“Voy a defender la ‘i’ de investigación”
Tras su demorado nombramiento como miembro del Directorio del CONICET, Alberto Kornblihtt informó a la comunidad científica sobre las propuestas que él y su colega Mario Pecheny llevaron a las primeras reuniones del organismo. Más presupuesto y más transparencia.
“Yo dije que voy a defender la ‘I’ del CONICET, que es la ‘i’ de investigación”, resumió Alberto Kornblihtt, al cabo de poco más de una hora de exposición en el Aula 5 del Pabellón 2 de Ciudad Universitaria, en la que desgranó, punto por punto, los planteos que él y Mario Pecheny llevaron a sus primeras reuniones en el directorio del organismo, luego de la efectivización de sus nombramientos como miembros electos, postergados casi un año por el Poder Ejecutivo.
La charla giró sobre dos ejes fundamentales: el presupuestario, sobre todo, pero también el de la transparencia de lo que se discute y se decide en el seno del principal organismo de ciencia y técnica del país, sumido en una suerte de secretismo que en parte prescribe su reglamento pero que Kornblihtt y Pecheny procuran empezar a revertir.
La reunión informativa se desarrolló ante la comunidad de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, donde Kornblihtt se desempeña como profesor. En un principio, el investigador se refirió a su nombramiento, oficializado a fines de mayo por Presidencia de la Nación, como miembro electo por sus colegas por la Gran Área de Ciencias Biológicas y de la Salud, y al de Mario Pecheny, por la de Ciencias Sociales y Humanidades. “¿Por qué demoró un año? Es difícil saberlo. Pueden haber sido cuestiones burocráticas o cuestiones políticas. En cualquiera de los dos casos, ha sido una falta de respeto hacia la comunidad científica que se expresó con su voto”, afirmó.
Kornblihtt y Pecheny ya asistieron a dos reuniones de directorio, en semanas consecutivas. “Una cuestión inicial fue dirimir si yo, como miembro del Directorio, puedo dar cuenta de lo que ocurrió en las reuniones. Mi respuesta es que estoy ahí por el mandato de los que me votaron, para cumplir lo que dice mi plataforma electoral, y rendir cuentas a la comunidad que me eligió. Por lo tanto, es lógico que venga aquí a contarlo. Lo que no puedo, por reglamento, es revelar las opiniones de los otros directores, lo cual me parece razonable, aunque sería deseable, como ocurre en otros organismos estatales, que se transcribieran las actas de lo que se discute, y hasta que hubiera transmisión en vivo por streaming”, sostuvo el director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE, UBA-CONICET).
Los nuevos miembros llevaron a su primera reunión de directorio una carpeta con las plataformas electorales por las que fueron votados, además de la declaración que el plenario de directoras y directores autoconvocados de institutos del CONICET firmó en Córdoba en abril, y las cifras elaboradas por el ex decano de Exactas UBA, Jorge Aliaga, que revelan el brutal vaciamiento del presupuesto destinado a ciencia y tecnología, y que fueron expuestas durante el Cabildo Abierto en defensa de la ciencia argentina que tuvo lugar el 22 de mayo en el Museo de Ciencias Naturales.
“Sobre esos datos insistimos porque son los que condicionan toda la discusión en el Directorio del CONICET y las resoluciones que puedan tomarse”, dijo Kornblihtt, que trazó una evidente relación inversa entre la caída del porcentaje dedicado a investigación científica y el incremento de los fondos que se destinan a pagar servicios de la deuda contraída por el actual gobierno.
Recordó que el recorte presupuestario que sufrió el CONICET entre 2015 y 2019 es del 20%, “aun computando esos famosos 500 millones de pesos que anunció el gobierno como aumento a los fondos para investigación pero cuya reasignación ya estaba prevista por ley”. Los fondos de funcionamiento, remarcó, cayeron en el mismo período un 70%.
“Una de las propuestas centrales que llevamos Pecheny y yo es que el directorio del CONICET se convierta en un actor del diálogo con el Congreso, para argumentar y convencer sobre la necesidad de aumentar el presupuesto para 2020. Esto parece obvio pero no lo es tanto”. Plantearon la constitución de una comisión de enlace con los legisladores, que además reflote la ley de financiamiento para ciencia y tecnología (la llamada “Ley Perotti”), que prevé elevar el presupuesto para el sector al 3% para el año 2030 (entre 2015 y 2019 se desplomó del 0,35 al 0,23% del PBI), que ya tiene media sanción del Senado, “pero que está cajoneada hace tres años en la Comisión de Presupuesto de Diputados y no llega al recinto para ser tratada”.
Respecto de la transparencia, Kornblihtt y Pecheny ya dieron un primer paso. El directorio aceptó que las actas de las reuniones, que sólo podían ser mostradas a quien lo requiriera, previa autorización del presidente de organismo, sean publicadas en la web del CONICET.
Ese impulso de transparencia fue acompañado de otra propuesta democratizadora: la de instrumentar un mecanismo para que haya presencia, con voz pero sin voto, de representantes de becarios, personal de apoyo y administrativos en las reuniones del directorio. “Sabemos que no podemos cambiar la composición del directorio, que se rige por un decreto ley, pero queremos que haya presencia de estos estamentos”.
Kornblihtt también informó sobre algunas cuestiones que se discutieron respecto de la Carrera de Investigador. Con apenas un 17% de ingresos de los postulantes, se pidió que se prorrogaran las becas posdoctorales de todos los científicos que quedaron afuera, pero el Directorio sólo aceptó prorrogar las becas en curso y no las ya prorrogadas anteriormente. En relación con los recursos de consideración, que suman 350, Kornblihtt sostuvo que “aquellos a los que se les revea el puntaje y superen la línea de corte, tienen derecho a entrar aunque no haya cupo”. Hubo buena predisposición del directorio y se discute cómo instrumentarlo.
Por fin, Kornblihtt y Pecheny llevaron la propuesta de sumar al presupuesto del año que viene 450 puestos adicionales –todos en la categoría de temas abiertos– para el ingreso a la Carrera de Investigador del CONICET, sumando un total de 900. Una cuestión que pone en evidencia la necesidad de que las autoridades del CONICET vayan a argumentar cara a cara en el Congreso con los legisladores que discutirán la “ley de leyes” en agosto.
Kornblihtt informó a qué se destinarán aquellos 500 millones, absolutamente insuficientes en relación al desfinanciamiento de estos años. Se completarán algunos PIP (proyectos de investigación plurianuales) y PUE (de unidades ejecutoras) atrasados, pero en ningún caso se saldará la deuda total y será en pesos, sin corrección cambiaria respecto de los montos asignados originalmente, lo que supone una virtual pulverización del poder de compra de esos subsidios para insumos y equipamiento. Por lo demás, los nuevos miembros plantearon que el presidente del CONICET, Alejandro Ceccatto, desmienta ante la opinión pública el anuncio del secretario de Planeamiento del ex Ministerio de Ciencia y Tecnología, Jorge Aguado, que mencionó esa cifra, reasignada previamente, como parte de un supuesto incremento presupuestario para el sector.
Transparente, decidido, el postergado desembarco de Alberto Kornblihtt y Mario Pecheny en el directorio del CONICET empieza a mover el avispero de un organismo vital para el desarrollo del sistema científico argentino. Sus cartas, que responden sin dobleces al ideario por el que fueron votados, ya están sobre la mesa.