Gabriel Rabinovich ingresó a la EMBO
El inmunólogo Gabriel Rabinovich acaba de ser nombrado miembro de uno de los organismos más prestigiosos del mundo en ciencias biológicas, la Organización Europea de Biología Molecular. Una nueva distinción personal para su destacada carrera que también abre caminos a la ciencia nacional.
Desde este miércoles, Gabriel Rabinovich agrega uno más a sus muchos pergaminos, uno muy especial. El reconocido bioquímico argentino, una referencia en la inmunología, ha sido nombrado miembro asociado de la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO), la prestigiosa entidad que nuclea a más de 1900 científicos de todo el mundo –entre ellos casi un centenar de premios Nobel– y que promueve la excelencia en las “ciencias de la vida”.
EMBO premia de este modo los logros de Rabinovich, cuyas investigaciones sobre los circuitos regulatorios mediados por lectinas y glicanos en los procesos de inflamación, angiogénesis y escape tumoral, a las que ha dedicado ya tres décadas, vienen aportando innovadoras herramientas de inmunoterapia para el tratamiento de distintos tipos de cáncer, enfermedades inflamatorias y autoinmunes.
Investigador principal del CONICET en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME, Exactas UBA), Rabinovich ya había sido nombrado miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos en 2016. Ahora añade a su currículum el reconocimiento de sus colegas del Viejo Continente. Un doble mérito para un científico que ha desarrollado toda su carrera -desde el día en que identificó la proteína Galectina-1, cuando culminaba sus estudios de grado en la Universidad Nacional de Córdoba- en instituciones públicas de la Argentina.
Los miembros de EMBO evalúan subsidios para proyectos de investigación e integran los diferentes comités de la organización, básicamente impulsando las carreras de jóvenes investigadores, brindando apoyo material y visibilidad a sus iniciativas, además de estrechar los lazos de la comunidad científica en Europa y fuera de ese continente.
Son, este año 67, científicos de 22 países los nuevos miembros electos de la entidad y, de ese total, nueve investigadores han sido reconocidos como miembros asociados, nómina de la que ahora forma parte Gabriel Rabinovich.
“Es un honor muy grande y un orgullo enorme por lo que significa EMBO en todo el mundo –dice el investigador cordobés en diálogo con NEXCiencia–, y por la importancia que tiene para traccionar las carreras de jóvenes investigadores. Ojalá me permita impulsar las carreras de muchos de ellos en la Argentina. Estoy muy agradecido a quienes me nominaron, fue una hermosa sorpresa que me hayan elegido. El nominador argentino fue Alberto Kornblihtt, a quien le agradezco haber pensado en mí. Y también a Manuel Serrano, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de Madrid; a Sebastián Amigorena, de Francia, y Ludger Johannes, de Alemania, ambos del Instituto Curie de París; y a Alberto Mantovani, del Instituto Clinico Humanitas de Rozzano, Italia. Que hayan presentado y apoyado mi nominación investigadores que admiro tanto, ya era para mí un honor.”
–¿Ya tenía algún tipo de vínculo con EMBO?
–Mi vínculo con EMBO había sido, como el de muchos científicos, evaluando becas y publicando en sus revistas. También me habían invitado a dar una conferencia en un evento EMBO en Israel. Lo cierto es que, si bien no trabajo directamente con biología molecular, al trabajar el impacto de la interacción entre galectinas y glicanos en distintos escenarios patológicos y fisiológicos de cáncer, enfermedades inflamatorias y autoinmunes, claramente utilizamos la biología molecular como una herramienta, que nos brinda información importantísima sobre todos los fenómenos moleculares subyacentes a los procesos que analizamos a nivel fisiopatológico.
–¿Qué significa este reconocimiento en lo inmediato?
–Desde una perspectiva de servicio, digamos, esto abre la posibilidad de impulsar la carrera de muchos investigadores jóvenes, en términos de becas, congresos, simposios. Cuando uno ingresa como miembro a academias u organizaciones, lo importante es intentar potenciar y visibilizar de alguna manera la ciencia que se está haciendo en nuestro país.
–Imagino que también es un lugar en el que se discute hacia dónde va o debe ir la biología, un foro trascendental para pensar el rumbo de la ciencia en general.
