Volver para construir
Hernán Grecco es físico de Exactas. Luego de doctorarse en la Facultad viajó a Alemania para trabajar en uno de los institutos de la prestigiosa Sociedad Max Planck. Recién instalado en la Argentina, luego de permanecer seis años en Europa, explica las razones de su vuelta, describe los cambios que encontró y se muestra esperanzado en colaborar con el crecimiento de la ciencia en el país.
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Entrevista a Hernán Grecco 2
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– ¿Cuándo empezaste tu carrera?
– Entré a la Facultad en el segundo cuatrimestre del 96. Estaba bastante indeciso acerca de qué carrera seguir hasta que un profesor del secundario me contactó con un estudiante de Física de la Facultad que me invitó a venir y me llevó a recorrer la Facultad. Vi un lugar donde había proximidad entre profesores y alumnos y gente motivada para mejorar la institución en la que trabajaba. Me enganchó mucho la idea de una comunidad pujante.
– ¿En qué año terminaste tu licenciatura?
– Terminé en diciembre de 2001. Era un momento complicado. El país estaba en una situación económica y política muy difícil, sobre todo para empezar un doctorado. Había mucha incertidumbre en relación con el futuro.
– En ese momento, ¿estabas decidido a hacer un doctorado?
– Yo tenía claro que quería hacer una carrera académica. Me planteé la posibilidad de irme afuera. Pero hablando con mucha gente todos coincidían en que si uno hacía el doctorado en un buen laboratorio de acá, en cuanto a formación, iba a estar al mismo nivel que en un laboratorio de afuera. Entonces, opté por quedarme. Yo había hecho la licenciatura con Oscar Martínez y continué el doctorado con él. Quería aprender un poco de biología y él me recomendó que, para eso, era mejor que me fuera unos meses al exterior. Entonces, si bien hice todo mi doctorado acá, dos veranos me fui a trabajar a un Instituto Max Planck en Alemania. Eso fue muy bueno, tanto personal como profesionalmente.
– ¿Tenías decidido qué hacer al finalizar tu doctorado?
– Sí, a principios del 2007, me fui de posdoc a Alemania. Después de haber estado en allá casi ocho meses durante mi doctorado, me atraía la idea hacer ciencia afuera y, sobre todo, de insertarme en un grupo interdisciplinario. Yo tenía ganas de aprender más biología y entonces opté por ir a un grupo en el cual hicieran biología y necesitaran físicos. Y eso fue muy bueno porque me obligó a salir de la zona de confort. Por otro lado, el Max Planck es un muy buen lugar para aprender el trabajo interdisciplinario.
– ¿Dónde se encontraba el Instituto en el que trabajabas?
– En la ciudad de Dortmund. Es un instituto muy interesante porque hacen química básica orientada al desarrollo de fármacos, biología estructural, bioquímica, y el grupo en el que yo me integré es el de biología celular. Es un grupo que recién se había mudado, es decir, que yo llegué a un grupo nuevo, a un laboratorio nuevo, lo que fue muy interesante. Armar un laboratorio de cero es mucho trabajo pero también es la posibilidad de plasmar las ideas de uno en ello.
– ¿Cómo fue la adaptación a nivel humano?
– Dortmund es una zona interesante porque tiene mucha inmigración. Y, culturalmente, si bien es cierto que es una sociedad totalmente distinta, por otro lado, el ambiente académico es especial porque hay una gran cantidad de extranjeros. Entonces, una de las cosas que más disfruté es la posibilidad de encontrarme con gente de culturas totalmente diferentes. Había mucha gente de India, China, Estados Unidos, distintos países de Europa, de África. Trabajar en un ambiente tan internacional abre la cabeza. Es muy valioso.
– ¿Qué es lo que más te llamó la atención acerca del trabajo científico en MP?
– Alemania es un país con mucha inversión en I+D tanto a nivel público como privado. Y eso se nota. Se nota en que los estudiantes de licenciatura y doctorado tienen muchas salidas laborales en industrias y empresas tecnológicas pequeñas. También se nota en la disponibilidad de materiales para trabajar. Pero, además de la cantidad de plata, hay una organización que simplifica la vida del investigador. Eso también forma parte de la experiencia de vivir afuera, ver que hay cosas que con la misma cantidad de dinero se podrían hacer distinto y mejor.
