Einstein vía postal
De manos de uno de sus graduados, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales recibió una carta original firmada por Albert Einstein fechada en 1953. La carta, donada por el químico Federico Svarc, es una respuesta a la consulta del médico Juan Dalma sobre una posible relación entre la teoría de la Relatividad General y los estudios de Leonardo Da Vinci. El documento pasó a ser patrimonio de la Facultad y se le dio destino en la Sala de Preservación de la Biblioteca.
Desde el 19 de marzo pasado, Exactas UBA cuenta en su patrimonio con un documento original que lleva la firma del físico más grande de todos los tiempos, Albert Einstein. El documento, destinado a la Sala de Preservación de la Biblioteca Central, consiste en una carta originada en el intercambio epistolar entre el físico alemán y el médico psiquiatra Juan Dalma, radicado a mediados del siglo pasado en la ciudad de San Miguel de Tucumán. ¿Cómo llegó la carta a Exactas UBA? Fue a través de una donación del químico graduado de la Facultad Federico Svarc, quien la había recibido décadas atrás de manos de la viuda de Dalma.
La existencia de la carta se debe a la inquietud intelectual de Juan Dalma, a la voluntad de Einstein y, quizás principalmente, a un error en la interpretación de la obra de Leonardo Da Vinci. Para comenzar a desentrañar la particular historia de esta correspondencia, es necesario conocer quién fue Dalma.
Nacido en Fiume (actual Rijeka, Croacia) en 1895, y bautizado como Giovanni, Dalma se formó como médico en una Europa convulsionada, principalmente en Viena y Budapest. Políglota por interés personal y de vocación humanista, fue completando su formación básica y su especialización en psiquiatría atravesado por alteraciones tales como ser convocado al frente ruso como auxiliar del ejército austro-húngaro o vivir de muy cerca dos guerras mundiales. Ya formado, trabajó en gestión de salud pública y tomó funciones de delegado diplomático. En 1948 cruzó el Atlántico para instalarse en la ciudad de San Miguel de Tucumán, donde había recalado su hermano años atrás. Apenas pisó suelo nacional, la Universidad Nacional de Tucumán le ofreció organizar la Escuela de Medicina, que puso en marcha y dirigió durante su primer año de actividad. Como marca de su trascendencia, hoy el Aula Magna de la Facultad de Medicina de la UNT lleva su nombre.
Con múltiples reconocimientos de la sociedad tucumana durante sus primeros años de actividad local, Juan Dalma se convirtió en todo un personaje de la vida cultural de la ciudad, que se mantuvo intelectualmente activo hasta sus últimos días. Su vocación enciclopédica lo llevó a concentrar una enorme biblioteca personal y a dictar conferencias sobre temas diversos que abarcaban la literatura clásica o el arte renacentista. “Cuando Dalma venía a dar alguna charla a Buenos Aires, mi papá siempre iba”, cuenta Federico Svarc. El padre de Federico era primo hermano de Dalma por línea materna. “Cuando yo era chico, venía a casa con su esposa”, recuerda; y también tiene presente una de las obsesiones del médico: “Tenía un hobby, digamos, algo que le interesaba muchísimo, que era todo lo relativo a la obra de Leonardo Da Vinci”. Si bien el interés del médico de Fiume por el artista florentino era de público conocimiento, y uno de los temas predilectos de las charlas que dictaba -por ejemplo, en la Asociación Dante Alighieri-, lo que no resulta tan obvio es aquello que creyó encontrar en la lectura de su obra y que motivó su intento de comunicarse con Albert Einstein en el año 1853.
De acuerdo con lo que permite advertir una carta de Einstein dirigida a su colega estadounidense Elliot Benedikt, Juan Dalma inició su contacto epistolar a través de este último. “Yo no conozco las referencias de Leonardo Da Vinci referidas a la relatividad. Si el Dr. Dalma me las da a conocer yo con gusto le daré mi opinión”, escribe Einstein en mayo de 1953. Por desgracia no son públicas las cartas que envió Dalma explicando o defendiendo su lectura de la obra de Da Vinci y solo se puede inferir su voz a través de las respuesta. También puede advertirse su postulación de Leonardo como visionario a través de un artículo que escribió en 1952: “Leonardo, anticipador de conceptos psicodinámicos modernos”. Pero más allá de la fundamentación de sus hipótesis, lo cierto es que en mayo del 53 el físico alemán ya había demostrado su voluntad de recibir los comentarios que, pocos meses después, se encargaría de responder.
“Juan Dalma murió en un accidente automovilístico”, cuenta Federico Svarc. Fue en octubre de 1977. “Mi viejo lo apreciaba mucho y, como era contador, la ayudó a la mujer con los papeles de la sucesión de los bienes. Yo pasé a verla, a pedido de mi viejo, para colaborar con sus papeles durante un viaje que hice a Tucumán por un congreso”, relata Svarc. “Ese día, antes de irme, la mujer se puso a buscar algo y vino con la carta, me la dio y me dijo que pensaba que a mí me iba a gustar tenerla”.
Federico Svarc se graduó en Química en 1974 realizó su tesis en una primera etapa con Enrique Frank y luego con Horacio Corti . En 1975, como muchos otros, dejó la Facultad expulsado por la “Misión Ivanissevich” y buscó trabajo en el sector privado. “Me estaba por casar, necesitaba conseguir un sueldo. Encontré trabajo en Compañía Química, en el sector de desarrollo e investigación. Después pasé a L´Oreal, más tarde fui a Nivea. Cuando volvió la democracia, volví a la Facultad como Jefe de Trabajos Prácticos en Química General e Inorgánica I y II e inicié el doctorado. Mientras, seguía trabajando en la industria”, explica. Svarc ocupa desde los 38 años puestos ejecutivos y actualmente es gerente operativo de Fabriquímica, una empresa dedicada a las materias primas para la producción de cosméticos. Más allá de su paso como estudiante y docente en la Facultad, mantiene vínculos de colaboración con investigadores de la casa a través de la empresa.
