El conflicto del INTI

Otro golpe a la ciencia y la tecnología nacional

Nexciencia estuvo en el predio de la institución donde los trabajadores vienen realizando una permanencia pacífica como reclamo por los despidos. Dos de los damnificados nos cuentan la importancia de sus investigaciones y de las tareas que ahora se verían truncadas.

19 Feb 2018 POR

 

“En el INTI no sobra nadie”. Ese es el lema que se repite en los muchos carteles del acampe en la sede de Migueletes del Instituto Nacional de Tecnología Industrial. Desde que el viernes 26 de enero fueron despedidos más de 250 trabajadores, durante dos semanas se realizó una permanencia pacífica para exigir la reincorporación. Al mismo tiempo, las autoridades decretaron un asueto manteniendo al organismo sin actividades. Durante el último fin de semana largo se firmó un acta por el cual todos los trabajadores, incluyendo a los despedidos, pudieron volver a entrar a las instalaciones. No obstante, la situación sigue siendo incierta y el acta ha recibido rechazos porque no asegura la reincorporación, sino que propone la revisión caso por caso de los despedidos.

Tras esa polémica, la asamblea del pasado miércoles resolvió realizar un paro hasta el último viernes. El jueves participaron de una movilización a Plaza de Mayo y este lunes se reunirán con autoridades del Ministerio de Modernización, en donde se espera que se pueda abordar algún tipo de conciliación. Mientras tanto, en la colectora de la Avenida General Paz la fotografía sigue siendo la misma. El acampe continúa, los carteles, las carpas y las actividades permanecen inmóviles y las bocinas de los vehículos que pasan por allí, en señal de apoyo, se siguen escuchando. Durante todo el fin de semana hubo diversas actividades, incluyendo una charla debate con Diego Golombek.

La principal denuncia que realizan los trabajadores, además de los despidos, se basa en la puesta en marcha de un plan de vaciamiento y privatización. De hecho, en el medio del conflicto se dieron a conocer los documentos que demuestran el plan de transferencia hacia laboratorios privados de algunos servicios que el INTI lleva a cabo. Con lo cual, este hecho se suma a la larga lista de ajuste y precarización del sistema científico y tecnológico nacional. En el ojo del huracán se encuentra Tecnalia, una empresa del país vasco que tiene intereses en llevar adelante algunas tareas del INTI desde hace un tiempo.

Qué es lo que está en juego

El INTI es un organismo del Estado que presta un servicio imprescindible para el desarrollo industrial del país y para el resguardo de la calidad y la seguridad de diversos productos que la ciudadanía consume. Según se define en su sitio web, es una institución que ofrece servicios a la industria con el propósito de potenciar su competitividad y agregar valor a través de la incorporación de innovación y diseño. El 80% de los servicios que ofrece están destinados a las PyMEs, que constituyen una de las más importantes fuentes de empleo. A su vez, el organismo actúa como referente nacional en el ámbito de las mediciones. Se constituyó como Instituto Nacional de Metrología, realizando, reproduciendo y manteniendo patrones nacionales de medida. Esta tarea, según se indica, contribuye a asegurar la calidad en las mediciones relacionadas con el cuidado del ambiente, la salud, los alimentos, la seguridad pública, la equidad en el comercio y la calidad de la producción industrial.

Cuando el conflicto empezó a cobrar estado público, se difundió una carta de los trabajadores en donde se le respondía al Jefe de Gabinete, Marcos Peña, por haber afirmado que los despedidos habían sido contratados durante el gobierno anterior y no cumplían con su horario laboral. La réplica afirmaba rotundamente que esos trabajadores son profesionales altamente capacitados e injustamente despedidos. En ese sentido, circuló una carta firmada por los mandos medio del Instituto en donde se asegura que muchos de los perjudicados tienen más de veinte años de trayectoria, que todos fueron seleccionados en base a criterios técnicos y que concurren regularmente a sus puestos de trabajo. El depósito de las indemnizaciones que llegó a realizarse hace algunos días corroboraría lo injustificado de las cesantías.

Para Luciano Domínguez Posse, uno de los damnificados y delegado gremial, se trata en gran medida de una persecución política: “Somos más de cincuenta delegados despedidos pero, además, cada uno de nosotros somos profesionales técnicos y científicos. Es un despido político porque una gran cantidad constituye el núcleo de activistas que se han forjado en las luchas de los últimos años, incluso durante el gobierno kirchnerista”, afirma. A su vez, asegura que se venía previendo este escenario: “El objetivo es el desguace del Instituto y la privatización -declara-. La idea es transferir a laboratorios privados todo lo que sea certificación y ensayos. Hace más de 60 días se firmó un DNU que posibilita esta transferencia. Los servicios que el INTI le brinda a las empresas son un gran negocio del que se quieren apropiar”, sentencia.

