Dos informes elaborados por expertos y expertas de diferentes instituciones pronostican una temporada estival abrumadora. Uno de ellos prevé para los meses de diciembre, enero y febrero temperaturas medias superiores a las normales para buena parte del país, incluida la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. El otro anticipa grandes probabilidades de que se den temperaturas máximas y mínimas extremadamente altas en casi todo el territorio nacional.
Matilde Rusticucci
Expertas y expertos en climatología de diferentes instituciones elaboraron un documento con las previsiones sobre lo que ocurrirá en la Argentina para los meses de septiembre, octubre y noviembre próximos. El pronóstico indica que se espera una primavera con temperaturas más altas que las habituales y lluvias poco frecuentes.
Que el Polo Sur bata marcas de temperatura es imaginable por lo extremo de su ubicación. Lo llamativo es que esos récords no sean producto del frío, como es esperable, sino del calor. Un estudio científico detectó que la zona más austral del planeta experimentó un aumento significativo de la temperatura de 0,6°C por década, tres veces mayor al promedio mundial.
A partir del análisis del clima en un período de 30 años, climatólogas de Exactas UBA vaticinan para noviembre, diciembre y enero más días con temperaturas que superarán las marcas habituales de calor, tanto mínimas como máximas, en gran parte de la Argentina.
Es una iniciativa coordinada desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, en la que participan varios ministerios, institutos de investigación y universidades. Se trata de una política de Estado orientada a concentrar esfuerzos en la investigación y apoyar con información la soberanía argentina en el Atlántico Sur.
El nuevo informe presentado por el IPCC es concluyente: el calentamiento global es inequívoco; la humanidad, a partir de la emisión de gases de efecto invernadero, es la responsable principal; si el aumento de temperatura superara el umbral de los dos grados habría consecuencias devastadoras. Sólo una agresiva política de mitigación puede evitarlo. El análisis y la opinión de dos expertos argentinos que formaron parte de este trabajo.