Desde 2006, el legado de Dalma, que consiste en la casa donde vivía junto con su esposa, una biblioteca de 2.800 libros, una hemeroteca con 1.500 publicaciones y manuscritos, es administrado por la Fundación Miguel Lillo, tal cual era el deseo de su viuda. Entre el material, según indican en la Fundación, cuenta un epistolario copioso con algunas figuras notables de su época, como Sigmund Freud, Carl Jung y Bernardo Houssay, entre otros. La carta de Einstein que recibió Svarc en su visita a Tucumán, y que ahora conserva la Facultad, está muy bien conservada y se puede ver claramente la firma de Einstein. Son 45 líneas escritas en idioma alemán, tipeadas a máquina y con una corrección hecha en lápiz. Tiene fecha 11 de agosto de 1953.
Svarc destaca que la afición de Dalma por la figura de Da Vinci lo llevó a indagar profundamente en sus distintas facetas de conocimientos y artes. “Creyó advertir que Leonardo, en algunos escritos, había previsto algo de lo que después formuló Einstein en su teoría de la Relatividad General. Él no era físico, no tenía mucho que ver con las ciencias de ese tipo, pero creyó ver algo ahí que le resultó inspirador para comunicarse con Einstein”. Dalma escribió su teoría en el papel, lo ensobró y se lo mandó sin vueltas al, en ese entonces, científico vivo más importante del mundo. Lo que a muchos puede resultarle llamativo es que el científico más importante del mundo le respondiera, y con espíritu didáctico. La respuesta de Eintein a la teoría (desconocida por el momento) de Dalma fue contundente, fuerte desde un comienzo de la carta: “Agradezco a Ud. por el esfuerzo que se ha tomado con respecto a mi persona. Confieso que me siento decepcionado sobre el contenido de las citas. Se trata de un juego sin sentido utilizando palabras sin un intento de análisis serio”, dirá para romper el hielo en un preludio que permite entrever que no comparte la lectura de Dalma. En los párrafos siguientes profundiza y deja en evidencia que el médico utilizó referencias puntuales a cierta documentación. Einstein es duro: “En el (Ar. 131 v) al tratar el concepto de la ‘nada’ se cometen verdaderos disparates. Se inserta el instante como ‘nada’ entre el pasado y el futuro. Luego se designa al tiempo mismo como ‘nada’ y se lo rechaza junto con el ‘vacío’. Esto es directamente absurdo. Parecería que ‘nada’ resultara igual a ‘sin extensión’. Esto, sin embargo, no se afirma claramente en ningún sitio”. Seguidamente, responde sobre una supuesta hipótesis sobre el infinito: “El comentario con respecto al infinito se basa sobre la hipótesis arbitraria que todo lo existente tiene fronteras. Al menos este argumento es claro”.
Como para no dejar mucho lugar a dudas, Einstein responde en el siguiente párrafo de manera integral y se desmarca: “Todo esto no tiene nada que ver con la teoría de la relatividad. El tiempo y el espacio son visualizados como entes independientes entre sí, como continuos en la medida que ambos se toman como elementos puntuales (sin extensión) yuxtapuestos que ocupan todo el Universo. Resulta interesante que la falta de extensión del presente fuera visualizado por Leonardo como un problema. Pero no se pregunta si en el mismo sentido, el pasado y el futuro se pueden considerar tan ‘reales’ como el presente supuesto como inextenso”. Y trata de entender lo que Dalma veía en el pensamiento de Leonardo: “La física no reconoce ni un ‘ahora’ ni un ‘aquí’ objetivo. Parece ser que Leonardo reconoce una significación objetiva al ‘aquí’, de la misma manera que aún hoy lo hacen todos los hombres, cuando emiten un juicio intuitivo (aquí se encuentra el verdadero origen del rechazo de la física por parte de Bergson)” y cierra con contundencia: “Naturalmente, Leonardo está aun lejos de plantearse el interrogante si se debe asignar al tiempo y al espacio una existencia independiente (realidad) al lado de los objetos corporales. Nadie, después de Aristóteles, hasta Hume y Kant se ha planteado dicha pregunta”.
Para delicia de los aficionados a los objetos firmados, para aquellos interesados en indagar sobre la continuación del debate que se plantea, para legos y especialistas, esta carta de Einstein constituye un importante documento que ahora permanece en una sala con estrictos controles de temperatura y humedad ambiente. La Sala de Preservación de la Biblioteca fue diseñada para albergar material de valor histórico fuera del peligro de la acción de los hongos que dañan el papel.
“Yo la tenía adentro de un libro”, cuenta Svarc. “La tuve guardada, no sé… como por 20 años. ¿Y ahora qué hago?, me pregunté. Pensé que el mejor lugar para que estuviera iba a ser la Facultad. A muchos de mis colegas les va a gustar verlas y, principalmente, la van a cuidar bien”. Para Svarc “Exactas es un buen lugar”, reflexiona sin dejar de demostrar emoción. “De alguna forma, uno devuelve aunque sea algo de lo que nos dio generosamente la Facultad”, concluye.