El género de la física
Durante los primeros días de abril se llevó a cabo en Sudáfrica la 4ta. Conferencia Internacional de Mujeres en Física, de la que participaron más de doscientas personas de casi sesenta países. Durante el encuentro se debatieron diferentes estrategias para acercar a un mayor número de mujeres a la disciplina. El Cable dialogó con la investigadora de Exactas Silvina Ponce Dawson, presidenta del grupo de trabajo que organizó la reunión.
¿Cuáles son las causas que hacen que sea tan baja la proporción de mujeres que se dedican a investigar y enseñar física? ¿Por qué razón ese porcentaje es aun inferior en los países desarrollados? ¿Esta situación afecta sólo a la física o se extiende también a otras ciencias? ¿Los motivos de estas diferencias se originan en cuestiones más relacionadas con el funcionamiento de la sociedad en general o con aspectos de la carrera de investigador en particular? ¿Se pueden desarrollar estrategias tendientes a atraer más mujeres a esta disciplina?
Con el objetivo de discutir estos temas, reunir información, elaborar un diagnóstico preciso y formular recomendaciones para mejorar la situación, en 1999 se creó, en el ámbito de la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada (IUPAP), el Grupo de Trabajo de Mujeres en Física. Este grupo, que actualmente es presidido por la investigadora y profesora de la Facultad Silvina Ponce Dawson, fue el organizador de la 4ta. Conferencia Internacional de Mujeres en Física que tuvo lugar entre el 4 y el 9 de abril en Sudáfrica. Participaron del encuentro 223 personas, de las cuales un diez por ciento eran hombres, provenientes de 59 países. Por la Argentina, además de Dawson, asistieron Vera Brudny, profesora e investigadora de Exactas, y Cecilia Lagorio, estudiante de doctorado de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
“Empecé a participar del Grupo de Trabajo en el 2007 representando a América Latina y ahora me eligieron para presidirlo por tres años, hasta la próxima reunión internacional”, cuenta Ponce Dawson.
– ¿Qué se discutió en el encuentro de Sudáfrica?
– La reunión tiene dos partes, por un lado charlas y presentaciones de trabajos de investigación y, por otro, la difusión del tema de género. En relación con este último punto se llevaron a cabo distintos talleres: uno referido al desarrollo profesional, que apuntaba a debatir herramientas para que las mujeres puedan avanzar en sus carreras; otro sobre cómo facilitar el regreso de la mujer a la carrera científica si tuvo que dejarla temporalmente por cuestiones familiares; un tercero sobre cómo mejorar el ambiente de trabajo; otro sobre cómo atraer más chicas a la física; un quinto referido a la articulación con los estudios que realizan los científicos sociales del tema género; y, por último, uno sobre el armado de redes de colaboración para ayudar a las mujeres a avanzar académicamente.
– ¿Cuál es la situación de la Argentina en cuanto a las mujeres y la física?
– En general, es mejor que la de los países más desarrollados. Las mujeres somos aproximadamente un tercio del total de físicos del país. Lo que habíamos detectado en el 2001 era lo que se llama el “techo de cristal” y es que la proporción de mujeres que había, por ejemplo, en la carrera de investigación de Conicet, disminuía notablemente a medida que se avanza en la carrera. Eso estaría mejorando, de acuerdo con datos más recientes, pero al mismo tiempo habría una disminución en la cantidad de mujeres en las categorías más bajas (ver cuadro). Estas modificaciones pueden estar relacionadas con la gran cantidad de investigadores que ingresaron al Conicet en los últimos años.
– ¿Cuáles son los principales obstáculos que debe sortear una mujer para avanzar en su carrera?
– Está el tema de cómo compatibilizar familia y carrera. En otros países es mucho más probable que la mujer que progresa en la carrera científica no tenga hijos. O, si los tiene, es mucho más común que los tenga a una edad más tardía. Porque si una tiene hijos alrededor de los treinta años, ésa es la etapa clave para armar su currículum. Entonces, cuando va a las instancias de evaluación, no muestra el mismo desempeño que una persona que no tuvo que invertir parte de su tiempo en tener y criar hijos. Otro tema que también afecta es que, si estás en pareja con alguien que no es de la disciplina, si es abogado, por ejemplo, es bastante poco probable que acepte irse a otro país por varios años para que la esposa avance en su carrera académica. En cambio, es más común que la mujer abandone su carrera para ayudar al crecimiento profesional del marido.
– ¿Existen actualmente en la carrera de investigación políticas específicas que le den algún marco de cobertura a estas situaciones particulares que sufren las científicas?
– En el Conicet si la mujer en un informe señala algo vinculado a su situación personal se lo tiende a tener en cuenta, pero queda librado a la buena voluntad de las personas. Creo que debería estar normatizado. Ahora el Conicet tiene un sistema de ingreso de datos y allí no se pregunta si uno se tomó o no una licencia por maternidad. De todas maneras, cuando discutíamos este punto con personas de otros países, algunos nos decían que les parecía mal que hubiera que poner información sobre hijos o la maternidad porque podía ser usada en contra de la mujer. Otro tema que también está presente en el Conicet es el de los límites de edad: tenés que tener menos de tantos años para entrar a cada categoría de investigador. En muchos países en lugar de la edad cronológica se tiene en cuenta lo que se llama “edad académica” que no avanza durante la licencia por maternidad u otras cuestiones similares. En otros lugares, como en la Unión Europea, los límites de edad fueron directamente abolidos porque los considera discriminatorios. Estos temas, en general, afectan más a las mujeres que a los hombres.
