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Congreso Internacional sobre Arsénico en el Ambiente

Un contaminante invisible

Casi uno de cada diez argentinos tiene la posibilidad de beber agua con un elemento no recomendable: el arsénico. La ingesta de este metaloide en dosis indebidas puede provocar desde problemas en la piel hasta cáncer de pulmón y de vejiga. Marta Litter, presidenta del evento, detalla la situación en la que se encuentra nuestro país en relación con esta problemática.

4 Jun 2014 POR
El agua de red sería más segura que la de pozo.

“El 9 por ciento de la población bonaerense habita en lugares donde al arsénico supera los 0,05 mg por litro de agua, que es el límite de potabilidad para el arsénico vigente en la actualidad en la provincia de Buenos Aires”, detalla Miguel Auge.

Expertos del mundo se dieron cita en la Argentina para hablar de un contaminante difícil de mitigar: el arsénico. En muchos sitios del mundo, este elemento se halla en el agua que se bebe a diario y puede producir trastornos de salud. “Dentro de América, las zonas complicadas son Centroamérica y Argentina, porque tenemos una amplia superficie cubierta con aguas subterráneas que tienen altos niveles de arsénico. Esto no significa que la población esté enferma. Esto quiere decir que cuatro millones de personas podrían estar afectadas por tomar agua con arsénico”, indica Marta Litter, doctora en Química de Exactas y presidenta del Congreso Internacional sobre Arsénico en el Ambiente (As2014), que convocó, recientemente, a más de 400 participantes de 33 países diferentes en la Ciudad de Buenos Aires.

Si bien la situación de la Argentina merece atención, no presenta el cuadro extremo de otros lugares como “el sudeste asiático: India, China, Bangladesh, Taiwán. En todos esos países sucedió algo muy curioso. Faltaba agua, entonces los organismos internacionales pusieron a disposición una serie de perforaciones y, cuando comenzaron a usarlas, surgió el tema del arsénico. Se enfermó gran parte de la población”, describe Litter, profesora de la Universidad de San Martín (UNSAM) e investigadora del CONICET.

¿Qué consecuencias generan dosis indebidas de este metaloide en el agua o alimentos que llegan a las personas? “Se manifiesta en forma diferente según las distintas etnias. Aquí, en la Argentina, las manifestaciones se conocen como hidroarsenicismo crónico regional endémico (HACRE) y se expresan como problemas en la piel, cáncer de pulmón, de vejiga, entre otros. Pero, en Taiwán, apareció lo que se llama la enfermedad del pie negro, donde se ve literalmente una desintegración de las extremidades superiores e inferiores”, relata, y contrapone otro ejemplo: “En Puno, Perú, no hay casos de afecciones porque la población es resistente. Seguramente durante mucho tiempo tomaron agua con arsénico y hoy no les afecta a pesar de que sus aguas tienen altos niveles. Como puede verse, el tema del arsénico es muy complicado, sobre todo porque no tiene olor, color ni sabor. Es un contaminante invisible”.

Alrededor del diez por ciento de la población nacional tiene posibilidad de verse perjudicada, por ello “hay que estar alerta pero no entrar en pánico”, advierte Litter y enumera las zonas más afectadas: la llanura Chaco-Pampeana, el noroeste y el Chaco. “Formosa no está explorada y tampoco la Patagonia. La geología empieza por decirnos dónde está el arsénico, pero hay mucho por hacer en nuestro país porque aún hay zonas sin explorar”, indica.

Precisamente, una de las regiones que sí han sido estudiadas a fondo es la provincia de Buenos Aires. Allí, el doctor en geología Miguel Auge, quien fue Profesor Titular de Hidrogeología en Exactas durante 25 años, elaboró, junto con colaboradores de Geocon SRL, el primer mapa regional con el contenido de arsénico en el agua subterránea, basado en los análisis químicos de 640 muestras tomadas en 159 puntos de muestreo. “Si bien el 87 por ciento de la superficie de la provincia tiene agua subterránea, captada para consumo humano, con más de 0,05 mg por litro, que es el límite de potabilidad para el arsénico vigente en la actualidad en el territorio bonaerense, sólo el 9 por ciento de la población habita en lugares donde al arsénico supera dicho límite. Por lo tanto, el otro 91 por ciento vive en sitios con tenores menores, o sea con agua potable respecto de este elemento”. (Ver recuadro “Mapa de Buenos Aires”).

Una muestra para estudiar

¿Cómo saber cuál es la calidad del agua que bebemos en nuestra casa? Litter, jefa de la División de Tecnologías de Remediación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), indica: “El agua de red sería más segura que la de pozo. En caso de dudas, hay que mandarla a analizar. La CNEA tiene unos equipos impresionantes para medir arsénico y hace servicios a bajo costo”.

Por otra parte, ella con su equipo de UNSAM están estudiando métodos para remover el arsénico con tecnología accesible en hogares muy pobres. “Estamos trabajando en Clodomira y La Banda, en Santiago del Estero, analizando el agua y evaluando cuál sería el método de remoción que podría usarse”, relata.

