Agredidos en el espacio
El Universo es hostil y resguardar la información de las radiaciones cósmicas requiere de materiales especiales. Un grupo formado por investigadores de Exactas UBA y de otras instituciones trabaja en la búsqueda de memorias útiles para soportar las agresiones de ambientes desfavorables. El desarrollo obtuvo uno de los premios INNOVAR 2012 en física aplicada.
El objetivo apunta alto, al cosmos. Y la consigna es más ambiciosa aún: lograr resguardar con éxito una gran masa de datos de las radiaciones y avatares del Universo, durante el mayor tiempo posible, sin que ocupe demasiado espacio y que pese lo mínimo e indispensable. Se trata de diseñar una memoria para ser usada en satélites, y un equipo argentino se encuentra tras ello. Es más, su proyecto ya ha logrado premios.
“Estamos trabajando, particularmente, en memorias resistivas. Se busca que sean más densas, que consuman menos energía, que sean más rápidas”, señala el físico Carlos Acha de Exactas UBA, y enseguida agrega: “La idea no es competir con aquellos que apuntan a hacer memorias para usos masivos, como reemplazar los discos rígidos en computadoras. Donde creemos que podemos hacer una diferencia es en generar memorias para medios hostiles, que se adaptan a ambientes con grandes saltos de temperatura y, resistentes a la radiación que daña las memorias usuales que se utilizan en los satélites”.
Tras esta memoria memorable, Acha -director del Laboratorio de Bajas Temperaturas del Departamento de Física-, prueba distintos materiales. “Argentina se especializa en dispositivos conformados por junturas de metales con cupratos superconductores o manganitas. Esto no está muy estudiado en otros centros del mundo. Nosotros tomamos este nicho”, acota.
A diario, en el Pabellón 1 de Ciudad Universitaria, un equipo de científicos lleva distintos elementos a condiciones tales que comienzan a responder de modo diferente a lo habitual. “Así como el agua líquida pasa a ser sólida o hielo por el frío, estos materiales pasan de ser un metal normal a convertirse en superconductores por debajo de cierta temperatura”, compara Acha, quien tiene un récord en este campo al lograr que un cuprato sometido a altísimas presiones se haga superconductor a 166º Kelvin, algo así como 107 grados Celsius bajo cero. Muy frío por cierto, pero no tanto como requieren otros materiales.
Metales y óxidos son combinados de modos diferentes y evaluados cada una de sus respuestas. “¿Da lo mismo si le pongo oro o plata, y entiendo por qué es diferente? Una vez que conozco cómo funciona el material, lo someto a radiación y trato de entender qué sucede, qué y cómo cambia”, relata. Tras este proyecto -que mereció el premio Dupont CONICET en 2010 y acaba de recibir uno de los premios INNOVAR 2012 en física aplicada- , el equipo, junto con un consorcio de grupos de otras instituciones (CONICET, CNEA, UNSAM, INTI), busca tener una generación de memoria que guarde en forma permanente información y resista la agresión cósmica.
Ya cuentan con algunos resultados. “Estamos en la etapa de buscar producir los dispositivos de manera que su respuesta sea siempre igual, es decir, manejar todos los parámetros relevantes. Saber cómo hacerlo, y llevar el estado del arte a lo mejor que se pueda hacer, es decir que funcione con la menor energía posible, con la mejor reproducibilidad, que se pueda hacer pasar la memoria de un estado a otro unas 10 millones de veces”. Para tener una idea de qué se trata, Acha recuerda que en 1994, los pen drive (memorias portátiles) funcionaban unas 10 mil veces y, ahora lograron llevarlos a 100 mil.
La demanda es insaciable. “Cada año y medio se venía duplicando la densidad de la información guardada en las memorias. Esa ley está saturando porque con los dispositivos actuales (flash) no se puede avanzar más en mejorar la memoria del celular o del pen drive. Se está llegando a su límite. Es por esto que se están buscando otros mecanismos y otros materiales”, concluye.