– El tema de la reinserción de la mujer en la carrera científica luego de la maternidad, ¿es algo que hoy está previsto en Argentina?
– Eso es algo que hoy acá no existe. En Inglaterra, por ejemplo, hay un programa muy interesante que es una beca de cinco años para mujeres científicas e ingenieras que quieran volver a la actividad. Para eso debe presentar un plan de trabajo y le dan esta beca que incluye recursos para su sueldo y el material que necesita para la investigación. A lo largo de esos 5 años tiene que generar resultados y reinsertarse en forma permanente en el sistema científico.
¿Te parece que deberían instrumentarse herramientas de discrimación positiva como los cupos o alguna otra alternativa?
Hay muchas mujeres que rechazan la discriminación positiva porque les parece que después van a ser vistas como que ocupan los lugares más por una especie de dádiva que por mérito propio. Es bastante discutido. Yo creo que debería haber mecanismos de este tipo. Tener hijos requiere de una inversión en tiempo y me parece que todos tendríamos que poder concretar ese deseo sin que ello signifique un perjuicio en el propio desarrollo profesional.
– ¿Ves con optimismo la posibilidad de que en Argentina se adopten algunas de las propuestas que mencionaste?
– Yo creo que sí. En particular en el ministerio de Ciencia hay una voluntad de incorporar la problemática de género. Por otro lado, en el Conicet, que actualmente es presidido por una mujer y física además, tengo la sensación de que también hay voluntad de tener en cuenta estos temas.
En primera persona
– Silvina, vos sos física y además sos madre de dos hijos ¿cómo repercutió todo esto en tu carrera?
– El papá de mis hijos es físico también. Entonces siempre hubo una colaboración mutua que permitió que cada uno pudiera avanzar en la carrera compartiendo el cuidado de los chicos. Pero también los hicimos sufrir a ellos. A mi hijo lo tuve acá siendo becaria de doctorado y me tomé una licencia de tres meses. Cuando tenía dos años nos fuimos de posdoc a Estados Unidos y volvimos cuando tenía siete. Para él fue un golpe muy duro la reinserción en la Argentina porque estaba absolutamente adaptado. Imaginate que entendía pero no hablaba castellano. A mi hija la tuve en Estados Unidos, mientras hacía el posdoc y yo estaba ahí con un arreglo por el cual yo no me podía tomar licencia.
– ¿Y allí no había arreglo informal posible?
– Una de las cosas que te pasa es que hay etapas en las que te convertís en un workaholic, no podés parar de trabajar y querés avanzar en tu carrera. Yo me acuerdo que estaba en mi oficina discutiendo un paper cuando entré en trabajo de parto. Lo llamé al papá, nos fuimos al hospital y más o menos a las dos horas nació. Es decir que yo estuve trabajando hasta el último minuto y volví a trabajar un mes y diez días después de que ella naciera. Pero está bastante bien mi hija, me parece (risas).
La cuestión nacional
Al analizarse los datos globales de la última década en relación con la cantidad de mujeres que forman parte de la carrera de investigador del Conicet, se observa que la proporción de física se ha mantenido prácticamente constante: mientras que en 1999 constituían un 21% del total, en 2010 el porcentaje era del 22%.
Debe destacarse, al mismo tiempo, un incremento importante en el número de mujeres que alcanzaron las categorías de investigadoras independientes, que pasaron del 13% en 1999 al 24% en 2010, y de investigadoras principales, del 6% al 11% en el mismo período. Llama la atención que, en contraposición, se observa una disminución de la presencia femenina en la primeras categorías de la carrera (asistentes y adjuntas).
Por otro lado, en la Facultad también se produjo una leve suba del 23% en 2000, al 27% en 2010, en la proporción de mujeres que enseñan física. En tanto, la cifra de los proyectos de esta disciplina liderados por mujeres que cuentan con financiamiento de la Agencia, aumentó del 7% en 1999, al 21% en 2008.
Sin embargo, la porcentaje de chicas que estudian la carrera de Física en Exactas disminuyó de un 31% promedio para la década del 90, a un 27% para el período 2000-2010.
– ¿Tenés alguna hipótesis para explicar por qué las mujeres representan sólo un 30% del total de las personas que se inscriben para estudiar física?
– No tengo una explicación definida para eso. Por un lado creo que tiene que ver con los modelos y la percepción que hay de cuál es el tipo de gente que hace física. Si vos pensás en un físico, surge la figura de Einstein. El científico un poco loco, genio, que está abstraído en sus pensamientos, con los pelos parados. Ese es el modelo típico y tal vez habría que mostrar una diversidad de modelos, para que haya otra percepción. Hay muchas formas distintas de abordar la física.
– Hay un estereotipo social que parece indicar que mujer y tecnología no se llevan muy bien.
– Sin embargo hay muchas mujeres en biología y esa es otra forma de tecnología. Pero es cierto que a medida que te vas acercando a las ingenierías va aumentando la proporción de hombres. Ahora, si eso es porque a las chicas les regalan Barbies y a los chicos mecanos, no lo sé.