Toma de decisiones

Ser presa o ser cazador. Esa es la cuestión.

Un estudio sobre comportamiento dio lugar a un hallazgo que, hasta ahora, no se había descripto en ningún animal.

4 May 2023 POR

Todos los seres vivos que tenemos decisión sobre nuestros propios movimientos estamos permanentemente eligiendo entre efectuar una acción u otra distinta. Esa elección responde a una combinación entre la información codificada en nuestros genes a lo largo de la evolución (respuesta innata) y la experiencia individual (respuesta aprendida).

En la búsqueda por echar luz sobre los procesos que conducen a la toma de decisiones se han efectuado innumerables investigaciones en distintas especies de la escala zoológica, desde la sanguijuela hasta los humanos. Esos experimentos permitieron clasificar, categorizar e interpretar las respuestas que tenemos los seres vivos frente a un estímulo e, incluso, predecirlas.

Infinidad de esos estudios se realizaron en el contexto de las interacciones que se dan entre una presa y un predador. En esa situación, se analizan las decisiones que toman uno u otro ante el estímulo que tienen enfrente. Por ejemplo, si se está examinando el comportamiento de una presa, se observa si decide escapar o si elige quedarse inmóvil ante la amenaza que se le presenta. De igual manera, en el caso de que el objeto de estudio sea la conducta de un predador, se analizan las distintas estrategias que elige para capturar a su presa.

Hay individuos que persiguen al señuelo, otros que escapan y también están los que alternan su decisión entre el escape y la persecución.

En el Laboratorio de Neuroetología (LN) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA estudian desde hace décadas las respuestas de escape del cangrejo Neohelice granulata, un habitante de los lodazales de la Bahía de Samborombón, en la Provincia de Buenos Aires. Allí, hace algunos años, sentados en medio del cangrejal, en el barro, en un momento de descanso de su trabajo de campo, el grupo de investigación del LN hizo un descubrimiento accidental. Ese hallazgo sorpresivo fue clave para que, además de estudiar al cangrejo como presa, empezaran a estudiarlo como predador.

Así, se inauguró una nueva línea de investigación que acaba de dar lugar a otro hallazgo: un comportamiento que, hasta ahora, no se había descripto en ningún animal.

¿Escapar o perseguir?

Para estudiar el comportamiento de Neohelice en condiciones controladas, los cangrejos se llevan al laboratorio. Allí, se coloca al animal en una arena experimental y, una vez que se adapta al lugar, se le presenta un estímulo y se evalúan sus respuestas midiendo distintos parámetros. Los ensayos se filman para no perder ningún detalle.

Carla Salido, Brian Gancedo y Daniel Tomsic. Foto: Luiza Cavalcante. Exactas UBA.

Con la finalidad de analizar la conducta de Neohelice como predador, en el LN utilizan un señuelo de un tamaño determinado que se mueve a una velocidad establecida. Los ensayos se repiten varias veces con cada animal.

“Observamos que hay individuos que persiguen al señuelo y nunca se escapan de él, otros que escapan y nunca lo persiguen, y también están los que alternan su decisión entre el escape y la persecución”, cuenta Daniel Tomsic, director del LN e investigador del CONICET en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE). “Hasta donde sabemos, no hay ningún estudio que muestre que, frente a exactamente el mismo estímulo, un animal despliegue respuestas innatas antagónicas”, consigna.

El grupo se planteó como hipótesis que el hambre podría ser un factor que afecta la decisión del animal de perseguir o de escapar.

Según el investigador, que no se hayan observado –hasta ahora- fenómenos de este tipo se debería a que “los comportamientos de escape y de persecución se estudian por separado, desde el lado de la presa o desde el lado del predador, usando estímulos distintos en especies diferentes”.

Para encontrar una explicación acerca de por qué un mismo cangrejo, frente a idéntico estímulo, a veces se puede comportar como presa, y otras veces, como predador, en el laboratorio del LN pensaron que esa conducta debía tener origen en algún factor relacionado con el estado interno del animal: “Nos planteamos como hipótesis que el hambre podría ser un factor que afecta la decisión del animal de perseguir o de escapar”.

