Atrapar el CO2 bajo la tierra
El calentamiento global avanza, pero reducir las emisiones sin afectar el desarrollo es un gran desafío. Por ello, lo que se busca es una manera “elegante” de sacar de la escena a los molestos gases de invernadero. Alfredo Iglesias, ingeniero español que dictó un seminario en la Facultad, informa sobre una estrategia que está en estudio: guardar el CO2 bajo tierra.
Ante el aumento de la concentración en la atmósfera de los gases de efecto invernadero, se han propuesto diferentes acciones. Pero cumplir con lo acordado en el Protocolo de Kyoto parece difícil: los países emergentes que se encuentran en pleno crecimiento, como China e India, en lugar de disminuir, están incrementando el empleo de combustibles fósiles, en particular, la producción de energía a partir del carbón.
Ante esa realidad, y para mitigar la acumulación en la atmósfera del dióxido de carbono (CO2), uno de los principales imputados por el calentamiento global, una alternativa es atrapar el gas cuando sale de las chimeneas y guardarlo bajo tierra, a cientos de metros de profundidad en sitios que se conocen como acuíferos salinos.
“Es una de las opciones que existen con el fin de eliminar el CO2 de la atmósfera. Parece que tiene buenas perspectivas y que el IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático) cree que va a ser una de las opciones más beneficiosas a la hora de disminuir o mitigar el cambio climático”, señaló el doctor Alfredo Iglesias, investigador del Instituto Tecnológico Geominero de España.
Actualmente se están haciendo estudios para implementar el sistema en Alberta, Canadá, en los Estados Unidos y también en España. “Se estima que dentro de dos a cinco años se podrá poner en práctica”, afirmó Iglesias.
– ¿En qué consiste el sistema de secuestrar el CO2?
– La idea es inyectarlo en el subsuelo. Lo primero que se pensó es llenar yacimientos de petróleo agotados, pues, de hecho, allí la naturaleza ha tenido cautivos al petróleo y al gas durante millones de años, entonces en esos pozos hoy podría guardarse el CO2. Pero no hay muchos yacimientos agotados. Entonces se tiene que optar por la inyección en formaciones geológicas subterráneas permeables. Es lo que se conoce como acuíferos salinos.
– ¿A qué profundidad se encuentran esos sitios?
– Se inyectaría a más de 800 o 1000 metros de profundidad, y menos de 2000. A esa profundidad, el agua que ha quedado atrapada, es decir, que no circula, se ha salinizado. Porque a esa profundidad no hay un mecanismo de carga y descarga. El agua lleva allí miles y miles de años, y ha tenido mucho tiempo para disolver sales de las rocas, hasta que se ha saturado de ellas.
– ¿Cómo se inyecta el CO2?
– Es necesario comprimirlo, llevarlo a un estado que se denomina supercrítico, es decir, llevarlo a condiciones de presión y temperatura superiores a su punto crítico. En este caso, a una presión de 80 kilos por centímetro cuadrado, y más de 30 grados centígrados. En ese estado, el CO2 ya no es un gas, es como un líquido viscoso, pero con las propiedades de un gas. Entonces ocupa el mínimo de volumen para ser almacenado, si se lo quisiera guardar como gas, no habría espacio en ningún sitio.
– ¿Cómo son los sitios donde se guardaría?
– Las formaciones geológicas donde se inyectaría son porosas, granulares. Se trata de un sedimento muy permeable, pero con un techo impermeable, que no deja escapar el CO2. Son trampas estructurales. Allí se produce un fenómeno que se denomina “imbibición”, que se produce cuando un fluido viscoso se desplaza junto con otro fluido, sin mezclarse con él. Así, se forman como gotas de CO2 que flotan en el agua, sin mezclarse. Es como si quedara atrapado en el agua. Es un fenómeno común en los pozos de petróleo.
– ¿Cómo se atrapa el CO2 en el aire?
– Hay tres fenómenos: captura, transporte y almacenamiento. Se va a atrapar donde haya fuentes importantes, no en el escape de cada automóvil, sino en una central térmica, que libera aproximadamente seis millones de toneladas de CO2.
– ¿Cómo se transportaría hasta los sitios de almacenamiento?
– De muchas maneras, podría ser en camiones tanque o a través de carboductos. El otro tema es el lugar de almacenamiento. Es necesario realizar sondeos para encontrar el lugar adecuado. Si se utilizan yacimientos agotados de petróleo, ya no sería necesario hacer perforaciones. Pero hay que realizarlas si la inyección se va a realizar en acuíferos salinos.
– ¿Cómo se buscan los sitios?
– Los sondeos se hacen en forma similar a la búsqueda de petróleo, mediante registros de sondeo y estudios sísmicos. Se buscan formaciones que sean permeables, susceptibles de transmitir el fluido y almacenarlo, y que tengan un techo diferenciado. Un material impermeable hacia arriba. Hay que buscar una formación que sea impermeable arriba, pero permeable abajo. Se buscan trampas parecidas a las de los pozos de petróleo. El CO2 es menos denso que el agua, entonces se almacena por encima de ella.
– ¿Este método es muy costoso?
– De acuerdo con el Protocolo de Kyoto, los países asumieron compromisos de reducción de emisiones, y tienen que pagar cuotas por sus emisiones. Si la multa es mayor que lo que cuesta secuestrarlo, el secuestro tiene futuro.
– ¿El subsuelo estaría sirviendo para guardar todo aquello que desechamos?
– Yo creo que las estructuras subterráneas tienen un valor significativo como elemento de recepción de residuos tóxicos y peligrosos, que no nos hacen falta en superficie para nada.