Inserción laboral de científicos

Mucha química

Marcelo Farrán empezó su licenciatura en Química en los 80. Cuando todavía era estudiante creó un pequeño emprendimiento. Hoy en día, esa iniciativa se convirtió en uno de los laboratorios de análisis industriales más importantes del país. En esta entrevista, destaca los avances en la relación entre ciencia e industria y afirma que el sector productivo va a demandar, cada vez, un número mayor de químicos.

21 Mar 2012 POR

– ¿Cuándo empezaste la carrera?

– Yo me recibí de Técnico Químico en la Escuela Longobardi de Avellaneda y tuve que hacer el último curso de ingreso antes de que se pusiera en marcha el CBC. Empecé en el 84 y enseguida entré en Molinos Río dela Plata, así que fui haciendo las materias de a poco, porque siempre tuve que estudiar y trabajar al mismo tiempo.

– Mientras estudiabas, ¿evaluaste la posibilidad de dedicarte a la investigación o no te interesaba?

– Al principio me imaginaba siendo un científico académico. Además, cuando empecé a trabajar en la industria fue un poco decepcionante porque en esa época no se invertía nada. Hasta que en un momento, allá por fines del 91, con un grupo de amigos, que éramos todos químicos, empezamos con la idea de armar un laboratorio propio. Arrancamos de una manera muy “romántica” poniendo azulejos en una habitación de la casa de la madre de un amigo y armando unas mesadas muy precarias. Con cero capital y mucho ingenio.

– ¿Con qué tipo de trabajos empezaron?

– Se había presentado la posibilidad de analizar grasas y harinas a gente que tenía emprendimientos familiares de fabricación de galletitas y otros productos. Así empezamos. Con el tiempo pasamos a dedicarnos más fuertemente a todo lo relacionado con el medio ambiente, que fue una temática que surgió con mucha fuerza. Con los años fuimos creciendo e incorporando equipamiento. Hubo un punto de inflexión muy importante cuando, en el 2001, mientras el país se caía a pedazos, nosotros nos fusionamos con otro laboratorio de tres químicas que habían trabajado en YPF. Hoy somos 6 socios, todos químicos, y en el laboratorio trabajan 140 personas. Somos considerados el laboratorio ambiental más capacitado del país. Tenemos sedes en Salta, San Juan, Neuquén, Chubut y otra armándose en Santa Cruz. Nuestros equipos nos posibilitan hacer análisis que antes se tenían que derivar al extranjero, en ámbitos como la minería, los hidrocarburos, las papeleras.

– ¿Cómo ves la interacción actual  entre el sector científico y el ámbito productivo?

– Yo creo que, por primera vez, se ha planteado una política de Estado en relación con el  desarrollo tecnológico del país. Podrá venir el presidente que sea pero yo creo que ninguno va a querer pagar el costo político de eliminar un Ministerio de Ciencia y Tecnología. Te puedo decir que personas a las que hace unos años había ido a ver a Canadá, o a Francia, que estaban trabajando en empresas o haciendo un posdoctorado, hoy en día trabajan en Argentina. Actualmente se ve la unión de esfuerzos entre la parte académica y el sector privado. Nosotros trabajamos con muchas universidades, brindamos apoyo al INTI, ala CNEA, a muchos otros institutos y también trabajamos conla UBA.

– ¿Creés que desde las universidades se están acompañando estos cambios y que se visualiza al sector privado como una probable salida laboral para sus egresados en Química?

– Yo creo que en la medida en que este proceso continúe y se sigan creando empresas de base tecnológica cada vez habrá más fuentes de trabajo para los egresados de las carreras de Exactas en el ámbito privado. Actualmente nos cuesta encontrar un licenciado en Química para incorporar y veo que muchos de ellos están ubicados en buenos puestos laborales. Yo creo que si este camino se mantiene, esta situación se va a profundizar.

– ¿Pueden llegar a faltar químicos?

– Sin dudas. A nosotros ya nos está costando y, asombrosamente, recibimos muchos curriculum de profesionales de otros países de América Latina. Creo que estamos cerca de que se produzca un cuello de botella. Me parece que hace falta encontrar la manera para volver a despertar el interés de los chicos en la química. Que sepan que la química no desapareció, muy por el contrario, está en todos lados, desde un LCD, hasta en una célula trabajando para producir una proteína.

– ¿Nunca te dieron ganas de volver a la Facultad para investigar o dar clase?

– Sí, pero nunca tuve tiempo. Nos gustaría hacer algún acuerdo para que vengan alumnos a formarse acá, que hagan alguna práctica, que puedan conocer que en Argentina hay equipos de última generación a nivel mundial. Acá tenemos los mismos equipos que aparecen el laboratorio de la película Avatar.

– ¿Que le dirías a un chico que está en primer o segundo año de Química y que tiene dudas en relación con su futuro laboral?

– Le diría que en este momento las condiciones son inmejorables porque el país necesita mucha gente que largue la Play y que agarre un poco más un soldador y un tubito de ensayo. Ahora hay muchas fuentes de trabajo que antes no había. En la época en que volvió la democracia a mí me decían: “Mirá, si los 60 dólares que te pagamos no te sirven afuera hay cien personas que están esperando un trabajo como el tuyo”. Hoy en día la cosa cambió, se está apostando mucho más a la tecnología. No estamos pensando si tenemos que irnos del país porque acá ya no hay oportunidades. Hoy la industria necesita de los químicos, de los físicos, de los geólogos. Están dadas las condiciones para que quienes estudian esas carreras puedan desarrollar todo su potencial.