Me too

La historia de la investigación científica muestra que la abrumadora mayoría de los estudios realizados con modelos animales utilizan especímenes del sexo masculino. El argumento principal para excluir a las hembras de los experimentos suele ser que los cambios hormonales que provoca el ciclo ovárico pueden dar lugar a resultados experimentales muy variables.

Este sesgo de género en la construcción científica del conocimiento puede ser particularmente riesgoso para las mujeres cuando se determinan umbrales de toxicidad de una sustancia o cuando se investigan los efectos de una droga que se quiere utilizar como medicamento. Los estudios de comportamiento –incluso los relacionados con la depresión, que es más común en las mujeres- también sufren este sesgo.

En los últimos años, algo empezó a cambiar en este sentido. Fue a partir de 2016, cuando las agencias estatales que financian estudios científicos en los Estados Unidos requirieron a los receptores de esos fondos que emplearan animales machos y hembras en su trabajo.

“Estudiamos por separado el comportamiento de hembras y de machos. Nos encontramos con un resultado bastante inesperado”, admiten.

“Los estudios de comportamiento en modelos animales suelen excluir a las hembras y, si las incluyen, no analizan por separado la conducta de machos y de hembras”, señala Tomsic. “En una investigación sobre conductas de escape o predación, las diferencias sexuales de tamaño, de fuerza, o de armas defensivas son importantes, porque pueden influir en la decisión del animal de actuar como predador o de escapar”, explica, y comenta: “Nosotros introdujimos hembras en nuestros experimentos y estudiamos por separado el comportamiento de hembras y de machos. Y nos encontramos con un resultado que fue bastante inesperado”, reconoce.

Hambre y sexo

Para poner a prueba la hipótesis de que el hambre podría ser un factor que afecta la decisión del animal de perseguir o de escapar, diseñaron una serie de experimentos con machos y con hembras que habían sido privados de alimento durante tiempos crecientes.

“Comprobamos que los dos sexos tienen el mismo comportamiento: hay ensayos donde los animales persiguen y ensayos donde los animales escapan”, describe Tomsic. “También observamos que los machos persiguen un poco más de lo que lo hacen las hembras”, añade, y finaliza: “Lo que fue bastante sorprendente para nosotros y para los revisores de nuestro trabajo fue descubrir que, a medida que se incrementaba el tiempo en el que el animal había sido privado de alimento, los machos aumentaban la probabilidad de tener un comportamiento predatorio y reducían la probabilidad de escape, mientras que las hembras no modificaban la probabilidad de sus respuestas.”.

Tomsic admite que todavía no tienen una explicación para este fenómeno, y especula: “Las hembras hambreadas se comportan como si estuvieran bien alimentadas y esto podría deberse a que tengan más reservas energéticas”.

Finalmente, el investigador cuenta que, a lo largo de los experimentos, se encontraron con animales que en todos los ensayos mostraban un único tipo de respuesta, es decir, individuos que solo persiguen, individuos que solo escapan y, también, algunos individuos que alternan entre escaparse o perseguir. “Para intentar explicar ese fenómeno, los revisores del trabajo nos aceptaron incluir el término ‘personalidad’, y especulamos sobre la existencia de animales más ‘temerosos’, otros más ‘audaces o agresivos’, y otros ‘indecisos’”, ilustra; y argumenta: “Por lo general, los biólogos venimos peleándonos con la variabilidad. Cuando trabajamos con unos cuantos animales tratamos de encontrar un valor promedio y que la dispersión sea muy pequeña. Por suerte, en los últimos años, se le empieza a dar mucha más importancia a las diferencias individuales”.

El trabajo, que acaba de ser publicado en la revista científica Journal of Experimental Biology, lleva la firma de Carla Salido, Brian Gancedo y Daniel Tomsic.

“Nuestro estudio muestra que frente a un mismo estímulo el cangrejo Neohelice granulata puede desplegar dos comportamientos opuestos. La decisión de cuál de estos comportamientos va a efectuar la realiza en función del valor que le asigna al estímulo. Ese valor está determinado en parte por el sexo del animal y por su estado alimenticio”, finaliza el investigador.