Un kit para reparar el ADN
Lindahl, Modrich y Sancar, científicos de equipos pioneros en descubrir distintos mecanismos de la célula para detectar y corregir lesiones en el ADN, se repartirán en partes iguales el codiciado premio de la Academia Sueca.
Ellos son… “El sueco Thomas Lindahl, el estadounidense Paul Modrich y el turco Aziz Sancar ganaron el Premio Nobel de Química por descubrir la ‘caja de herramientas’ que usa la célula para reparar el ADN”, dijo en su anuncio el vocero de la Academia de Ciencias sueca, y agregó que sus hallazgos han “aumentado nuestro conocimiento de cómo funcionamos y pueden llevar al desarrollo de tratamientos que nos salven la vida”.
La codiciada distinción de casi un millón de dólares se repartirá entre estos tres científicos que rondan los 70 años. Ellos han descubierto -cada uno con su equipo- distintos mecanismos de reparación del ADN o ácido desoxirribonucleico, donde residen las estratégicas instrucciones genéticas para la vida. “En algún momento se tenía que otorgar el Nobel a esta temática porque es un área demasiado relevante, tanto a nivel básico como aplicado. Entender cómo se defienden las células ante el ataque contra su material genético tiene implicancias cercanas en relación con posibles tratamientos contra el cáncer. Se dio el premio a los grupos fundadores, que han descripto los primeros mecanismos hace varias décadas”, destaca Manuel J. Muñoz, investigador del CONICET, en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE) en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Toda la vida en la Tierra está basada en el ADN. Somos lo que somos por toda la información comprendida en esa molécula que dirige con instrucciones precisas, como director de orquesta, la ejecución de la sinfonía vital. Esto es válido para los humanos y todos los seres vivientes del planeta. En este preciso momento, numerosas células de nuestro cuerpo se dividen para generar otras nuevas que regeneran los órganos y reemplazan a las que deben morir. Es más, cada día esto ocurre en millones y millones de células del organismo. “El ADN es la molécula dentro de la célula más preciada, más famosa. Es la que tiene la información genética que se hereda de generación en generación. Antes se tendía a pensar el ADN como algo que no se transformaba, que no se alteraba. Y lo que los ganadores del Nobel dijeron es, justamente, que esta molécula está todo el tiempo siendo atacada, está todo el tiempo cambiando, está todo el tiempo reparándose. Ellos cambiaron la perspectiva”, destaca Muñoz.
Delicado mantenimiento
De esa molécula inamovible, casi sagrada, que se copiaba una y otra vez sin errores; estos investigadores descubrieron que nada de eso ocurría, y que había mecanismos en la célula para detectar erratas y corregirlas. “A principios de la década de 1970, los científicos creían que el ADN era una molécula extremadamente estable”, historian desde la Academia Sueca. “Lindahl –añaden- estudió cómo el ADN sufre diariamente miles de agresiones potencialmente devastadoras, tantas que por sí mismas hubieran acabado con la vida en el planeta. Su conclusión fue que el ADN debía tener algún medio para repararse”. Él fue más lejos aún y, años después, detectó uno de esos mecanismos. Se trata de unas enzimas que cortan parte del ADN dañado para proteger al resto de la cadena. Ese proceso se conoce como reparación por escisión de base.
En tanto, Sancar comparte el premio por describir otro proceso similar. Él, hijo de padres analfabetos, centró sus estudios en un mecanismo que subsana los daños causados por las radiaciones ultravioletas, y que si funciona correctamente evita, por ejemplo, que una persona desarrolle cáncer de piel por exponerse a la luz del sol.
Modrich, por su parte, ha demostrado cómo la célula corrige los errores que se producen cuando el ADN se replica durante la división celular. “Este mecanismo, reparación de genes –indica la Academia Sueca-, reduce la frecuencia de errores durante la replicación del ADN en alrededor de mil veces”.
En otras palabras, sintetiza Muñoz: “Lo que ellos describieron, técnicamente hablando, son distintos mecanismos de reparación del ADN, que actúan en distintos momentos de la vida de la célula en respuesta a diferentes tipos de ataque”.
Este kit reparador de ADN es en cierto modo el que hace el mantenimiento celular, esa delicada tarea para evitar desde errores de copiado internos en la células hasta reparar los daños ocasionados por agresiones venidas del exterior como los rayos ultravioletas o aquellos que nos provocamos nosotros mismos, por ejemplo, con malas dietas o al fumar. “El humo del cigarrillo contiene pequeñas sustancias químicas reactivas que se unen al ADN y le impiden ser replicado correctamente, por lo que son mutágenos”, destacó Lindahl y añadió: “Una vez que hay daños en el ADN, esto puede causar enfermedades como el cáncer”.
Shock, orgullo, satisfacción, sorpresa, alegría, fueron algunas de las sensaciones de los recientes premiados al recibir la noticia del galardón, que será entregado en un banquete para 1.300 personas, el próximo 10 diciembre en Estocolmo, Suecia.
En detalle
Thomas Lindahl, (77) es investigador emérito en el Instituto Francis Crick de Londres; Paul Modrich (69), investigador de la Universidad Duke en Carolina del Norte; y Aziz Sancar (69), trabaja en la Universidad de Carolina del Norte.