Un proyecto para frenar el ajuste
La Comisión de Ciencia y Técnica de Diputados le dio curso a un proyecto de financiamiento para el sistema científico que propone llegar a un piso mínimo del 1,5 por ciento del PBI. En una reunión muy concurrida en la que participaron prestigiosos científicos y representantes de los investigadores del CONICET, entre otros, se plantearon los problemas centrales por los que atraviesa el sector y la necesidad de evitar su vaciamiento.
Desde las cuatro de la tarde del martes 27, en las puertas del edificio anexo de la Cámara de Diputados de la Nación, ya se podía anticipar que la reunión de la Comisión de Ciencia y Técnica sería muy concurrida. Es que, desde las últimas semanas, impulsado por el colectivo Ciencia y Técnica Argentina (CyTA), circuló la convocatoria para asistir a la reunión y expresar ante los legisladores la acuciante situación del campo científico junto con un petitorio para acompañar el reclamo que reunió más de 2500 firmas.
La jornada tuvo dos instancias, una primera en donde prestigiosos exponentes como Dora Barrancos, Alberto Kornblihtt y Ernesto Calvo, entre otros, explicitaron los motivos del reclamo y de la necesidad de garantizar y reforzar el financiamiento para el sector; y una segunda en donde, ya con los diputados presentes, se dio curso a discutir los tres proyectos que se habían presentado.
Después de poner en común y debatir los puntos centrales de cada uno, se le dio dictamen positivo al proyecto presentado por el diputado Eduardo De Pedro, del bloque FPV. Los otros, también de diputados del mismo bloque (uno de la presidenta de la Comisión de Ciencia y Técnica, Daniela Castro, y otro del diputado Luis Bardeggia), diferían en la forma de garantizar el financiamiento aunque compartían el hecho de asegurar un piso mínimo y un aumento progresivo del presupuesto.
El proyecto que se enviará, ahora, a la Comisión de Presupuesto, propone alcanzar el 1,5 por ciento del PBI para el año 2030. Para ello, se establece un aumento progresivo año a año que impide que lo asignado sea menor a lo que corresponde para el año en curso según esta planificación. Así, para el 2018 se propone que el presupuesto destinado al sector no sea menor al 0,49 por ciento del PBI, lo que implica una suba de más del 70 por ciento sobre lo que el gobierno nacional le destinó este año. Además, el proyecto prevé una cláusula para que se asegure el financiamiento aún si hubiera contracción del PBI.
También se elevó una propuesta del mismo diputado que busca garantizar una ampliación progresiva anual en los ingresos de becarios del CONICET, lo que significaría que para el próximo llamado pudieran ingresar más de 1.000 investigadores.
El recorte presupuestario hacia el sistema científico comenzó a impactar fuertemente desde el año pasado. Su punto de ebullición fue el estallido del conflicto en el CONICET, en diciembre, cuando se dejaron afuera del ingreso a carrera a 500 becarios investigadores. A este conflicto se le sumó un recorte presupuestario del 30% para el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MINCyT) y el reciente decreto 409/2017 que le quita diversas academias de ciencia al MINCyT para pasarlas a la órbita del Ministerio de Educación y Deportes, lo que hace pensar en un posible desmantelamiento de la cartera de ciencia.
En esta línea se manifestó el precandidato a diputado por la Ciudad de Buenos Aires, Daniel Filmus, al decir que hay un intento de destrucción del Ministerio de Ciencia y Tecnología. “Conocemos los documentos que se están planteando”, aseguró. “Fue lo primero que hizo Temer al asumir el gobierno en Brasil y también lo que hizo el Partido Popular en España, se trata de una receta neoliberal”. A su vez, destacó que este reclamo no es una lucha corporativa de un sector. “Estamos peleando porque la ciencia y la tecnología sirven para el desarrollo autónomo de un país soberano”, remarcó.