Si bien se sabe que en altas dosis el arsénico es dañino, todavía está en discusión cuál es el límite tolerable. “Mi idea es que no debe haber arsénico en el agua. Obviamente, esto es muy difícil. La Organización Mundial de la Salud recomienda un máximo de 0,01 mg por litro. Aquí ese valor fue adoptado en un momento, pero con un período de adaptación de 5 años. Luego salió una modificación acerca de que el valor será adoptado una vez que se termine un estudio epidemiológico que actualmente realiza el Ministerio de Salud junto con la Secretaría de Recursos Hídricos y que tal vez esté listo para el año próximo. Mientras tanto, el valor que se toma en Buenos Aires es 0,05 mg por litro”, precisa Litter, quien no oculta su satisfacción por la convocatoria del reciente Congreso Internacional.

Más de 400 inscriptos, casi la mitad de ellos gente joven, 33 países participantes, 4 sesiones plenarias, 40 conferencistas invitados, 140 presentaciones orales y unos 100 posters, 5 mesas redondas, dos sesiones especiales tuvieron como tema central el arsénico a lo largo de una semana de intenso trabajo. “En relación con el anterior congreso, realizado en Australia hace dos años, veo mejor la actitud de los tomadores de decisión, mayor conocimiento de muchos profesionales, porque este tema era desconocido muchas veces por los médicos a pesar de ser un tema de salud. Ahora está más difundido entre la población”, estima Litter. ¿A nivel local? “Hay provincias que están tomando el toro por las astas. Hay una actitud del Ministerio de Salud y de la Secretaría de Recursos Hídricos de dar respuesta a este problema. En general, la situación al extender la red de agua potable está mucho mejor en todo el país”, concluyó mientras se prepara para el próximo Congreso en Estocolmo, Suecia, en 2016.

 

Mapa en Buenos Aires

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En el Congreso Internacional realizado en Buenos Aires, el  doctor en geología Miguel Auge, dio detalles del primer mapa regional con el contenido de arsénico en el agua subterránea. Además de los datos anteriormente mencionados, el experto diferenció tres zonas en función del contenido de arsénico en el agua subterránea, que a su vez comprenden 8 subzonas:

  • “Las 3 subzonas señaladas con celeste, tienen menos de 0,05 mg por litro (agua potable), ocupan en conjunto 16.600 km2 y de ellas se destaca la ubicada en el NE de la Provincia, que contiene al conurbano (10 millones de personas). El total de la subzona alberga a 12,3 millones de personas, o sea el 79 por ciento de la población total  (15,6 millones). Sin embargo, en esta subzona, sólo el 20 por ciento del agua para abastecimiento humano es subterránea; el resto, previa potabilización, proviene de los ríos Paraná y de la Plata. En las otras 2 subzonas con agua potable, habitan 1,9 millones (12 por ciento del total).
  • La subzona señalada con amarillo (de 0,05 a 0,1 mg por litro) es la más extensa, con 178.000 km2, pero con sólo 470.000 habitantes (3 por litro de la población total).
  • Las 4 subzonas señaladas con rojo (más de 0,1 mg por litro), que son las de mayor riesgo, ocupan en conjunto 89.000 km2 y albergan a 880.000 habitantes (6 por ciento del total)”.

Respecto del origen de este elemento contaminante, Auge señala: “La  mayor parte del arsénico contenido en el agua subterránea de nuestro país tiene origen natural, producto de la disolución de minerales arsenicosos vinculados a las erupciones volcánicas y a la actividad hidrotermal, principalmente en la Cordillera de los Andes, en los últimos 5 millones de años y que se mantiene actualmente, aunque en forma mucho más atenuada. El principal agente de transporte desde la Cordillera hacia el Este, hasta alcanzar a la Llanura Chaco-pampeana fue el viento, que produjo la acumulación del loess pampeano (sedimentos) que contiene una elevada proporción de trizas de vidrio volcánico, indicado como uno de los principales aportantes de arsénico al agua subterránea”.

En relación con las normas de potabilidad, el especialista indica que “las mismas han evolucionado hacia límites más estrictos a través del tiempo y así la ex Obras Sanitarias de la Nación que ponía como límite para el arsénico 0,12 mg por litro en la década del 70, luego lo bajó a 0,1 mg por litro. La provincia de Buenos Aires también tenía como límite de potabilidad 0,1 mg por litro hasta 1996, pero posteriormente lo bajó a 0,05 mg por litro, valor actualmente vigente. Otro tema en el que no hay consenso, es la marcada diferencia que existe entre las normativas adoptadas por las provincias, aún en aquellas limítrofes; así frente a los 0,05 mg por litro de Buenos Aires, La Pampa adopta 0,15, Santa Fe 0,1 y Entre Ríos 0,01 mg por litro”.