Argentina en la encrucijada
Ya nadie discute el papel clave que el litio puede jugar en la economía de nuestro país en los próximos años. La incógnita es si Argentina se convertirá otra vez en un simple proveedor global de materia prima o si logrará impulsar un proceso de agregación de valor que sirva de palanca para el desarrollo nacional. NEXciencia dialogó con el presidente de Y-TEC, Roberto Salvarezza, quien promueve un programa de industrialización del litio que ya está en marcha.
A principios de este año la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, se preguntó durante su intervención en un evento del Atlantic Council: ¿Por qué es importante América Latina?” y respondió con sinceridad brutal: “Por todos sus ricos recursos naturales y tierras raras. Tienen el triángulo del litio que es necesario para la tecnología actual. El 60 por ciento del litio del mundo se encuentra en ese triángulo que forman Argentina, Bolivia y Chile”, y luego de referirse al petróleo, cobre, oro y agua dulce, remató: “Esa región importa, tiene mucho que ver con la seguridad nacional”. Luego de esas manifestaciones ya nadie puede dudar acerca de la importancia económica y geopolítica que el litio tendrá en los próximos años para Argentina, la región y el mundo.
“Esas declaraciones las recibí con cierta indignación. Es una mirada muy colonial sobre los recursos de otras naciones. Es pensar que los países de Latinoamérica, en este caso Argentina, deben ser proveedores de materia prima. Nosotros, como Estado nacional, debemos tomar una posición muy firme: una parte del litio que se extrae en nuestro país la tenemos industrializar en Argentina”, sostiene con vehemencia Roberto Salvarezza, presidente de Y-TEC y de YPF Litio, quien desde hace años viene trabajando para que el Estado nacional, las provincias y el sector privado emprendan la tarea de agregar valor al litio que empresas extranjeras explotan en el norte de nuestro país. De hecho, en agosto, pondrá en marcha, en la ciudad de La Plata, la primera planta de producción de baterías de litio de toda América Latina.
En concreto, el triángulo del litio concentra, actualmente, el 56 por ciento de los recursos, el 51 por ciento de las reservas globales de ese metal y poco más del 30 por ciento de la producción mundial. Para el año 2030 se prevé un incremento de la demanda global de litio del 564 por ciento y un aumento de la producción del 326 por ciento, por lo cual la oferta podría no alcanzar a satisfacer la demanda.
Argentina, ocupa el segundo lugar mundial por el nivel de sus recursos litíferos, detrás de Bolivia y es el cuarto productor mundial de ese metal.
Argentina, ocupa el segundo lugar mundial por el nivel de sus recursos litíferos, detrás de Bolivia y es el cuarto productor mundial, solo superada por Australia, Chile y China. En 2022, nuestro país extrajo unas 33 mil toneladas de litio lo que se tradujo en exportaciones por unos 700 millones de dólares. Actualmente, dos empresas explican la totalidad de la producción y una tercera que recién está comenzando el proceso de extracción. Además, hay una treintena de proyectos que caminan a diferentes velocidades, algunos en etapa exploratoria avanzada, otros en alguna fase preliminar. Las proyecciones previstas resultan sorprendentes: “Se calculan escenarios en los cuales para 2025 es probable que Argentina alcance las 200 mil toneladas y en 2030 las 400 mil. Es decir que Argentina estaría multiplicando por 10 su producción”, vaticina Salvarezza.
– ¿De qué manera nuestro país le puede sacar más provecho a esta oportunidad?
– Yo creo que, tanto Argentina, como Chile, como Bolivia coinciden en que tenemos que agregarle valor a ese litio, que no deberíamos exportarlo como carbonato de litio. En ese sentido, en Argentina, la Mesa del Litio, integrada por gobernadores y funcionarios nacionales, en la reunión del 7 de febrero, emitió una declaración pública en favor de que se reserve una cuota del litio extraído para que se industrialice localmente. También se quejaron de que las regalías eran muy bajas y de que el aumento de la demanda mundial y del precio no se reflejaba en un beneficio económico importante para las provincias. Por eso, yo creo que desde lo político hay una decisión tomada de que hay que aprovechar la oportunidad e industrializar ese litio.
– Pero más allá de esta declaración, ¿existe un acuerdo sobre el plan a seguir para lograr la industrialización del litio en nuestro país? ¿Será necesario declarar al litio como recurso estratégico?
– Yo creo que a lo que tenemos que apuntar en este momento es a impulsar un proceso de industrialización del litio, en el cual, el Estado participe a través de empresas públicas provinciales o nacionales, con es el caso del YPF. Eso hoy se podría concretar a partir de una ley corta que dijera qué fracción se tiene que industrializar en el país. Esa fracción podría ser creciente, por ejemplo, el primer año el 5 por ciento de la producción, el segundo año el 10, el tercero, el 20. Esto no implicaría la necesidad de nacionalizar el litio, que es otro tema. Vos fijate que la Constitución establece que el litio es dominio de las provincias, entonces, una nacionalización del litio requeriría de una modificación de la Constitución. Nadie está diciendo que no discutamos un marco mejor pero ese marco mejor tiene que tener el consenso de las provincias. Entonces, mientras tanto, hay que hacer algo y este proyecto le permite participar al Estado y agregarle valor a este recurso que tiene Argentina y que hoy lo exporta en su totalidad como carbonato de litio.
