El año del Gato
En poco menos de dos años de vida, el blog “El Gato y la Caja” se convirtió en un fenómeno revestido por una comunidad que lo acompaña con entusiasmo. Para sus creadores, el proyecto trasciende el propósito inicial de blog para convertirse en un movimiento con el foco en una mirada científica de la realidad. En esta nota, el panorama de un producto de comunicación pública de la ciencia con tantas ideas como aspiraciones.
Timbre. Es un pibe que pasa a buscar el Anuario del El Gato y la Caja que compró vía web. Juan Manuel baja por el ascensor con la bolsita del Anuario, abre la puerta del edificio y se la entrega. “Mirá”, le dice el pibe mostrándole el brazo. Tiene tatuado el logo de El Gato y la Caja y una frase extraída de una de las notas del blog. Un pibe, un pibito, tiene tatuado el logo de un blog de ciencia y hasta una frase de un artículo que habla de ciencia. “¿No es raro?”, pregunta y se pregunta Facundo Álvarez después de que Juan Manuel Garrido cuenta la anécdota. Facundo es biólogo y Juan es diseñador gráfico, y junto con Pablo González son los tres cerebros detrás el blog El Gato y la Caja, una iniciativa que nació hace menos de dos años en formato de blog y hoy es una trama que se enraizó, se exportó más allá del público de la comunidad científica, se complejizó y hasta llegó a la piel de alguno de sus seguidores.
Va una foto del Gato. Más de 130 posts publicados en menos de dos años. Veinte colaboradores externos. Ilustradores que participaron hasta ahora: más de 150. Comentarios en los posteos, cientos. Un anuario publicado, en formato libro (físico y digital). Récord latinoamericano de crowndfunding: A menos de 72 horas de haber lanzado su proyecto de anuario en una plataforma web de financiamiento colectivo, consiguieron la totalidad del dinero que necesitaban. Metieron 1.000 personas en la presentación del anuario. Más de 15.000 seguidores en Twitter. En Facebook, 55.000 “Me gusta”. Este año tuvieron una columna semanal en el programa “Ácido” de Vorterix. Ya llevan 11 visitas a distintos puntos del país para dar charlas y presentar su anuario. Acaban de lanzar una serie en YouTube.
El impacto que está consiguiendo el “El Gato” en tan corto tiempo de vida se deja ver en cierto asombro y en el entusiasmo de sus iniciadores. “El 2015 fue un año de crecimiento tan rápido, tan desmedido, tan explosivo…”, dice Pablo González, que es tan explosivo como El Gato a la hora de hablar (y también a la hora de escribir; ya lleva más de 40 post firmados). Los tres amigos (que se conocieron vía Twitter) ahora son socios en este proyecto y, cuando se los entrevista, parecen funcionar como una misma mente: Se infiere mucha charla y elaboración detrás de cada concepto. “Nuestra idea es hablar con seriedad sin ser solemnes. Creo que eso pica un poco, eso de hablar de algo que lleva tanto trabajo y sacrificio como es el laburo científico. Pero la clave está en que nosotros lo hacemos con admiración”.
-¿Es la primera vez que ven un tatuaje con referencia al Gato?
-Facundo: No, es el cuarto tatuaje que vimos.
-¿Hace pensar en un banda de rock, en un objeto pop?
-Pablo: Vos decís banda de rock pero también puede ser equipo de fútbol. ¿Por qué te ponés una camiseta de fútbol? Porque te sentís parte. Acá el trasfondo es el mismo. Lo que queremos lograr es que otros se apropien de la forma científica de ver el mundo y lo puedan expresar y reclamar. Esa forma de ver el mundo no es exclusiva de los investigadores, de los científicos, de nosotros.
-Facundo: La ciencia no está a la altura del resto de los elementos de la cultura. Yo no sé tanto de cine y me encanta ir al cine. No sé tanto de música y me encanta escuchar música. No pasa lo mismo con el conocimiento científico, en general.