–Totalmente. Para mí es un orgullo y supone una gran oportunidad poder sentarse a esa mesa a trabajar desde una perspectiva interdisciplinaria de la biología molecular, entendida como herramienta para poder comprender los procesos fisiopatológicos, los problemas clínicos. Yo siempre he procurado trabajar sobre el concepto de una fuerte interconexión entre la ciencia básica y la transferencia: ir de la ciencia básica a la clínica pero también en el sentido inverso, porque a nosotros nos han inspirado muchos hallazgos clínicos, nos han abierto las puertas a la investigación.
–¿Lo desvela ese modo de entender la ciencia básica, en íntima relación con su aplicación clínica?
–Desde hace muchos años, aun antes de que se acuñara el término “investigación traslacional”, mi sueño siempre fue que el resultado de mi trabajo, más temprano que tarde, llegue a los pacientes. El simposio sobre inmunoterapia que muy pronto vamos a hacer en Exactas (la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA), que se extenderá del 30 de septiembre hasta el 14 de octubre, está animado por esa idea: el diálogo fecundo entre la ciencia básica y la clínica. Desde 1992, desde el descubrimiento de esa banda proteica que no sabíamos de qué se trataba hasta poder dilucidar, con el correr de los años, las funciones de la galectina en cáncer, en inflamación, en autoinmunidad, en infecciones, más recientemente en ateroesclerosis, la idea siempre ha sido esa: invertir nuestros esfuerzos en transferir cada hallazgo a un producto tangible que pueda ser utilizado para la salud humana. Y la verdad es que eso lo tengo clarísimo: yo deseo llevar todo eso a la clínica, y que me toque verlo en vida.
–Los avances recientes en el campo de la inmunoterapia son notables. Desde luego, seguimos hablando de “terapia” cuando hablamos de enfermedades como el cáncer. ¿Cuán lejos estamos de hablar de “cura”?
–A mí me gustan las palabras “tratamiento”, “terapia”. Claro, la palabra “curación” es allí donde uno quiere llegar. Pero antes eso era una utopía mayor, y ahora lo cierto es que hay tumores que se consideran curados, con cirugía y la ayuda de la inmunoterapia, la quimioterapia y la radioterapia. Si uno piensa que “curar” significa mantener a raya por el resto de la vida a una determinada patología sin que esta pueda modificar o generar una patología fenotípica en el paciente, que podamos inclusive convivir con un pequeño número de células tumorales y al mismo tiempo mantener un sistema inmune fuerte que pueda combatir y eliminar esas células… Claro, es muy difícil decir “estás curado”. En algunos tumores, los controles se extienden cinco años. En otros, diez. En otros no te lo pueden decir. Ahora bien, la inmunoterapia empezó teniendo éxito en melanomas, en tumores de piel, pero nadie hubiera pensado que un tumor de pulmón metastásico de un fumador iba a poder ser combatido o eliminado por inmunoterapia y hoy tenemos remisiones. Y esto se extendió a cabeza y cuello, a riñón, y hoy en día ya ves tumores muy difíciles, de páncreas o del sistema nervioso, con ensayos clínicos que están empezando a dar algunos resultados. Entonces, muchas de estas terapias en las que trabajamos no son curativas, pero mejoran la calidad de vida de los pacientes, les han alargado la sobrevivida, una sobrevida libre de enfermedad. Entonces, todo esto está cambiando año tras año. Estamos convirtiendo en enfermedades crónicas enfermedades que antes se consideraban mortales.
Qué es EMBO
“Los nuevos miembros y miembros asociados de EMBO son científicos excepcionales, que llevan adelante investigaciones de punta en una gran variedad de campos, desde la biología molecular y la oncología hasta el desarrollo de vacunas y la inteligencia artificial. Sé que enriquecerán inmensamente la vida de esta organización”, dijo la británica Fiona Watt, eminencia en la investigación sobre células madre y actual directora de EMBO.
La Organización Europea de Biología Molecular (European Molecular Biology Organization) es una asociación internacional de científicos fundada en 1964 con el propósito de promover la investigación en biología molecular. Desde entonces, “recluta” a sus miembros por la excelencia y el carácter pionero de sus estudios en el campo de la biología. EMBO entrega un premio anual a jóvenes científicos desde 1986, y a partir del año 2000 consolidó un importante programa de becas destinado a impulsar sus carreras. La organización publica además cinco revistas científicas: The EMBO Journal, EMBO Reports, Molecular Systems Biology, EMBO Molecular Medicine y Life Science Alliance.
Los nuevos miembros son nominados por científicos que ya forman parte de EMBO. La bienvenida formal para Rabinovich será entre el 26 y el 28 de octubre, durante el encuentro anual de la asociación en su sede en Heidelberg, Alemania.