– Tu formación en Exactas ¿te permitió insertarte sin problemas en una institución de ese nivel?
– Sí, la formación que uno tiene acá, desde el punto de vista conceptual y teórica, es muy buena. Es cierto que tenemos acceso a menos equipos y, por lo tanto, hay ciertos dispositivos que tenemos que aprender a usar pero nunca tuve problemas para participar en alguna investigación por falta de formación. Y lo más importante es que la Facultad me brindó la posibilidad de aprender a aprender cosas, porque uno siempre se va a meter en temas en los que algo no sabe. Entonces, desarrollar esa capacidad es clave.
– Cuando te fuiste, ¿viajaste con una idea definida acerca de volver?
– Tenía la idea de estar dos o tres años afuera y volver. Pero después me ofrecieron un cargo de líder de proyecto y después de líder de grupo y el tiempo fue pasando y estábamos bien. Está claro que en Alemania se vive muy bien y, por suerte, el grupo humano que yo encontré era excelente. Quedarnos era una posibilidad seria. Por otro lado, a mí me atraía mucho la idea de regresar por el hecho de ayudar a construir cosas. Uno siente que acá puede hacer la diferencia, colaborando con otra gente de la Facultad para promover sus actividades, para ayudar a que el sistema crezca. Eso es muy enriquecedor. Yo viajé con mi mujer y dos hijos. Y lo que nos decidió a volver fue una conjunción de cosas. Por un lado las posibilidades de insertarme acá en un laboratorio, la apertura de cargos en CONICET y UBA y, por otro, en el aspecto personal, mi hijo mayor tenía que empezar la primaria y después iba a ser más difícil retornar.
– ¿Cómo fuiste planificando tu regreso?
– Planear una vuelta con familia es complicado. Yo tuve la suerte de volver a Buenos Aires periódicamente entonces estaba al tanto de lo que estaba pasando. Eso me daba un panorama acerca de las posibilidades reales para reinsertarme. Cuando tomé la decisión de volver presenté los papeles para ingresar a carrera en CONICET y me presenté a un cargo de UBA como profesor. Todo eso fue saliendo a lo largo de 2012, y entonces en 2013 volvimos. Había hablado acá en el Departamento, con la gente del IFIBA, y tuve la suerte de poder incorporarme al Laboratorio de Electrónica Cuántica, que cuenta con cierto equipamiento, lo cual me ayudó para arrancar porque empezar implica un gasto muy grande y a veces ese tipo de partidas no están disponibles, lo que hace que los primeros años sean difíciles.
– ¿Notaste cambios en la situación del sistema científico en los últimos años?
– Lo que se ve, primero, es que se ha venido aumentando el nivel de inversión y también que hay mucha más gente. Más gente investigando, más alumnos estudiando. Por lo que estuve viendo prácticamente se duplicó el número de alumnos en la carrera de Física, lo cual es impresionante. También se ve el crecimiento de grupos experimentales en el Departamento de Física. Creo que son cosas muy positivas. Institucionalmente tenemos que acompañar todo eso con más subsidios, flexibilizando ciertas normas de presentación para que la gente que entra no pierda demasiado tiempo de instalación.
Algo que se está haciendo en el Departamento y me parece muy bueno es el Programa de Profesores Visitantes. Creo que es excelente, no solamente por la posibilidad de que los alumnos tomen esos cursos, sino por la interacción con otros investigadores de primer nivel. Me parece fundamental que la gente se vaya relacionando, conectándose, estableciendo redes. Esa es la palabra clave.
– Hace poco que te instalaste pero, al menos por ahora, ¿estás contento con tu regreso?
– Sí, uno siempre vuelve con esperanza y, hasta ahora, no estoy para nada defraudado. Yo tengo claro que hay ciertas cosas que acá son más complicadas pero, por otro lado, veo el potencial que tienen de los alumnos, el interés que demuestran, son cosas que dan mucho ánimo para seguir trabajando. Y eso, sumado a gente muy buena que está volviendo, que se está instalando en la Facultad, con la cual está la idea de interactuar, de hacer trabajos interdisciplinarios, es muy valioso. Eso es lo que me trajo de vuelta.