Grupos de investigación

Vida interior de los árboles

Entre los múltiples organismos que habitan los árboles, los hongos endófitos tienen la particularidad de entablar simbiosis beneficiosa para los primeros. Son también considerados “hot spots” de la diversidad, por la gran cantidad de especies que puede albergar un solo árbol. Cecilia Carmarán y Victoria Novas encabezan el grupo que los estudia.

22 Ago 2013 POR

 

Hay muchos modos en los que los árboles albergan vida. Enorme variedad de insectos, aves, mamíferos habitan entre sus ramas o, incluso, dentro de sus troncos. Pero pensar en organismos que viven dentro de la estructura misma de los árboles, ya parece resultar un poco más extraño. Sin embargo, no lo es. El término endófito, que literalmente significa “dentro de la planta”, se utiliza para nombrar a distintos organismos que, en algún periodo de su ciclo de vida, habitan dentro de las plantas colonizando sus tejidos sin causarles perjuicio aparente. Por el contrario, suelen establecer una simbiosis beneficiosa para ambos. La planta le proporciona al microorganismo alimento y protección, y los endófitos, a su vez, le otorgan a las especies hospederas gran potencial adaptativo frente a situaciones de estrés tales como salinidad, acidez  o ataque de plagas. Casi todas las plantas vasculares presentan organismos endófitos asociados.

Entre los microorganismos que infectan espacios intracelulares o tejidos vasculares se encuentran los hongos endófitos. A su estudio se dedican las doctoras Victoria Novas y Cecilia Carmarán, quienes dirigen un grupo de investigación dedicado, justamente, al estudio de hongos endófitos de árboles. “Nuestro grupo se ha especializado en un grupo de organismos fúngicos conocidos en su conjunto como endófitos de árboles. Estos organismos tienen la particularidad de desarrollar todo o parte de su ciclo de vida dentro de las diferentes estructuras de los árboles –madera, hojas, flores, etcétera– sin causar síntomas aparentes”, dice Carmarán. “Estos estudios son muy interesantes ya que los endófitos representan, por lo general, un aspecto ignorado de los ecosistemas. Sin embargo, los endófitos de árboles en particular, son considerados hot spots de la diversidad, por la gran cantidad de especies que un solo árbol puede albergar” agrega. Se llama “hot spots” a las regiones del territorio donde existe una especial concentración de biodiversidad.

Los estudios que realizan las investigadoras junto a su grupo incluyen distintas acciones. Por ejemplo, caracterizar la diversidad de endófitos en especies arbóreas nativas; analizar si la asociación con el árbol posee cierta especificidad –es decir, si una especie arbórea porta en sus estructuras sólo determinadas especies de endófitos– y determinar cuándo y dónde tiene lugar el establecimiento de la asociación, por ejemplo, estudiando plántulas.

Por otra parte, también estudian qué factores determinan cuántas especies fúngicas se instalan en una especie arbórea. “Por ejemplo, estamos estudiando si los corredores biológicos pueden tener alguna influencia al transportar el inóculo (o sea, en dispersar las esporas) y favorecer la instalación de algunas especies y no de otras; o si el grado de transformación del hábitat puede determinar ciertas características de una comunidad endofítica como por ejemplo la cantidad de especies encontradas”, explica Carmarán.

Cecilia Carmarán y Victoria Novas junto a su grupo. Foto: diana Martinez Llaser

Cecilia Carmarán y Victoria Novas junto a su equipo de trabajo. Foto: Diana Martinez Llaser

El equipo dirigido por Carmarán y Novas también analiza la relación de estas comunidades fúngicas con patógenos fúngicos forestales o con plagas forestales como el Megaplatypus mutatus, conocido con el nombre común de “taladrillo”. “Analizamos si los organismos endofíticos, como los de la madera, en este caso, pueden de alguna manera determinar la presencia o ausencia de las enfermedades o las plagas”, explica Carmarán a la vez que aclara que, si bien la gente del campo lo conoce por el nombre de Platypus, “éste es un nombre taxonómico viejo y erróneo”.

El trabajo de los investigadores implica diferentes abordajes. Para analizar el impacto de la transformación de hábitat, por ejemplo, trabajan en campo, en diferentes localidades, tomando muestras de hojas, madera o lo que se esté estudiando. Luego, en el laboratorio se procesan para obtener cultivos de los organismos e identificarlos. Pero en cambio, para determinar la especificidad y el establecimiento de las asociaciones, se realizan ensayos experimentales a partir de los cuales se toman las muestras para su análisis.

El estudio de las interacciones entre los árboles y sus organismo endófitos ha llevado a la doctora Carmarán no sólo a remarcar la enorme relevancia de apreciar la biodiversidad que puede albergar un solo árbol sino además a reflexionar acerca de qué es lo que se considera un organismo o una planta. “En realidad, teniendo en cuenta nuestros conocimientos actuales, podríamos percibirlos como el resultado de un conjunto de interacciones”, afirma. “Es por esta razón que el estudio de este tipo de interacciones complejas, con gran cantidad de especies simultáneamente, toma un especial interés. Hoy sabemos que muchas de estas asociaciones son claves y beneficiosas en diferentes aspectos, desde la promoción del crecimiento hasta la prevención de enfermedades o plagas. Nuestros estudios proveen información para el desarrollo de herramientas que permitan la manipulación exitosa de estos organismos en aplicaciones agrícolas y forestales”, agrega.

 

Grupo de Micología y Fitopatología

(Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental)

Laboratorio 5, 4to. piso, Pabellón II. Teléfono: 4787-2706

Dirección: Cecilia Carmarán, Victoria Novas

Investigadores formados: Andrés Dolinko (Físico)

Tesistas de doctorado: Esteban Español, Fernada D´Jonsiles, Esteban Ceriani, Carolina Robles