Con garantía alemana
En 2012 comenzará a funcionar, en el flamante Polo Científico de Palermo, el Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires, el primer centro partner en Latinoamérica de la Sociedad Max Planck. Su director, el biólogo Eduardo Artz, cuenta cómo se gestó la iniciativa y describe las principales líneas de trabajo a desarrollar.
La creación del Polo Científico Tecnológico marcará –aunque suene trillado- un hito en la historia de la ciencia en Argentina. Sin dudas, constituye la mayor inversión que el Estado ha hecho en el área en décadas. Pero además, la estructura de última generación levantada en el predio, enmarcado por las calles Godoy Cruz, Paraguay, Juan B. Justo y Soler, no sólo va a albergar a los organismos de gestión del sistema sino que también va a dar lugar a múltiples espacios destinados a la investigación. Uno de ellos es el Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires, el primer centro partner en Latinoamérica de la Sociedad Max Planck y el tercero en el mundo, luego del establecido en China y del que se está construyendo en Estados Unidos.
El hecho es sumamente significativo porque la Sociedad Max Planck (MP) es la organización científica más importante de Alemania y una de las más prestigiosas del mundo. Constituye una red integrada por 80 institutos instalados a lo largo de ese país y sus investigadores llevan acumulados 16 premios Nobel desde que fue fundada, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial.
Al frente de este emprendimiento internacional se encuentra el biólogo molecular Eduardo Arzt. Distinguido con numerosos premios por su labor, profesor de Exactas, investigador principal del Conicet y ex director del Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular, Arzt ha cultivado una larga y fructífera relación con la MP.
– ¿Cómo nace tu vínculo con la MP?
– Empezó hace más de veinte años cuando fui a hacer mi posdoc a un Instituto Max Planck en Munich. Estuve casi tres años y, a partir de ahí, mantuve colaboraciones académicas, sacamos subsidios en conjunto y desarrollamos trabajos con muchos estudiantes nuestros que fueron a trabajar a Alemania y muchos alemanes que vinieron a nuestro laboratorio en la Facultad. Así, la relación se fue haciendo cada vez más estrecha, tanto en lo académico como en lo personal. Te puedo decir que se fue gestando una amistad con varios de los investigadores de la MP que creo que es importante para el sostenimiento del vínculo en el largo plazo.
– ¿Cuando empieza a vislumbrarse que esa estrecha colaboración científica podía dar lugar a un proyecto institucional como este?
– La relación institucional se empezó a pensar a partir del 2004 ó 2005, cuando la MP mandó una comisión de alto nivel para visitar las distintas colaboraciones que tenían en la Argentina. La mía no era la única, había otras muy exitosas en Exactas, en la Plata, en Rosario, en Córdoba. En esa visita, la colaboración nuestra fue muy positivamente evaluada y, a partir de ahí, ellos pensaron que podía ser el germen de algo más institucional. Por otro lado, el presidente de la MP, Peter Gruss, desde que asumió, hace cinco o seis años, planteó una política de “internacionalización” de la Sociedad, o sea, establecer algunos puntos de referencia en el exterior. En ese contexto la Sociedad abrió hace 4 años en China el primer instituto partner fuera de Alemania y está construyendo otro en Estados Unidos. Eso los llevó a pensar en hacer algo en Latinoamérica. Y un tercer componente es que, en el 2006, a mí me nombran miembro científico externo de la MP. Soy el único miembro latinoamericano de la Sociedad. Este conjunto de elementos los decidió a crear un instituto partner en la Argentina.
– Crear un instituto de estas características implica decisiones institucionales complejas en distintos niveles ¿Cómo se fue avanzando en la concreción de la idea?
– Solamente en el marco de la política del gobierno actual es que se puede dar esta relación. Cuando Néstor Kirchner era presidente hizo, acompañado por Daniel Filmus, una visita a Alemania durante la cual dio una charla en la MP en la que expuso su visión de la ciencia. Eso los impactó y posibilitó que se fuera generando un marco de confianza. Después vinieron todas las discusiones más protocolares porque hubo que plasmar en un convenio marco primero, y un convenio específico después, para crear el Instituto con el Conicet. Por otro lado, la contribución de Lino Barañao ha sido fundamental porque él también tiene, no sólo una relación académica, sino de confianza muy fuerte con la MP.
– ¿Cómo se concreta la instalación del Instituto en el nuevo polo científico?
– Me parece que la idea de instalar el instituto en Argentina y la idea del Polo se fueron dando en forma simultánea y se potenciaron mutuamente. Al principio el Polo estaba concebido como un espacio más administrativo que iba a reunir al Ministerio, al Conicet y a la Agencia, pero la idea de Barañao era que también se instalaran varios institutos de investigación con visión y contacto internacional. Entonces, lo que se estaba gestando en la MP conjugó perfectamente con la visión de Barañao y él mismo impulsó fuertemente la inclusión del instituto en el Polo.
– ¿Cuáles serán las principales líneas de trabajo que se van a poner en práctica en el Instituto?