-¿Cómo saben que ese tatuaje, por ejemplo, no tiene más referencia con el Gato que con la ciencia misma?
-Pablo: Creo que si pensamos que es una moda, aun en el peor de los casos, igual sería positivo.
-Juan Manuel: Que se alejen un rato del horóscopo y se interesen ese rato por el modelo atómico, ya está bien.
-Facundo: No es fácil medir la transferencia en comunicación pero tenemos cosas como el feedback en Facebook, los comentarios del blog. Vos decís que podría ser algo kitch… Me parece que no es así. El Gato es… Un movimiento.
-¿Por qué sería un movimiento?
-Juan Manuel: Esto empezó como un blog, después se sumó la social-media, hicimos radio, videos, hicimos el libro, organizamos eventos… Empezar a ponerles caras a las personas de la comunidad y entender que no es gente a secas, que sabés sus nombres, sabés qué piensan, sabés en qué disentís, podés discutir, elaborar cosas nuevas… Eso lo convierte en un movimiento.
-Pablo: Es que no planteamos esto como algo propio. Pretendemos que otra gente lo entienda como propio, lo defienda, lo alimente.
-Facundo: Nosotros difundimos la forma de ver el mundo a través del método científico, no sólo de lo increíble que resulta ver cómo funciona el universo, sino el método científico como forma de encarar cualquier problema, y que eso nos va a llevar a encontrar mejores soluciones, más justas. Y para que eso se replique no tiene que pertenecer a ningún sujeto en particular. El Gato ya es más la gente que se involucra, que lo toma como propio, que nosotros mismos. Y eso es muy bueno.
-Son optimistas con relación al aporte de El Gato a la difusión de esa forma de abordar la realidad.
-Pablo: Claro, claro. ¿Cuál es la última vez que viste un caso de éxito mesurable en términos de nuclear gente en torno del discurso científico? Y no estoy hablando de gente como espectadores, sino gente como actores, como productores del conocimiento.
-¿Cuál sería la principal estrategia?
-Pablo: Hacer seductor, tentador y persuasivo el discurso científico que hasta ahora falló en su capacidad de seducir. ¿Qué pasa si vos modificás la comunicación para que el paso entre no entender y entender sea un poco más transitable, de manera que vos llegues un cachito antes a la recompensa, de manera que no hagan falta 10 años de astrofísica para saber que el Sol es una bola de gas, ¡qué flash! Quizás lo que no hemos sabido es pavimentar con pedacitos de asombro ese recorrido.
-Entre los seguidores del El Gato hay un gran número de no científicos, ¿verdad?
–Pablo: Absolutamente. Nosotros hemos logrado romper la endogamia del sistema científico, no queremos hablarnos entre nosotros, nuestras estrategias se basan en captar público que no venga de la ciencia. Hay un núcleo duro que colabora con el Gato y que son científicos, son los que generan más contenidos. Pero la mayoría de nuestros lectores, del movimiento, no son científicos.
-Además de los posts que firman ustedes, publican artículos de “gatos invitados”, que suelen ser investigadores escribiendo sobre sus temas de interés. ¿Cómo manejan esa dinámica?
-Facundo: A muchos los convocamos porque los conocíamos, sabíamos cómo eran como científicos, cómo pensaban, y fue funcionando. Ahora mucha gente nos envía artículos, de todo el país, y nos dicen que quieren colaborar.
-Pablo: Lo increíble es que se entregan a que les comentemos las notas, les propongamos cambiar cosas, usar un discurso nada formal; son gente grosa a la que le hacemos pelota el texto que nos manda y están dispuestos a discutirlo, a negociarlo. Y, además, tenemos casos muy lindos e interesantes.
-¿Por ejemplo?
