El stand up llegó a la ciencia
Eduardo Sáenz Cabezón es un matemático español que, después de participar del concurso internacional de monólogos científicos Famelab, organizó junto a otros colegas una novedosa compañía teatral temática. De visita en Buenos Aires invitado por el Ministerio de Ciencia, habló con Noticias Exactas sobre los caminos que puede abrir la divulgación a los especialistas.
Hace poco más de un año, el matemático logroñés Eduardo Sáenz Cabezón se dedicaba sólo a investigar y dictar clases en la Universidad de La Rioja, España. Lo suyo era, principalmente, el álgebra conmutativa. Por aquel entonces, colegas suyos le sugirieron que participe de la versión española del concurso internacional de monólogos científicos Famelab. Y no va que lo gana…
Un año después, Sáenz Cabezón está acá, en Buenos Aires, invitado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva para dictar un taller de narración oral escénica para la comunicación científica. Pero eso no es todo: en esos pocos meses fundó, junto con otros colegas, una compañía de stand up que da funciones regulares en teatros de Madrid y Barcelona. Bajo el nombre “The Big Van Theory” (en explícito homenaje a la casi homónima serie y en una declaración de cuán nerd se consideran), estos españoles también se dedican divertir a los asistentes de congresos científicos y divulgan sus especialidades en museos y colegios. Una vuelta de tuerca a la actividad científica, que puede resultar motivadora para los investigadores con vocación por las tablas.
– ¿Llegaste a subirte a un escenario de la nada o tenías alguna experiencia?
– Yo venía del mundo de la narración de cuentos, es algo que hice durante muchísimos años y que me dio muchas herramientas. También ayuda, claro, la experiencia en el aula, ejercer la docencia. En España la mayor parte de la investigación se hace en las universidades y está asociada a la docencia. Primero uno trata de que los alumnos tengan interés por lo que están escuchando y, segundo, que se entienda. Al final, esos son dos pilares de cualquier comunicación científica.
– ¿Y algo más relacionado con la divulgación de la ciencia?
– Yo había dado charlas y talleres pero no sabía que eso se llamaba divulgación científica. Yo lo hacía como algo natural, pues… Vamos a contarle a la gente lo que hacemos los matemáticos; eso. Había hecho alguna charla en un festival freaky en Logroño que se llama Frikoño y ahí me dije: “qué cosa más freaky debe ser dar una charla de matemáticas en un bar”. Lo hice y fue un éxito; la gente, encantada.
– Después llegó tu participación en el Famelab.
– Sí, alguien de la facultad me dijo que me presentara porque me veía con posibilidades. Por casualidad me presenté y gané. A partir de ahí he hecho una labor más consciente de divulgación científica. Empecé a detectar que había muy buena divulgación en España, libros, blogs… Acá, en Argentina, ustedes tienen algo así como gente más estrella, por lo que he visto en la televisión, más mediáticos. En España no tenemos ese tipo de divulgadores.
– ¿Conceptualizaste ese interés de alguna manera?
– Lo veo como un intento de acercar al público en general el interés por la ciencia, despertarlo o acrecentarlo en quien ya lo tiene y se pueda divertir con ello. Nuestra labor no creo que sea divulgar profundamente temas científicos o enseñar ciencia, más bien que tú vienes a un espectáculo nuestro y cuando luego ves una noticia sobre ciencia te llame la atención porque es algo que escuchaste con anterioridad. Lo principal es despertar interés.
– ¿Cómo nació The Big Van Theory?
– En la semifinal del concurso Femlab, todos los semifinalistas que participamos allá advertimos que, aquello que veíamos hacer los unos a los otros, nos gustaba, y podía funcionar en otros lugares, y entonces montamos un grupo en junio de 2013.
– Vos traías tu experiencia de narrador de cuentos. ¿Y el resto?
– Dentro del grupo hay gente con distintos bagajes respecto de las artes escénicas, hay actores, clowns y también hay gente que no tenía ningún bagaje. Sí tenemos claro que necesitamos formación en esto, que debe ser una cosa permanente como cualquier otra compañía de teatro.
– ¿Están profesionalizados?
– El grupo tiene una taquilla y la repartimos como cualquier compañía de teatro y, además, tenemos la ventaja de que podemos actuar en un campo más amplio, como universidades, colegios, museos de ciencia. Nos llaman mucho para los congresos científicos pero también, por ejemplo, estamos fijos en teatros. Fue una bola que ha ido creciendo.
– ¿Viven de este trabajo?
– No todavía. En nuestro grupo va a haber pronto gente que se va a dedicar a tiempo completo a esto y va a vivir de esto, es inminente. En el grupo somos doce y en cada espectáculo trabajamos cuatro, eso nos permite actuar en varios lugares a la vez. Si vas a ver a Big Van vas a ver a cuatro, y muchas veces no sabes a qué cuatro.
– ¿Cómo elaboran sus espectáculos?
– Cada cual compone su monólogo en relación con su ciencia. Luego, los exponemos al resto del grupo, vemos si funcionan las bromas y chequeamos que alguien que no sea experto reciba el mensaje correctamente. Hay una capa dentro de la estructura que usamos que es la misma que utilizan los monologuistas de stand up, cuestiones cotidianas, equívocos, contrastes, el lugar común, actualidad. Pero nosotros construimos esto sobre un discurso científico como base.
– Ustedes cuentan con la ventaja de la originalidad pero eso se irá perdiendo. ¿Lo tienen en cuenta en el proyecto?
– Por supuesto. No alcanza con la sorpresa, creemos que tenemos que conseguir calidad como espectáculo escénico.
– ¿Recibieron palos de la comunidad científica española?
– La relación es más de apoyo que de palos, que son muy marginales. En la comunidad científica tenemos cada vez más la necesidad de comunicación y creo que eso se va comprendiendo.