Un trabajo experimental realizado con sujetos humanos confirma lo hallado previamente en cangrejos: el estrés antes de un recordatorio inhibe la expresión de la memoria, pero ésta puede reactivarse. Se confirma así que, aunque no se exprese, la memoria está.
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Lo inesperado juega un rol fundamental a la hora de aprender algo nuevo o de consolidar un recuerdo. Un error de predicción puede “abrirnos la cabeza” y modificar nuestras memorias. Un equipo interdisciplinario de investigadores apunta a aprovechar ese conocimiento para tratar trastornos de ansiedad y, también, el deterioro cognitivo leve, que puede llevar al Alzheimer.
La respuesta intuitiva sería "nada". Sin embargo, estudios recientes demuestran que comparten una parte importante del cerebro llamada "centro de memoria de orden superior". El hallazgo es una evidencia de que el sistema nervioso de diversos grupos de seres vivos tuvo un origen evolutivo común.
Los recuerdos, aunque olvidados, pueden reactivarse y ello se evidencia si los sujetos muestran sorpresa ante una situación inesperada. Lo interesante es que esa persistencia de la memoria tiene un correlato en las neuronas.
No sólo las memorias recientes, sino también las de larga data pueden modificarse o reforzarse. Asimismo, una memoria es más perdurable si se genera en una situación de estrés. Son algunas de las constataciones realizadas en experimentos de aprendizaje con voluntarios.
Al aprender palabras nuevas, las personas recuerdan mejor el significado que el nombre de la palabra. Es que el cerebro los procesa de manera diferente. Los investigadores utilizan la electroencefalografía para identificar los mecanismos cognitivos subyacentes. Los resultados podrían aplicarse en la educación.