Su caso es una muestra interesante. Domínguez Posse es ingeniero electrónico. Hace siete años que trabaja en el INTI, ocupándose de varias líneas de trabajo. Una de ellas fue la verificación y control de los desfibriladores de los hospitales. “Es importante saber cuánta energía le dan al cuerpo -explica Posse-. Nosotros desarrollamos un sistema para calibrar la cantidad de energía de todos los desfibriladores del país”.

Antes de ser despedido, Posse venía trabajando en un proyecto que quedaría trunco. “Se trata de un equipo nacional, el primero de estas características, que se coloca en las subestaciones de alta tensión y que, a través de un sincronismo con los satélites, permite medir mejor la electricidad”, comenta. Ese equipo tiene un primer prototipo avanzado en casi un 80% y fue desarrollado junto al CONICET y a la Universidad de La Plata. Según el ingeniero, ahora se importa. “Estábamos haciendo el prototipo y el sistema de software. Ese era mi trabajo, yo estaba desarrollando todos los algoritmos de medición que necesita el equipo. Hay mucha plata ya invertida en ese trabajo”, advierte.

La importancia de este desarrollo redunda, por ejemplo, en poder prevenir que haya cortes masivos de electricidad. También en poder conocer mejor cuánta es la energía con la que contamos. Para Domínguez Posse resulta esencial para lograr medidas preventivas que permitan que la energía no se pierda en el camino. Pero, por otro lado, también se fortalece un conocimiento adquirido sobre medidores de sincronismo satelital, que, según él, es una tecnología que está en desarrollo en todo el mundo.

“En mi sector echaron a cinco compañeros -denuncia Domínguez Posse-. Hay uno que es físico cuántico, encargado de desarrollar unidades de medida. Hay otra compañera que es especialista en soldaduras y se encarga de desarrollar artesanalmente instrumentos de medición que sólo se hacen en el INTI, y la echaron por haber participado en una lista en las elecciones. Otro compañero trabaja en la sala de alta tensión y le calibra los equipos de medición a todas las grandes industrias del país. Son todos ejemplos de que cada uno de nosotros somos especializados, nos hemos formado en el exterior y hemos publicado en congresos. Lo que quieren es arrasar con todo eso y discontinuar las líneas de trabajo en beneficio de negocios privados”, afirma.

El caso de Julián Beviglia, técnico químico y otro de los despedidos, también se ubica en la misma dirección. “Trabajo hace cinco años en el INTI, en el Centro Especializado en Caucho, en el sector de adhesivos. Mis tareas son de control de calidad sobre etiquetas adhesivas y cintas medicinales. Pero, principalmente, me dedico al asesoramiento técnico especializado en problemas de adhesión”, comenta. El caso de Beviglia es un ejemplo de cómo el INTI asesora a la industria: “Cuando una empresa, no importa cuál, tiene problemas con la utilización de adhesivos, yo soy el encargado de brindarles asesoramiento. Eso implica que muchas veces se realicen ensayos específicos para resolverlos”, explica.

Adentrarse en temas tan específicos como éste, permite comprender hasta qué punto cuestiones que no suelen ser tenidas en cuenta por la opinión pública o la agenda mediática se relacionan con prácticas y normativas que afectan asuntos que sí son de alto impacto, como puede ser la salud. La línea de investigación que venía desarrollando Beviglia se orienta en ese sentido. “En la actualidad me encuentro trabajando en el desarrollo de un adhesivo a base de harina de sangre, que es un deshecho de la industria de la carne, para reemplazar los adhesivos que se utilizan actualmente en la fabricación de tableros de aglomerados. Esos tableros implican compensados de madera, MDF, y tableros de partícula, que están fabricados con un adhesivo que tiene un componente que fue declarado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un agente cancerígeno”, explica el especialista y agrega: “El proyecto particular en el que me encuentro trabajando, eliminaría completamente la utilización de ese agente, con lo cual, los operarios y trabajadores de esas fábricas, quienes trabajan la madera, por ejemplo, los carpinteros que realizan muebles de interior, y todos los usuarios en general de tableros de aglomerados, no estarían expuestos a ese agente cancerígeno”.

Según relata Beviglia, su trabajo se encuentra en etapa de traspaso a la industria y de generación de una patente. Además, fue premiado en la última jornada interna de investigación del INTI, denominada TecnoINTI 2017. “Fue uno de los 35 trabajos que recibieron mención especial entre los más de 300 presentados. Es decir que las propias autoridades reconocieron el valor de mi investigación”, expresa.

Estos ejemplos permiten apreciar qué es lo que se pone en juego ante un ajuste como el llevado a cabo con los más de 250 despidos. Con estas medidas, que se suman a los recortes en el CONICET y a los problemas presupuestarios de las universidades, el sistema científico y tecnológico nacional sigue siendo duramente castigado.