– Se trata de un instituto en biomedicina. Vamos a tomar ciertas patologías como modelos biomédicos pero lo principal es generar una plataforma de abordaje original de enfermedades. Con ese objetivo vamos a tener un área muy fuerte de bioinformática y modelado molecular para simular, a nivel computacional, la enfermedad, los targets, los propios modelos que nosotros experimentalmente desarrollemos para buscar de esa forma aproximarnos al problema desde un punto de vista teórico y modelado previo. El segundo punto es validar a nivel experimental lo que el modelado dice pero, al mismo tiempo, que esos experimentos, provean al modelado de fuentes para que modele. Para eso, hay que tener un área muy fuerte de biología celular; la estamos llamando dentro del instituto targeting molecular. Queremos ver qué pasa dentro de las células con las vías de señalización, cómo la célula intercambia información, cómo la procesa intracelularmente, cómo llega a los genes. Y el tercero es la validación, in vivo, en animales de experimentación. Para eso vamos tener modelos de animales transgénicos. Habrá grupos muy fuertes en ese tema y también en otros modelos animales como la drosophila. A esa plataforma la vamos a orientar hacia ciertas enfermedades modelo. Empezamos con enfermedades metabólicas, como la diabetes; enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer y Parkinson; y psiquiátricas como la depresión. Pero lo importante es que esas plataformas pueden ser usadas también en otros modelos.
– ¿La presencia de múltiples institutos en el Polo va a facilitar el trabajo interdisciplinario?
– El concepto es, como lo llama Barañao, el “I4”: institutos internacionales interdisciplinarios, de investigación. El concepto de interdisciplina es básico. Va a haber un instituto que va a modelar cuestiones no biológicas. Empieza con algunos convenios con YPF e INVAP relacionados con los problemas de energía, pero vamos a aprovechar ese potencial para hacer interdisciplina con nuestro grupo de modelado en biología. Va a haber un instituto de físico química con el que ya estamos hablando, porque lo ideal sería que nosotros, con todo ese modelado, encontremos targets y podamos diseñar pequeñas moléculas para modificarlos, bloquearlos o estimularlos para, de esa manera, generar medicamentos. Y qué mejor que un instituto de nanotecnología cercano a nosotros para poder hacerlo. El tercer instituto está más orientado a problemas de humanidades pero relacionados con la ciencia. Por ejemplo: cómo impactan las nuevas tecnologías en la sociedad, los problemas de patentes. Eso también es fundamental para nosotros porque aspiramos a lograr, en algún momento, el desarrollo de patentes.
– La creación de este Instituto, ¿implica la repatriación de investigadores?
– El grupo inicial esta formado por un equipo de investigadores de la Facultad, del FBMC, que nos mudamos al Polo. Pero estamos repatriando muchos científicos En enero llegan los primeros. La idea es arrancar con unos diez u once grupos de investigación, lo que implica unas 50 ó 60 personas en total. Nos parece un número ideal para empezar, cristalizar, formar la masa crítica inicial y, a partir de ahí, darnos una política de crecimiento, porque la capacidad del lugar es mayor.
– ¿Todo esto comienza a funcionar el año que viene?
– Sí, los investigadores que vuelven se van a ir incorporando en enero, marzo, agosto. Mucho del equipamiento está esperando en depósito para ser instalado. Esperamos ya estar funcionando, no sé si a pleno, en marzo.
– El Instituto parece tener una pretensión muy interesante en cuanto a lo aplicado.
– La MP es una sociedad que hace principalmente investigación básica. Ahora, el número de patentes y productos que son el resultado de descubrimientos hechos por ellos es fenomenal. Si vos al hacer la ciencia básica estás pensando en qué se pueden aplicar los productos, si tenés interlocutores que te ayudan a ver qué derivaciones puede tener el tema que estás trabajando y cuál es la mejor manera para llevarlo adelante, esa es la mejor manera de hacer un trasvasamiento de la ciencia del mejor nivel hacia las aplicaciones. No nos proponemos descubrir cosas para aplicar, nos proponemos hacer muy buena ciencia, pero estoy seguro de que vamos a llegar a aplicaciones.
– ¿Qué van a extrañar de Exactas?
– Creo que, por suerte, de Exactas no vamos a extrañar mucho porque vamos a seguir en la Facultad. Vamos a continuar con la docencia, los doctorandos que tengamos acá en el Instituto van a hacer sus doctorados principalmente en Exactas. Vamos a tener estudiantes de grado haciendo su tesina de licenciatura aquí. Quizás el hecho de no estar todos los días en la Facultad y las charlas de pasillo son las cosas que uno va a extrañar pero la vida académica y las relaciones que tenemos en Exactas y nuestra formación docente y de recursos humanos va a seguir. Esto incluso institucionalizado en un convenio con la Facultad. De manera que nos sentimos parte y cercanos a la Facultad.
– Si diez años atrás se te hubiera presentado el demonio de Laplace, que todo lo sabía, y te decía “Eduardo, en diez años vos vas a estar inaugurando un Instituto Max Planck en Argentina en un nuevo polo científico que va a estar ubicado en Palermo, ¿le hubieras creído?
– No, le hubiera dicho que estaba totalmente borracho (risas). Hace diez años nos estaban mandando a lavar los platos. Ya no sólo desde lo personal era un sueño irrealizable sino también, desde el punto de vista del país, era una cosa utópica. Creo que tuvimos la enorme suerte de que la idea surgiera en estas circunstancias. Muchos trabajamos fuertemente para que esto se concrete y ahora hay que lograr que se mantenga y que rinda los frutos que todos queremos.
CONVERSACIÓN EN VIDEO
El Centro de Producción Documental del Área de Medios produjo un video a partir de la entrevista con Eduardo Arzt.
Una conversación con Eduardo Arzt from EXACTAS UBA on Vimeo.