Científicos argentinos detectaron que, cuando se atesoran memorias que perdurarán en el tiempo, queda una marca en los núcleos de las neuronas. El estudio realizado en animales en Exactas-UBA muestra que, en cambio, cuando se trata de un recuerdo efímero, no deja ningún rastro.
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Investigadores de Exactas y de la Universidad Andrés Bello, de Chile, demuestran en pruebas con seres humanos que, aunque un sujeto afirme no recordar algo, esa memoria persiste y puede reactivarse. En consecuencia, la expresión y el atesoramiento del recuerdo constituyen mecanismos separados. Se publica en Neuroscience.
Poco a poco, empiezan a develarse los mecanismos a través de los cuales se forman nuestros recuerdos. Los resultados de las investigaciones demuestran que la memoria no es indeleble, sino que puede alterarse y, por lo tanto, ser mejorada o, incluso, borrada. El conocimiento alcanzado en este campo permite imaginar un sinnúmero de potenciales aplicaciones.
Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA determinaron que el cangrejo puede generalizar una experiencia a otras similares.
A raíz de necesidades del Parque de la Memoria –vecino a Ciudad Universitaria– el Departamento de Computación de Exactas encaró el desarrollo de las bases de datos que reúnen la información de las víctimas del terrorismo de Estado. Un trabajo conjunto con resultados que ya están a la vista.
Nuestra memoria selecciona algunos recuerdos que archivará para siempre y otros sucesos que pasarán al olvido. Dilucidar por qué recordamos algunas cosas y olvidamos otras es parte fundamental del trabajo que realizan los investigadores del Grupo de Sistemas Adaptativos e Imaging que dirige el doctor Alejandro Delorenzi.