Cuando el pánico se contagia
En una situación de emergencia, el pánico se esparce en una multitud en forma similar a como se contagia una enfermedad infecciosa, y afecta la forma en que la gente trata de escapar de la fuente de peligro. Un equipo de investigadores analizó situaciones reales de contagio de pánico y reprodujo estas situaciones en el contexto de un modelo físico de fuerza social, y determinaron dos regímenes posibles de evacuación según la susceptibilidad al contagio.
El pánico es un fenómeno contagioso. Ese temor intenso que afecta a un grupo en una situación de peligro, por ejemplo, en un incendio, una explosión o un derrumbe, se esparce rápidamente en una multitud y la lleva a tener actitudes desordenadas y desesperadas, que terminan en muertos y heridos. ¿Qué factores influyen en ese contagio? ¿Qué estrategias se pueden emplear para atenuar el pánico?
Un equipo de investigadores del Departamento de Física, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, estudia los comportamientos humanos en situaciones de emergencia con el fin de determinar patrones de conducta que permitan prevenir o atenuar las consecuencias de esas situaciones.
“A través de un modelo físico de fuerza social, estudiamos cómo se comportarían las personas ante una situación de emergencia”, afirma Guillermo Frank, miembro del Grupo de Estudios Básicos e Interdisciplinarios que dirige Claudio Dorso en Exactas UBA. Y agrega: “Analizamos situaciones reales, de las cuales contamos con videos tomados por los testigos de los hechos”. El modelo de fuerza social incluye factores del entorno pero también la idea de que el movimiento de las personas depende del propio deseo de alcanzar determinada meta.
Las personas pueden ser más o menos susceptibles a entrar en pánico. “Si en una multitud, la gente es poco susceptible al pánico porque se siente segura, y pocas personas se contagian, éstas huyen armando caminos a través de la multitud, y alrededor, habrá gente que se irá quedando y saliendo más lentamente”, detalla Frank. Y prosigue: “Pero si el ambiente es más tenso, y las personas son más susceptibles a entrar en pánico, la dinámica cambia totalmente, ya no se forman caminos, la huida es más desordenada y caótica, lo cual es más riesgoso”.
Contar con información
¿Pero cómo hacer para que la gente se tranquilice? La falta de información hace que las personas, ante un ruido que se cree que es una explosión (aunque no lo sea) sigan huyendo y así se generan estampidas. Los investigadores lo probaron en casos concretos, analizando los videos disponibles.
En el artículo publicado en arXiv (versión preimpresa en línea), y próximamente en Simulation Modelling Practice and Theory, se analizan dos acontecimientos producidos uno en Turín, Italia, y el otro en los Estados Unidos.
El evento de Italia se produjo en junio de 2017, cuando los hinchas del club de fútbol de esa ciudad, el Juventus, miraban una final de la Champions League entre ese club y el Real de Madrid, que se proyectaba en una pantalla en una plaza principal de la ciudad. Durante la segunda mitad del partido se produjo una estampida cuando, ante un hombre que portaba un paquete sospechoso, algunas personas anunciaron a los gritos que había una bomba. Más de mil personas resultaron heridas durante la estampida a pesar de que fue una falsa alarma. El problema fue que no se informó debidamente a las personas, inhibiendo la posibilidad de que éstas se tranquilizaran en un tiempo razonable.
En cuanto al incidente de Estados Unidos, fue una manifestación de extrema derecha, realizada en Charlottesville, Virginia, en agosto de 2017. En un momento, en el cruce de dos calles, un hombre vinculado a grupos de supremacía blanca estrelló su automóvil contra una multitud de opositores al evento (ver video al final de la nota). El resultado fue un muerto y 19 heridos.
“En el video del incidente de Charlottesville, se identifican dos grupos de peatones, y cada uno cuenta con distinta información. Los que están cerca del auto, a menos de cinco metros, vieron que el auto se detuvo luego de atropellar a la multitud”, explica Frank, y prosigue: “Sin embargo, los que estaban lejos, al no saber que el auto se había detenido, siguieron huyendo”.
A partir de estos estudios, los investigadores pueden plantear escenarios posibles en el caso de la realización de eventos multitudinarios, y así prever cómo pueden comportarse las personas según la susceptibilidad al contagio del pánico.
Geometría de los recintos
Cuando se produce un incidente en un espacio cerrado, y es necesario evacuar el lugar, se sabe que la presencia de obstáculos tiende a mejorar la salida de las personas. Pero esos obstáculos deben estar ubicados de una manera determinada.
“Si delante de una salida hay un panel o una columna, tiene que estar a una distancia determinada de la salida. Si la distancia es muy corta, es problemático, si es muy larga, es como si no existiera”, asegura Frank.
En tal sentido, para los espacios donde se van a realizar los eventos se podrían proponer mejoras considerando su geometría. El código de construcción establece la cantidad de salidas según los metros cuadrados del recinto. Pero, a veces, influye también la geometría. Por ejemplo, una geometría riesgosa sería aquella donde hay un angostamiento, por ejemplo un pasillo.
Lo importante, a juicio de los investigadores, es que la salida se haga ordenada, y que haya una circulación. La presencia de un obstáculo cerca de la salida puede favorecer esa circulación. Si la columna no está ubicada en forma simétrica respecto de la salida, sino ligeramente corrida, se favorece ese efecto circulatorio, y mejora el tiempo de evacuación.
En resumen, en casos de emergencia, la falta de información adecuada hace que las personas más susceptibles al contagio del pánico no disminuyan su nivel de ansiedad en un tiempo razonable y, por ende, la huida del lugar resulta más desordenada y riesgosa. Si la geometría de los recintos no es la adecuada, el problema se agrava.
Fuente: VICE news/HBO. Video completo: https://www.youtube.com/watch?v=RIrcB1sAN8I