El apagón que se viene
Segundo año consecutivo con eclipse solar completo. Como el año pasado, Argentina ofrece una butaca destacada para apreciarlo en su totalidad. Esta vez, ese lugar será la Patagonia, y en la localidad de Valcheta, Río Negro, se concentrará la mayor cantidad de científicos y científicas para presenciarlo. En esta nota, los detalles de este convocante fenómeno astronómico.
En sus clases de astrofísica, Daniel Gómez dice que el eclipse es apenas un hecho geométrico, no un fenómeno físico, apenas el alineamiento entre tres objetos, sólo visible para quienes están ubicados en un extremo de ese alineamiento, y que, sin embargo, es maravilloso verlo.
Este lunes 14 de diciembre, pasado el mediodía, en una extensa franja de la Patagonia se podrá observar un eclipse total solar, un acontecimiento astronómico extraordinario que el territorio argentino recibe por segundo año consecutivo, y que, explica Gómez, investigador principal del CONICET en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE), didáctico y riguroso, “es un hecho circunstancial, que se produce al alinearse el centro del Sol, el centro de la Luna y nuestro ojo, lo que nos hace ver una Luna oscura anteponiéndose al Sol. En su movimiento, las distancias de la Tierra al Sol y a la Luna varían ligeramente. Si la Luna está más cerca, el disco del satélite cubre al disco del astro y el eclipse es total, dejando ver la capa más externa del Sol, la llamada corona solar. Si estuviera un poco más lejos, la Luna permitiría ver parte del limbo, el borde del Sol, y entonces hablaríamos de un eclipse anular, y el efecto de oscurecimiento no sería el mismo que tendremos este lunes”.
Profecías, cataclismos, nuevos tiempos, todo eso y más, vaticinaron los eclipses, sin evidencia empírica alguna. Hoy sabemos que son tan circunstanciales como maravillosos de ver y que apenas modifican, por un momento, la temperatura y, eventualmente, la presión atmosférica. “El 100% de la luz solar se interrumpirá y, en pleno mediodía, tendremos dos minutos de noche, una escena sobrecogedora para los humanos, que ya sabemos qué está pasando, pero que incide también en la conducta de la fauna local”, apunta Gómez.
A diferencia del eclipse solar total del 2 de julio de 2019, que se apreció en toda su magnitud en el atardecer de San Juan y, más al este y muy bajo en el horizonte, en otras provincias argentinas, la franja de totalidad del eclipse de este lunes 14, es decir, la traza de la sombra que arrojará en su desplazamiento la Luna sobre la superficie terrestre, se extiende desde la Polinesia hasta la costa oeste de África. Y una franja de aproximadamente 90 kilómetros de la Patagonia argentina disfrutará del eclipse a mitad de camino, bien alto en el cielo.
A las 13.08 se lo verá en Piedra del Águila, provincia de Neuquén, donde la totalidad (el período de ocultación total del Sol detrás de la Luna) durará un minuto y 53 segundos. El último punto del territorio donde se lo observe será el balneario El Cóndor, en el extremo oriental de Río Negro, a las 13.23, con un minuto y 49 segundos de totalidad.
“El punto de máxima duración, 2 minutos y 10 segundos, está en algún campo al noroeste de Sierra Colorada –puntualiza Leonardo Pellizza, presidente de la Asociación Argentina de Astronomía e investigador independiente del CONICET en el IAFE–. Muy cerca de allí, en la localidad de Ministro Ramos Mexía, justo en la línea de centralidad del eclipse, durará unas décimas menos”. Casi lo mismo que en Valcheta, una población rionegrina de poco más de 7.000 habitantes, donde hará base la decena de investigadores que verán y estudiarán el eclipse in situ.
