Fuera del sistema solar, pero no muy lejos
Luego de ocho años de observaciones, realizadas por un equipo internacional de investigadores liderado por un argentino, se anunció el hallazgo de un nuevo planeta fuera del sistema solar, que describe su órbita alrededor de una estrella que se encuentra a 8 años luz de distancia. En la próxima década, con telescopios más avanzados, será posible estudiar su atmósfera y averiguar si existe alguna forma de vida.
Un nuevo planeta fuera del sistema solar fue hallado por un equipo de investigadores entre los que se encuentra un argentino. Con una masa tres veces mayor que la de la Tierra, el planeta describe una órbita alrededor de una estrella denominada Gliese 411. Se trata de una enana roja cuya masa es un 40% la masa del Sol, y es la sexta más cercana al sistema solar: se encuentra solo a ocho años luz de distancia. El planeta fue denominado Gliese 411b (el nombre de la estrella más letra b minúscula).
“Lo que vuelve a este planeta sobresaliente dentro del catálogo de más de tres mil que se han encontrado desde 1995, es que está muy cerca”, asegura el astrofísico Rodrigo Díaz, primer autor del trabajo que se publica en Astronomy & Astrophysics. Es el tercer exoplaneta más cercano al sistema solar, después de Próxima b y Barnard B, descubiertos en 2016 y 2018, respectivamente.
“Luego de observar la estrella a lo largo de ocho años, acumulamos una gran cantidad de datos sobre su movimiento, y detectamos una variación periódica de la velocidad, que se mantiene en el tiempo”, explica el investigador. Las mediciones fueron realizadas con el espectrógrafo denominado SOPHIE, montado en un telescopio de 1,93 metros de diámetro, en el Observatorio de Haute-Provence, al sur de Francia.
Un año de trece días
Las estrellas se mueven, rotan sobre sí mismas y también se desplazan en el espacio. En ese baile, algunas vienen y otras van, se acercan o se alejan respecto de nuestro sistema solar, y lo hacen con diferentes velocidades. En el caso de la estrella Gliese 411, ella se mueve a 84 kilómetros por segundo con respecto al Sol, y esa velocidad presenta una variación periódica que los investigadores asignan a la presencia de un cuerpo externo (un planeta), que en trece días da una vuelta completa alrededor de su estrella.
“Lo más complejo del trabajo fue convencernos de que esa variabilidad está producida por un planeta, y no por la actividad estelar propia de la estrella”, relata Díaz, que es investigador del CONICET en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio (IAFE). La parte a la que más me dediqué estos años fue al desarrollo de técnicas que permitan separar una fuente de variación de la otra”.
Conociendo el período del planeta, es decir, cuánto tarda en dar una vuelta completa, se puede calcular la distancia que lo separa de la estrella: el planeta está mucho más cerca de la estrella (cinco veces) que Mercurio respecto del Sol. “Este dato es interesante porque nos permite saber cuánta radiación recibe, y esto, a su vez, permite calcular la temperatura de equilibrio, que es la temperatura que tendría el cuerpo si toda la radiación que absorbe la devolviera al espacio”, explica Díaz. En este caso, la temperatura de equilibrio va de 18ºC bajo cero a 70ºC. Cabe señalar que, a pesar de que la distancia orbital es muy pequeña (una quinta parte de la de Mercurio), la estrella es mucho más débil: emite apenas el 2% la radiación que emite el Sol.
Los investigadores pueden estimar la masa del planeta pero no su radio ni su densidad, de todos modos suponen que se trata de un planeta rocoso, al igual que la Tierra.
“Creemos que se parecería más a Venus; tal vez sea una roca pelada, pero si tiene una atmósfera, y esa atmósfera tuvo agua, esa agua posiblemente se haya perdido”, especula Díaz.
La atmósfera y la vida
El nuevo planeta no puede ser observado en forma directa ni fotografiado porque está muy cerca de su estrella y los telescopios actuales no permiten separar ambas fuentes.
A partir de la década de 2020 van a comenzar a operar telescopios de 30 metros de diámetro, mientras que los actuales no superan los 10 metros. Los más grandes no solo captan más luz sino que tienen más poder de resolución: pueden separar con mayor facilidad la luz del planeta de la de la estrella. De este modo, sería posible estudiar la atmósfera del planeta, en caso de que la tuviera.
Estudiar la atmósfera de los planetas tiene interés en sí mismo para analizar su composición, pero también hace posible estimar si allí es posible la vida. “Sabemos que la vida deja marcas en la atmósfera, por ejemplo, en el caso de la Tierra, la presencia de ozono y de oxígeno, entre otros biomarcadores”, señala Díaz.
Claro, esos estudios no podrán hacerse con planetas muy lejanos, y el nuevo planeta tiene la ventaja de estar relativamente cerca. “La técnica con la que creemos vamos a poder caracterizar la atmósfera de este planeta solo funciona si la separación angular entre planeta y estrella no es muy pequeña. Si es muy pequeña, es decir, si el punto de observación es muy lejano, como en estrellas más distantes que Gliese 411, planeta y estrella se ven tan pegados que no se puede separar la luz de cada uno”, concluye Díaz.
Una vez más, el hallazgo de un nuevo planeta abre el interrogante sobre la existencia de vida fuera del sistema solar.