Por su parte, Guido Giorgi, delegado de la Red Federal de Afectados por el ajuste al CONICET, que reúne a 22 asambleas de base de todo el país, se refirió a la situación de incertidumbre por la que atraviesan los casi 500 becarios del famoso conflicto: “Actualmente estamos bajo un acta acuerdo que fue la condición para levantar la toma en diciembre. Establecía la reubicación de los becarios en universidades nacionales, organismos de ciencia y técnica, incluyendo el CONICET, y empresas tanto privadas como estatales”, explicó, y sentenció: “Al día de hoy estamos bastante preocupados porque no hay un vínculo real de diálogo entre los afectados y ninguna de las instancias del Estado que deberían ocuparse de nuestra situación”.
En diálogo con NEXciencia, Roberto Salvarezza, actual precandidato a diputado nacional por Unidad Ciudadana, y anterior presidente del CONICET, calificó negativamente a la gestión actual del organismo. “Las políticas del gobierno nacional han desorganizado a la institución”, sentenció. “El hecho de recortar en un 50 por ciento el ingreso a carrera, sin pensar qué hacer con quienes se quedaban afuera, y luego del conflicto firmar un acta para ver a dónde se los coloca, da muestras de las desprolijidades que están ocurriendo”.
El científico también manifestó su preocupación por la política nacional en materia de ciencia y técnica. “Es inconcebible que se pretenda que la Argentina del futuro sea la agroexportadora del siglo pasado”. Y agregó: “El futuro era la Argentina tecnológica, la Argentina que complementó las exportaciones agropecuarias con satélites, radares, energía nuclear, avances en investigaciones sobre el cáncer y producción de medicamentos”.
El lugar del conocimiento en la sociedad
A lo largo de toda la jornada, la idea que sobrevoló en las exposiciones fue la necesidad de poner un freno al ajuste y revalorizar, una vez más, al sector científico y tecnológico como clave para el desarrollo del país. Sin embargo, pensar en ese desarrollo y sus implicancias, se vuelve un ejercicio crítico imprescindible, sobre todo teniendo en cuenta un posible Plan Argentina Innovadora 2030 que dé por tierra con los postulados del ya derogado Plan Argentina Innovadora 2020.
Al iniciar la reunión, Dora Barrancos, socióloga y miembro del directorio del CONICET, llamó a “no eliminar la idea de que la ciencia y la técnica significan un compromiso político mayor en nuestra sociedad”. También destacó que instalar esta idea no fue fácil, ya que entre los científicos suele prevalecer la idea de que la ciencia es “incontaminable” y que no se ve afectada por los contextos sociales. “Estamos viviendo un momento aciago -expresó-. Perder la capacidad de que ingresen tantos jóvenes es un retroceso. No somos pocos los que hemos percibido con angustia que muchos jóvenes ya nos dicen que si tienen oportunidades en el exterior, se irán. Y esto será nuevamente una catástrofe”.
En la misma línea se manifestó Ernesto Calvo, director del INQUIMAE e investigador del CONICET, quien hizo alusión al interés público que despertó el reciente premio internacional que recibió junto a su equipo en Holanda por su trabajo sobre la extracción de litio. El científico, que en la tarde de ayer se reunió con el presidente Mauricio Macri y le entregó una carta en la que le pide más presupuesto para ciencia y la continuidad del Plan Argentina Innovadora 2020, afirmó que si no fuera por el desarrollo de la educación pública y el financiamiento por parte del Estado hacia el campo científico, su investigación premiada no hubiera sido posible.
Por su parte, el biólogo molecular e investigador del CONICET, Alberto Kornblihtt, quien también pertenece al colectivo CyTA, expresó que “el país necesita más ciencia y más tecnología para un desarrollo económico y social independiente”. También enfatizó que ese deseo es incompatible con el achicamiento del Estado ya que, como en todo el mundo, la mayor parte de las investigaciones se hacen en instituciones estatales. “El achicamiento en ciencia y tecnología que hemos sufrido es vergonzoso”, sentenció Kornblihtt y cuestionó: “¿Por qué la ciencia y la tecnología, por qué la educación y la salud tienen que pagar con sacrificio las consecuencias de un impresionante endeudamiento como en el que nos encontramos ahora, que no redunda en un mayor consumo ni en un mayor bienestar para la población, sino en una mayor acumulación de sectores particulares?”.
