso, me aceptaron y me fui en el 2005.

– Cuando te ofrecieron ese lugar ¿aceptaste inmediatamente?

– No dudé. Es que la posibilidad era muy buena. Incluso mi mujer, que también estaba en Agronomía, tuvo la posibilidad de viajar para trabajar en el laboratorio de Osvaldo. Y así nos cerraba muy bien el paquete desde el punto de vista personal.

– ¿La idea inicial era estar unos años y volver?

– Sí. Al principio uno piensa que se va por poco tiempo pero después se da cuenta de que, en lo académico, uno tiende a subestimar el tiempo que te lleva hacer las cosas. Y además es una mudanza muy compleja. Muchas cosas cambian. Lo que tiene esta universidad es un programa muy agresivo para facilitar la adaptación del que viaja. Entonces, todo lo que es papeleo se hace muy fácil. También te conectan inmediatamente con toda la camada de alumnos extranjeros que llegan y con toda la camada de alumnos de doctorado de la universidad. A las dos semanas ya conocés a todos los que tenés que conocer. Y a los dos meses ya te vinculaste con la gente con la que tenés temas en común. En Brown estuve un par de años hasta terminar mi doctorado y después, en 2008, me fui a la Universidad de California, sede Irvine, a hacer un posdoc.

– ¿Qué diferencias notaste en cuanto a hacer ciencia aquí y allá?

– Como estudiante de doctorado ibas a estudiar y nada más. Acá te tenés que ocupar de muchas cuestiones administrativas que allá las resolvía el personal de la universidad. Eso es muy cómodo. En otro plano, una cosa muy buena era que todos los estudiantes de ecología y evolución nos reuníamos una vez a la semana dirigidos por un profesor del departamento para discutir temas muy genéricos del área. Eso estaba buenísimo porque de ese intercambio surgían ideas que aportaban mucho. Otra cosa que me gustaba mucho era que había dos seminarios semanales, uno a cargo de un invitado de otra universidad, a quien le pagaban para que viniera. Este investigador se reunía con quien se lo pidiera y después daba una charla. Entonces, le pedías un turno, en media hora le contabas lo que hacías y el tipo te tiraba dos o tres ideas sobre eso. Y venían tipos muy grossos.

– ¿Cómo surge la idea de volver?

– En el 2008 nace nuestro hijo y ahí empezamos a tener más ganas de volver. Además, ya sentíamos que se había cumplido un ciclo. De todas maneras, tomar la decisión es difícil porque allá tenés un montón de cosas que te tientan. Pero una vez que dijimos “busquemos en Argentina”, nuestro regreso se resolvió en meses, entre marzo y octubre de 2009.

– ¿Y por dónde arrancaste?

– Para mí era muy difícil volver a Agronomía porque ahora me dedico a trabajar sobre bacterias marinas. Era un tema sobre el cual yo no tenía referencias en Argentina. Un día revisando la página web del Conicet vi el CIMA y dije: “éste es mi lugar”. Me contacté con Mario Nuñez, que era entonces el director del centro, le interesó la propuesta y me dijo que buscara algún grupo que me albergara. Entonces lo identifiqué a Claudio Menéndez, intercambiamos mails, armé el proyecto y me aceptó. Los trámites de ingreso a carrera del Conicet los hice estando allá y todo eso terminó en julio. En octubre ya no tenía más vínculos con California y nos vinimos para acá.

– ¿Vos también formás parte del PIDRI?

– Sí, me presentó la Facultad y está muy bueno porque el PIDRI te obliga a hacer docencia. Yo actualmente soy investigador del Conicet en el CIMA y tengo un cargo de JTP en el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos. La verdad es que me gusta mucho estar en el DCAO y mi idea es poder brindarle una visión más ecológica al departamento.

– ¿Te parecen útiles estas herramientas creadas para facilitar la vuelta de investigadores?

– Te diría que es muy difícil que tomes la decisión de volver por un PIDRI pero cuando decidís regresar son los instrumentos que te permiten concretar el retorno. Algunas cosas, aunque podés tramitarlas desde afuera, son difíciles de resolver si no tenés alguna ayuda de acá. Pero más allá de eso, la convocatoria permanente para investigadores en el exterior es la puerta de ingreso. Es muy útil. Me parece que hay una política muy agresiva hacia el sector científico que es muy loable.

– ¿Tuviste problemas de espacio para instalarte?

– Yo para desarrollar este proyecto, en principio, necesito una PC, Internet y en algunas circunstancias un server, por lo cual yo no tuve problemas. De todas maneras sé que para otros es una limitante un tanto terrible. De todas maneras, te diría que me siento muy bien recibido, que el lugar de trabajo está muy bueno y que estoy muy contento con el regreso.