En rigor, los planes del IAFE y de la Asociación Argentina de Astronomía eran mucho más ambiciosos, como los de tantos fans de los eclipses que habían hecho reservas anticipadas en pueblitos de la estepa patagónica. “La idea original era hacer divulgación entre la población y en escuelas de Río Negro, capacitaciones a docentes y observaciones directas, cada telescopio con un astrofísico al lado, que pudiera contarle a la gente, más allá del eclipse, cuáles son los aportes que hace la astronomía a la sociedad. Y el broche de oro: la transmisión vía streaming del eclipse desde la mayor cantidad de puntos de la provincia, con el apoyo de la gobernación y el Canal 10 de Río Negro –describe Pellizza–. La pandemia impide la interacción con la gente, que era lo que más nos interesaba. Pero, si todo sale bien, habrá transmisión desde Valcheta, Sierra Colorada, Las Grutas y El Cóndor. Queríamos poner un telescopio en las loberías, pero la marea va a estar alta y no habrá playa”.
Mucho se hizo, sin embargo. Hubo capacitaciones virtuales, focalizadas sobre todo en la seguridad: mucha gente no sabe aún que no debe mirar directamente al Sol si no está totalmente oculto, durante la fase de parcialidad –que durará casi tres horas–, porque daña la retina. Hay un simposio de la Unión Astronómica Internacional, también online, que este jueves inauguró Juan Pablo Paz, profesor del Departamento de Física de Exactas y hoy al frente de la Secretaría de Articulación Científico Tecnológica del MINCyT. Y la transmisión, que se verá desde las 11.30 por el canal de YouTube del IAFE. Puede estar nublado, claro, pero el mediodía patagónico de diciembre augura un cielo despejado.
Pellizza no sabe si podrá ver el eclipse, “porque el que organiza siempre anda de un lado a otro, es como hacer el asado”, aunque su objeto de estudio, como integrante del grupo de astrofísica extragaláctica, está más allá del Sol y de la Luna. Describe, no obstante, el instrumental que permitirá la observación. “Llevamos telescopios pequeños, pero que tienen una particularidad: además de los filtros estándar, que eliminan el 99,999% de la radiación solar de modo de no afectar la vista, estos telescopios solares trabajan en una banda espectral muy angosta, que se llama H Alpha, y que al eliminar buena parte de la intensidad de la fotosfera, permiten observar, por contraste, la corona solar, las eyecciones de masa, la emisión de partículas, etcétera”.
La corona solar, precisamente, es algo de lo que los eclipses nos han dejado ver. Daniel Gómez, físico dedicado al estudio de fenómenos astrofísicos y espaciales, no deja de subrayar que el eclipse, “para la astronomía, es un hecho anecdótico”. Por supuesto, “cien años atrás era fundamental –concede–. Por ejemplo, para validar la teoría de la relatividad general y probar que los rayos luminosos se curvan en presencia de objetos muy masivos, como el Sol, el Sol debía estar oculto. Hoy no necesito un eclipse para observar la corona solar, puedo hacerlo desde distintas longitudes de onda, desde satélites, complementando la información obtenida en el rango visible, y si quiero ocultar el disco solar, utilizo un coronógrafo”.
Gómez explica que mientras el disco solar tiene una temperatura de unos 6.000 grados, en la corona -una región muy alta de la atmósfera solar que es la que el eclipse deja ver- hay dos o tres millones de grados. “Es decir que el gas en esa zona tiene una fuente de calentamiento, que hoy sabemos que se relaciona con el campo magnético del propio Sol, que confina las capas altas de su atmósfera. A esa temperatura, los electrones y protones que componen los átomos de hidrógeno están libres. Es la disipación de la energía magnética la que calienta la corona. Ahora bien, ese gas, muy caliente, tiene baja densidad, entonces la corona no se observa a simple vista. Es precisamente el eclipse lo que hace visible a la corona, por contraste con toda esa luz que queda oculta. Como sea, y aunque su importancia se haya vuelto casi marginal para la investigación astronómica, el eclipse va a ocurrir de todos modos, y vale la pena verlo”.