No hace mucho, el historiador Ezequiel Adamovsky declaró públicamente que uno de los problemas que está atravesando el sistema científico y tecnológico nacional es la centralidad que se la ha otorgado a la figura del emprendedorismo. Esto es, la idea de que los científicos se conviertan en emprendedores. Es con esta ideología -así la describió Adamovsky, quien también es investigador del CONICET- que no sólo se viene efectuando un recorte y un vaciamiento preocupante en materia científica, sino que se aboga por orientar la producción de conocimiento científico y tecnológico a temas “estratégicos”, los cuales sólo se ocuparían de las demandas de determinados sectores del mercado. Es sobre esta lógica que se le propone a los científicos comportarse como emprendedores competitivos.
De esta manera, no sólo hay una tensión por el lugar que la ciencia ocupa o debería ocupar en la sociedad, sino también, por su sentido. Esa disputa bien puede resumirse en dos categorías: una ciencia que se interese por la producción de conocimiento y otra que se oriente al desarrollo científico-técnico necesario para acompañar estratégicamente determinado desarrollo productivo. El problema, así planteado por las autoridades del MINCyT, quienes explícitamente defienden esta segunda perspectiva, es que la primera concepción puede contener a la segunda pero eso no ocurre necesariamente al revés.
Así, lo que opera, en el fondo, es una disputa por el lugar del conocimiento en nuestra sociedad. Qué tipos de conocimientos son válidos y legítimos y merecen ser financiados por el Estado. En esa tensión, por supuesto, las más perjudicadas son las ciencias sociales. Pero no sólo ellas, muchas investigaciones orientadas a la ciencia básica también pueden correr la misma suerte.
Para Roberto Salvarezza, el hecho de decidir abruptamente que aumente el cupo de investigaciones en esos temas estratégicos es otra muestra de las desprolijidades de la política científica actual. “Nosotros pusimos los temas estratégicos, los instalamos en mi gestión”, detalló. “Pero para poder instalarlos en una institución que funciona con la excelencia como parámetro y pensar en términos de pertinencia, requería una experimentación en donde los evaluadores y la comunidad científica hicieran un ejercicio. Una cosa es hacer eso con setenta u ochenta personas por año, otra es hacerlo con un incremento en estos temas de casi la mitad de todos los ingresos”. A su vez, el ex director del CONICET explicó que esta cuestión puede acarrear graves consecuencias hacia las ciencias sociales. “Tradicionalmente, el CONICET ha mantenido un equilibrio en todas las ciencias”, sostuvo. “Ahora, si se continúa con esta política, se va a llegar a un desbalance”.
En la misma línea se manifestó Carolina Mera, directora del Instituto de Investigaciones Gino Germani, dependiente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. “Las ciencias sociales estamos participando en la conformación de un país diferente a través de la construcción y producción de conocimiento”, afirmó la investigadora, quien se vió en la necesidad de explicar el sentido de las ciencias sociales ante el ataque mediático que el área ha sufrido durante la toma del CONICET: “Son investigaciones en áreas sensibles, sobre salud, educación, trabajo, vivienda, derechos humanos, de género, que se ven afectadas a partir del ajuste y, concretamente, del desfinanciamiento de proyectos”.
La reunión fue vista como una posibilidad concreta para frenar el ajuste del sector por parte del común de los presentes. Ya con el dictamen favorable, resta que el proyecto se debata en la Comisión de Presupuesto, presidida por el oficialismo para que, de aprobarse, baje al recinto para su tratamiento.