– El peligro es que se establezca una competencia perversa para ver qué provincia ofrece el marco regulatorio más laxo para atraer a las empresas extranjeras, en lugar de avanzar hacia una estrategia nacional que beneficie al conjunto.
– Justamente, eso es parte del debate de fondo. Pero el marco de ese debate es el Poder Legislativo. Yo creo que mientras que esta discusión no se pueda saldar, y hoy en día claramente no se puede saldar, es mejor avanzar en la posibilidad industrializar nuestro litio. Eso sería un paso adelante.
“Estoy pensando en una planta que produzca 10 mil o 20 mil toneladas de LFP. Ahí ya no estarías exportando carbonato de litio sino un material con mayor valor agregado”.
– Supongamos que se puede avanzar en el terreno político y se aprueba esta ley corta, ¿Argentina cuenta hoy con las capacidades científicas, tecnológicas e industriales para impulsar un proceso de agregado de valor al litio?
– Yo te diría que hasta hace dos o tres años había gente que decía que nunca íbamos a poder industrializar el litio porque no teníamos las capacidades para hacerlo. Pero hemos demostrado que sí podemos hacerlo. Estamos avanzando en toda la cadena hasta llegar a las baterías. Nosotros sabemos cómo producir el material del cátodo, hemos elegido litio ferrofosfato (LFP) que es amigable con el medio ambiente, y que no requiere níquel, ni cobalto, que íbamos a tener que importar. El material del ánodo, el grafito, se produce a partir de coque que es el resultado del refino del petróleo. Nosotros producimos toneladas de coque en YPF, que puede ser grafitizado y ya estamos en un proyecto para llevarlo adelante. Para el material del ánodo estamos trabajando con Aluar para ver si el foil de aluminino que ellos proveen puede ser utilizado en las celdas. Después, tenemos un tema con los laminados de cobre, porque hoy en día no lo producimos en la región. Tenemos que trabajar con Chile la posibilidad de que nos suministre el foil de cobre. El electrolito lo estamos desarrollando con la Comisión de Energía Atómica.
– ¿Cuándo se pondrá en funcionamiento la primera planta de producción de celdas para baterías de litio en América Latina?
– Hoy nuestro horizonte es que esté en funcionamiento en agosto, en un principio con suministros importados. Lo que vamos a sustituir más rápido es el material del cátodo, el LFP, porque lo vamos a producir en Y-TEC. A partir de allí, vamos a ir armando toda la cadena. En esa planta, ubicada en La Plata, vamos producir 15 megas por año en celdas de baterías de ion litio. Y, a su vez, le hemos transferido la tecnología a la provincia de Santiago del Estero, que ya está comprando los equipos, y vamos a tener 75 megas adicionales, con lo cual, vamos a alcanzar alrededor de 100 megas de capacidad de almacenamiento. Para que tengas una idea, el PERMER, que es el programa de energías renovables en mercados rurales, registró una demanda de 600 megas de energía para almacenar, para escuelas rurales, micro redes en poblaciones aisladas, instituciones públicas. Ahí tenemos un segmento interesante para atender.
– ¿Podés darnos más detalles de la planta de Santiago del Estero?
– Sí, implica una inversión de 10 millones de dólares y va a entrar en funcionamiento el año que viene. Se va a instalar en el parque tecnológico de La Banda, cerquita de la capital. Ellos van a fabricar celdas cilíndricas y celdas prismáticas. Nosotros vamos a fabricar celdas tipo bolsa, o sea que vamos a tener la producción de los tres tipos de celdas más utilizadas. Ellos se van a centrar más en la electromovilidad, aunque también pueden aportar a lo que es energía estacionaria. Ahora, con este proyecto de industrializar, además de atender la demanda interna, que por el momento es relativamente chica, podríamos producir el material catódico en grandes cantidades y exportarlo. Estoy pensando en una planta que produzca 10 mil o 20 mil toneladas de LFP. Ahí ya no estarías exportando carbonato de litio sino un material con mayor valor agregado. Eso, mientras se va desarrollando la demanda interna, porque en algún momento las terminales argentinas van a empezar a hacer coches eléctricos. En los autos eléctricos, más del 30% el valor del coche es la batería, y el 34% de lo que vale la celda de la batería es el material del cátodo, el LFP. Entonces, hay que ser inteligentes, mirar toda la cadena de valor, ver cómo nos insertamos, buscar proveedores nacionales y ver todas las posibilidades que tenemos.
