Una terapia pequeña, pequeña
Florencia Linero, especialista en biología molecular de Exactas UBA, acaba de recibir en Francia la beca internacional L’Oréal-Unesco para desarrollar nano-anticuerpos que permitan mejorar el tratamiento actual de la Fiebre Hemorrágica Argentina. Estará un año en Bélgica y luego regresará a la Facultad para continuar el experimento.
Recién llegada de Francia, la viróloga argentina Florencia Linero fue una de las tres latinoamericanas en recibir, en una emotiva ceremonia en la Universidad de la Sorbona, la beca internacional para mujeres jóvenes investigadoras L’Oréal-Unesco, que le permitirá estudiar una técnica novedosa con nano anticuerpos para mejorar el actual tratamiento contra la Fiebre Hemorrágica Argentina. Desde el Laboratorio de Virología del Departamento de Química Biológica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, ella ultima los detalles para viajar en julio a Bélgica donde durante un año hará la investigación “in vitro”, y luego volverá a la porteña Ciudad Universitaria, para continuar con el experimento en animales.
“Si todo sale bien, en dos o tres años podría estar lista la aplicación para comenzar los estudios en humanos”, dice la bióloga sobre la posible mejora en el tratamiento ya existente contra esta enfermedad. Conocida también como “mal de los rastrojos”, esta dolencia es causada por el virus Junín, y afecta principalmente a quienes viven o trabajan en el campo en el área endémica que abarca parte de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y La Pampa. El virus se aloja en roedores silvestres, que lo suelen eliminar por la saliva, orina y sangre, contaminando el ambiente, donde el hombre puede contagiarse accidentalmente, por ejemplo, a través de una herida en la piel. “Sin tratamiento puede evolucionar hacia la muerte en un lapso de una a dos semanas”, advierten desde el portal del Ministerio de Salud de la Nación.
“Actualmente existe una terapia para la Fiebre Hemorrágica Argentina que se basa en la transfusión del suero obtenido de otras personas convalecientes de la misma enfermedad, quienes tienen anticuerpos dirigidos contra el virus. Ese banco de suero se hace con donantes que se han curado de dicha dolencia, que deben ir a donar a un centro de salud”, precisa, y enseguida agrega: “El tratamiento funciona muy bien, pero presenta la limitación de que se necesita gente que haya sido afectada por la enfermedad para mantener el stock. Nosotros proponemos reemplazar ese tratamiento actual, por éste que sería un tratamiento basado en el mismo principio, pero con nano anticuerpos. La ventaja es que no se requiere que personas afectadas vayan a donar, porque todo se hace por biología molecular y, en caso de brote, se puede producir a gran escala”.
Además de no molestar a las personas que se vieron infectadas por el virus Junín, esta terapia se basa en el poder de la pequeñez. “Los anticuerpos convencionales comparados con los nano anticuerpos serían diez veces más grandes”, precisa Linero, y agrega: “Al ser más pequeños, estos nano anticuerpos pueden acceder a lugares a los que por ahí un anticuerpo convencional no llega”. En este sentido, las investigaciones apuntan a indagar si en el futuro estos pequeños anticuerpos podrían atacar una afección que suele registrarse hoy, entre quienes reciben la terapia existente. “Hay una desventaja del tratamiento actual, y es que el 10 por ciento de los pacientes tratados desarrolla una síndrome neurológico tardío, bastante grave. Se plantea, aunque todavía no está muy claro, que el virus pueda llegar al cerebro, donde los anticuerpos tradicionales no serían capaces de sortear la barrera hemato-encefálica. Una de las ventajas que tendrían los nano anticuerpos o nano bodies es que al ser tan chiquititos podrían atravesarla”, sugiere como hipótesis a probar.
En la actualidad, además de este tratamiento que requiere de donantes de suero, existe una vacuna que “funciona muy bien y seguirá siendo utilizada”. El foco de atención está en quienes se enfermaron por no tener la vacuna y deben ser sometidos, en la primera semana de la infección, a esta terapia con suero de personas convalecientes. En este sentido, Linero vuelve a aclarar que está dedicada “a mejorar el tratamiento que se aplica actualmente a quienes por no estar vacunados, se enfermaron”, subraya, la científica de 31 años, desde el laboratorio donde trabaja bajo la dirección de Luis Scolaro.
Conocimiento en llamas
Linero necesita concluir parte de las investigaciones que está realizando en Exactas antes de instalarse un año en el Departamento de Investigación de Medicina Molecular de la Universidad de Gante, en Bélgica, bajo la dirección de Xavier Saelens. Allí, ella estudiará esta técnica que tiene su punto de partida en animales habituales en el paisaje del Altiplano. “Se descubrió que las llamas y otros camélidos, además de los anticuerpos tradicionales, también presentan estos anticuerpos más chiquititos”, historia, y a renglón seguido explica: “Al igual que para los anticuerpos convencionales, la técnica se basa en que a la llama se le pone algo extraño (en nuestro caso, el virus inactivado), para que provoque una respuesta inmunológica. Esta respuesta incluye la producción de estos anticuerpos chiquitos, que luego por biología molecular se clona la parte que reconoce al cuerpo extraño. Esta pequeña porción del anticuerpo es lo que se llama nano body”.
Entre las ventajas de este posible tratamiento con anticuerpos más pequeños que los habituales, es que “no resultaría costoso”, puntualizó la experta Linero.
Con numerosos desafíos sobre sus hombros, la científica argentina se prepara para investigar esta posibilidad de mejorar del tratamiento del Mal de los Rastrojos en Europa, lugar al que llega luego de una rigurosa selección. Cada país, tras estudiar numerosas propuestas de investigación para obtener la beca, selecciona a cuatro candidatas, y envía las propuestas a la UNESCO, que sólo elige a tres para toda la región de Latinoamérica. De las tres finalistas, Linero fue la argentina que propuso hacer su investigación en Bélgica. En tanto, la cubana Ariana Barbera escogió para su plan de trabajo a Holanda, y la científica colombiana Lina Gallego, a la Argentina.
Con numerosas expectativas sobre lo que puede deparar a futuro su investigación, Linero, quien aún conserva el acento de su Mendoza natal, tampoco olvida el largo camino iniciado por otros científicos para combatir esta enfermedad que puede resultar mortal, si no es tratada a tiempo. “En el país se hizo mucho por la Fiebre Hemorrágica Argentina. Dentro de los llamados arenavirus, el virus Junín (que sólo se da en nuestro territorio) es uno de los pocos que tiene una vacuna y un tratamiento que funcionan bien”, destaca, poco antes de concluir: “En otros lugares, existen otras fiebres hemorrágicas producidas por otros virus de la familia, que están, por ejemplo, en Bolivia, en Brasil y Venezuela. Sin embargo, en ninguno de ellos se ha avanzado tanto con las terapias o la profilaxis. Acá, en la Argentina, hubo un muy buen desarrollo en las dos cosas. Nos apoyamos mucho en que el tratamiento con anticuerpos funciona bien, y lo que estamos tratando de hacer es mejorarlo”.