-Pablo: Enzo Tagliazucchi, que es muy groso y trabaja en neurociencias, escribió un paper sobre la estructura de la conciencia durante el sueño. El tipo publicó el paper en una revista internacional y al mismo tiempo sacamos una nota explicándolo. Eligió comunicarlo públicamente a través de El Gato. Y después respondía comentarios de los lectores… Un investigador de primera respondiendo preguntas de gente no relacionada con la ciencia… Ahí está la clave de todo esto.
-Juan Manuel: A veces, lo mejor de las notas pasa en los comentarios, que pueden llegar a sumar cientos y cientos.
-Pablo: Y comenta gente que, muchas veces, está mucho más capacitada que nosotros en las temáticas y en vez de sentarse y decir esto está incompleto porque en 1998 un autor dijo no sé qué cosa, dice no solamente que está buena la nota sino que agrega información con buena onda, hace crecer a la comunidad.
-¿Cuál sería el motor de lo que ustedes identifican como movimiento, el motor de El Gato?
-Facundo: Que la mayor cantidad de gente posible acceda a una forma de pensamiento que te deja tomar decisiones con más libertad, sin preconceptos, sin lastres ni anclas en la tradición.
-Pablo: La ciencia es subversiva, es irreverente, no va a aceptar nada como es, va a ir por más. Tiene hambre permanente, está inconforme consigo misma, hay un mundo y necesita descubrirlo. La única forma de atacar los dogmas, incluyendo los que vienen del sistema científico, es atacándolos con ciencia. No se me ocurre una forma de ver el mundo que sea más linda que una que esté dispuesta a reformarse a sí misma. Nosotros somos solo el núcleo donde se fue agregando un montón de gente que quiere ir en la misma dirección.
Muy lejos del hobbie
Lo que empezó como una idea relativamente sencilla, que podía aplicar al tiempo libre, pronto se transformó en una actividad de alta demanda. “Nos lleva todo el día, entre ocho y diez horas de trabajo”, aclara Juan Manuel Garrido, diseñador gráfico egresado de la UBA. “El Gato y la Caja empezó como un hobbie, pero eso cambié muy rápido, ya es trabajo completo”. Basta recorrer el blog y repasar las actividades y proyecto en danza para advertirlo.
El biólogo, egresado de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Pablo González, agrega que, en particular, “a Juan Manuel le iba muy bien en el estudio de publicidad en el que trabajaba. Pero renunció para seguir con la intensidad que proponía El Gato”. Pablo daba clases en un colegio secundario, y también renunció. Y el otro biólogo, también de Exactas UBA, Facundo Álvarez, el año que viene termina su beca de doctorado y seguirá el camino de jugarse por el futuro de El Gato.
“No hay plan B”, dice Pablo. “Nos jugamos con esta idea, que nos ocupa la mayor parte de nuestras vidas. Nosotros hacemos el laburo profesionalmente y pasamos horas leyendo y analizando cómo hacer la mejor comunicación posible”. Cuando se les pregunta sobre las posibilidad de financiar sus actividades, no les faltan ideas, pero con una estructura que genera necesariamente gastos y requiere inversión la cosa no es fácil. El financiamiento colectivo les permitió publicar una edición muy cuidada del anuario. Además, tienen un minimercado en el blog donde venden memorabilia gatuna. Los viajes a las ciudades donde presentan el libro y dan sus charlas los pagan aquellos que invitan. “Igual, eso para pagar la comida en el chino no alcanza”, dice Facundo y agrega que “por suerte ninguno de nosotros viene de una familia rica, así que nos tenemos que ganar la vida, por eso estamos buscando la forma”. ¿Pauta publicitaria en el blog? “Es muy difícil”, dicen. “Nos ofrecieron publicidad pero no podemos aceptar si limita nuestra absoluta libertad a la hora de escribir”.
“Encontrar recursos económicos para hacer comunicación pública de la ciencia es muy difícil”, reflexiona Pablo. “Queremos poder aplicar a subsidios de comunicación en ciencia porque se entiende institucionalmente que la comunicación es parte del sistema científico y nosotros podemos mostrar con números, con datos concretos, que somos buenos en eso”.