– Una vez fabricadas las celdas, ¿la producción de baterías es inmediata?
– Sí. La celda es la unidad funcional de la batería. En una batería vos podés tener 10 o 500 celdas. Nosotros no vamos a hacer las baterías, eso lo van a hacer empresas pymes que son ensambladoras de celdas. De hecho, ya hay pymes que compran celdas en China y las ensamblan. Queremos potenciar ese segmento, pero que ensamblen celdas nacionales. Nosotros podemos producir, anualmente, baterías para unas 2 mil viviendas, para unos 300 vehículos eléctricos. La planta de Santiago del Estero va a multiplicar por cinco esa cantidad.
“Si vos sos capaz de fabricar el elemento más caro del coche, que es la batería, vos sabés que las terminales van a seguir funcionando acá”.
– Ahora bien, si objetivo central de este plan de industrialización es la producción de baterías nacionales, resulta indispensable la presencia de un Estado activo que se asegure que las terminales automotrices las utilicen para fabricar los vehículos eléctricos en Argentina.
– Claro, es que la decisión de mantener una planta acá en Argentina depende de las ventajas comparativas que vos tengas. Entonces, si vos sos capaz de fabricar el elemento más caro del coche, que es la batería, vos sabés que las terminales van a seguir funcionando acá. Hoy tenemos el recurso, el litio es nuestro. Entonces, impongamos condiciones, establezcamos que nosotros vamos utilizar parte del carbonato que exportamos para industrializarlo en el país, y vamos a ir adquiriendo la capacidad de producir las baterías. Una vez que tengamos amarrado el tema de la batería, probablemente para todas las terminales sea una ventaja. Me parece que esa es una parte muy importante de lo que va a venir en cuanto a los cambios tecnológicos.
– Además de la producción de baterías, ¿ves posible el desarrollo de nueva tecnología para hacer más eficiente al extracción del litio de los salares?
– Ese es un tema muy interesante que hoy se encuentra en la frontera tecnológica. Hoy en día, los métodos evaporíticos son lentos, una parte importante del litio de la salmuera se pierde, también perdés otras sales a las que podrías darle valor. En cambio, con los métodos de extracción directa podrías recuperar el litio y devolver esa salmuera al salar, con lo cual no perderías agua y no modificarías mayormente el ambiente. Esas tecnologías están en pleno desarrollo. En Jujuy tenemos un proyecto, con la Universidad de Jujuy y el CONICET, para desarrollar un método de electrodiálisis. Estamos analizando qué rendimiento tiene este método, cuánta energía gasta, qué inversión requiere. Lo estamos comparando con otros métodos de extracción directa que nos están ofreciendo otras empresas. Creo que es un desafío muy interesante porque permite desarrollar la explotación de manera sustentable sin afectar el ambiente hídrico de los salares.
– ¿Cuál es el papel que tiene YPF Litio en todo esta proceso?
– La tarea de YPF litio es explorar y explotar salares, y llegar hasta el carbonato de litio. Es una empresa que recién empezó a operar en 2022. Estamos explorando un salar de 20 mil hectáreas en Fiambalá. Ya hemos localizado dónde está la salmuera y ahora tenemos que sacar esa salmuera y ver si el contenido de litio que tiene es comercialmente explotable. A su vez, en Salta estamos trabajando con la provincia para acceder a nuevas áreas. En el interín, porque se necesitan 5 años de trabajo hasta obtener el carbonato, le hemos comprado carbonato de litio a las empresas que lo producen en el país, para empezar a producir el LFP con carbonato catamarqueño, no con carbonato chino. Lo que también es simbólico: es la primera vez que una pequeña parte de ese carbonato de litio va a ser industrializado en nuestro país.
– Algunos analistas consideran que este proceso de transición energética pone a nuestro país en un momento bisagra y que si se maneja correctamente puede constituir una nueva posibilidad para lograr el desarrollo nacional ¿Coincidís con esta visión?
– Sí, yo creo que dada la transición energética, si miramos el gas natural, el litio, el hidrógeno, si sabemos administrar estos recursos naturales, si somos inteligentes y le agregamos valor y no solamente nos dedicamos a exportarlos, entonces habremos cambiado la matriz productiva de Argentina. No solo vamos a tener los dólares que nos faltan sino que cambiaríamos nuestra matriz productiva. Esta encrucijada tiene dos caminos: o somos Corea o somos Potosí. El otro día un economista en la Universidad de Quilmes nos mostraba un gráfico donde había un cuadrante que relacionaba alta inversión en ciencia y PBI, y resulta que ahí estaban Estados Unidos, Alemania, Corea, Israel y no había ningún país latinoamericano, ni ningún país africano. Entonces, es lógico que se produzcan tensiones si queremos salir del lugar en que nos ponen, y el lugar en que nos ponen es el de proveedor de materias primas. Eso no podemos admitirlo, tenemos que cambiar de lugar y esas son decisiones políticas.