Grupos de investigación

Plaguicidas y contaminación ambiental

Los contaminantes ambientales –entre ellos el glifosato–, la relación del estrés oxidativo con los procesos fisiológicos durante el desarrollo y el envejecimiento, son temas de investigación en el Laboratorio de enzimología, estrés y metabolismo. Se realizan estudios en el laboratorio con microalgas, con células humanas en cultivo o con bivalvos en cámaras de cultivo.

22 Jun 2011 POR

Mucho se ha hablado del glifosato. La intensificación en la producción de soja modificada genéticamente para hacerla resistente a él, lo ha convertido en una polémica estrella en el escenario de los agroquímicos. El glifosato es un herbicida desarrollado para eliminar malezas, hierbas y matorrales que podrían afectar a los cultivos. Genera estrés oxidativo producido por un desequilibrio entre los oxidantes (que aumentan) y los mecanismos de defensa antioxidante (que disminuyen), produciendo daño en macromoléculas de vital importancia. La pregunta del millón es si sus efectos se limitan sólo a la maleza indeseada o si puede extenderse al resto de los seres vivos.

En el Laboratorio de enzimología, estrés y metabolismo, dirigido por la Dra. María del Carmen Ríos, los especialistas se dedican al estudio del estrés oxidativo y su participación en el metabolismo de organismos acuáticos, en distintos ambientes y bajo distinto grados y tipos de contaminación.

“El estrés oxidativo es un desequilibrio entre las sustancias oxidantes conocidas como EROs (Especies Reactivas del Oxígeno) y las defensas antioxidantes que protegen a todo organismo”, explica Ríos. “Entre las EROs se destacan los radicales libres. Las EROs atacan biomoléculas de vital importancia, como por ejemplo proteínas, ADN y lípidos. Esos daños pueden provocar la muerte celular o la muerte del organismo afectado”, sostiene la investigadora.

Los investigadores estudian tanto la contaminación ambiental, como la relación del estrés oxidativo con distintos procesos fisiológicos, en particular durante el desarrollo y el envejecimiento. “Realizamos estudios en el laboratorio con microalgas, con células humanas en cultivo o con bivalvos en cámaras de cultivo, expuestos a distintos tipos de contaminantes. Y, por otra parte, realizamos estudios de campo para evaluar el efecto de distintos contaminantes acuáticos de origen antropogénico”, relata Ríos.

Entre estos contaminantes ambientales está el glifosato. “Analizamos el impacto que este herbicida puede tener sobre la salud de organismos de ambientes acuáticos y sobre la salud humana. Estudiamos su mecanismo de acción en cultivos de hepatocitos humanos con el fin de dilucidar el posible efecto sobre la célula hepática humana. Y, por otra parte, estudiamos su efecto y mecanismo de acción en organismos que ocupan distintos niveles tróficos dentro de un ecosistema acuático (microalgas y bivalvos)”, dice la investigadora. En colaboración con el grupo de la Dra. Haydée Pizarro estudian sus efectos sobre comunidades de agua dulce asociadas a vegetación y otros sustratos sumergidos. Los especialistas buscan determinar qué efectos se producen sobre las comunidades de ambientes acuáticos, si hay bioacumulación, si se transfiere el compuesto y qué consecuencias podría tener en organismos que no son el blanco contra el cual se espera que actúe. “Creemos que es muy importante conocer si hay bioacumulación de este tipo de compuestos, porque si así fuera debería tenerse en cuenta al momento de legislar sobre su uso”, sostiene Ríos. “Los resultados de esta investigación están demostrando que este herbicida tiene un efecto adverso tanto sobre las células hepáticas humanas como sobre los distintos organismos estudiados, que produce estrés oxidativo y que altera la fisiología y la integridad de las comunidades acuáticas”, agrega. El equipo de investigadores también ha iniciado estudios con otros plaguicidas, para conocer su mecanismo de acción, poner a punto las técnicas de determinación de este compuesto y de sus metabolitos y analizar posibles efectos sinérgicos con el glifosato. “La legislación pertinente también debería contemplar el aumento del riesgo por acciones conjuntas de varios contaminantes”, afirma Ríos.

Mediante un subsidio UBANEX, el grupo ha comenzado a desarrollar un plan de monitoreo de los niveles de glifosato en cuerpos de agua y fluidos biológicos de una población asentada en una zona de cultivo de soja transgénica y una campaña educativa. “Queremos hacer un aporte directo de nuestros conocimientos a la solución de un problema concreto de una zona de nuestro país. Para eso hemos propuesto asesorar a la población en general, y a los agricultores en particular, sobre el uso de este agroquímico y los riesgos de exposición al mismo Vamos a evaluar el estado de salud de una población expuesta a glifosato en forma crónica y mediremos los niveles de glifosato en esas personas y en los cuerpos de agua de la zona, para detectar posibles correlaciones y elevar un informe a las autoridades pertinentes”, comenta la investigadora. En este proyecto participan organismos locales y un importante grupo de alumnos, docentes e investigadores de distintos departamentos de esta y de otras facultades. “Participa gente del EGE, BBE, Computación, Física, Meteorología y de otras facultades como Sociología, FADU y Veterinaria; lo cual señala la importancia de los trabajos interdisciplinarios, en esta área”, finaliza Ríos.

 

Laboratorio de enzimología, estrés y metabolismo (LEEM) (Departamento de Química Biológica)

QB 78 y QB 81, 4to piso, Pabellón II, 4576-3300/09 interno 239

Dirección: María del Carmen Ríos de Molina

Integrantes: Rosa G. Chaufan, Ángela B. Juárez, Nicolás Ortiz, Iara Rocchetta,

Sebastián E. Sabatini, Pablo Di Salvatore.

Tesistas de doctorado: Anabella Fassiano, María Mercedes Iummato, Yusseppone María Soledad Yussepone, María Noelia Lonné, Analía A. Tolivia.

Tesistas de grado: Isis Coalova.

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