Con calor, hormigas más voraces
Cuando aumenta la temperatura, las hormigas carpinteras, ingieren más velozmente y en mayor cantidad provisiones para llevar al nido. El hallazgo de científicos de Exactas UBA permite afinar aún más el sistema de control de modo ecológico y natural.
Para ciertas hormigas urbanas, la ciudad es como un gigantesco restaurante con un atractivo menú, que resulta más apetitoso aún cuando el ambiente es más cálido. En esas condiciones, estos insectos, de apenas unos pocos miligramos de peso, son más voraces, según recientes estudios de científicos de Exactas UBA, quienes investigan desde hace veinte años todos los detalles de estos pequeños animales a la hora de comer. El dato no es menor porque en base a estos conocimientos de las decisiones que las hormigas toman sobre su alimentación y sus gustos, ellos desarrollan cebos más efectivos y naturales de control para estos seres diminutos. Las hormigas urbanas, además de poder molestar a más de uno cuando invaden la cocina, pueden provocar cortocircuitos eléctricos, carcomer cimientos, causando así daños invaluables a estructuras, y llevar patógenos sobre su cuerpo, lo que podría traer consecuencias graves en lugares sensibles como hospitales.
Entre estas temerarias plagas se encuentra Camponotus mus, más conocida como hormiga carpintera, que es seguida de cerca por Roxana Josens, desde el Grupo de Estudio de Insectos Sociales de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. “A mayor temperatura, estas hormigas succionan más rápido, e ingieren mayor volumen de soluciones azucaradas que les sirve de alimento. Esta información puede ser tenida en cuenta, en especial en determinadas épocas del año, cuando el clima es muy fluctuante y hay días más cálidos que otros, para aprovechar y colocar cebos tóxicos en jornadas de más altas temperaturas pues estos insectos tomarán en menor tiempo, más cantidad de tóxico que llevarán al nido. Una vez ahí, el cebo con el veneno que es llevado en su buche, se regurgita y es distribuido boca a boca entre los miembros de la colonia. Este comportamiento comúnmente está asociado a estimular a otras compañeras recolectoras a que vayan a esa fuente de alimento (con tóxicos) a buscar recursos, es decir a reclutarlas”, señala la especialista, investigadora del CONICET.
Josens desde el Campo Experimental de la Ciudad Universitaria investigó en laboratorio y también en condiciones naturales cómo ciertas condiciones ambientales influyen sobre la actividad de los músculos responsables de la ingestión, lo que se llama: la bomba de succión. “La tasa de ingesta aumentó cuando la temperatura se elevó”, indica el trabajo realizado junto con Agustina Falibene y publicado recientemente en Journal of Insect Physiology. “En resumen, la temperatura ambiental modifica el comportamiento de alimentación y la dinámica de la ingestión al afectar directamente la frecuencia de bombeo”, agrega la investigadora.
Para un mejor control
Desde hace tiempo, el equipo de Josens está orientado en conseguir un tratamiento de control por cebos, efectivo y amigable con el medio ambiente, y ha obtenido resultados alentadores. “Nosotros trabajamos con un compuesto activo letal que se encuentra en la naturaleza y que siendo de muy baja toxicidad para mamíferos, resulta letal para las hormigas”.
Este compuesto se usa en algunas marcas de cebos comerciales que vienen en geles específicos para combatir las hormigas. El gran tema es si estos insectos lo ingieren y lo llevan al nido para que resulte efectivo como forma de atacar a la colonia. “La hormiga puede no aceptarlo, cargar muy poco o muy lentamente, y no reclutar a compañeras para que busquen el mismo gel. Por lo tanto, no se logra que suficiente cantidad del tóxico se distribuya entre las hormigas de la colonia y, por lo tanto, que al cabo de unos días cause una gran mortalidad”, compara la experta.
Tras muchos años de estudiar el comportamiento de las hormigas, ella sabe que no es fácil dar en el blanco. “Si hay mucha disponibilidad de recursos alternativos, tal vez el cebo no es aceptado y no es consumido, y por ende, el control no es efectivo. Buscamos sobe la base de nuestras investigaciones básicas, qué cosas podemos hacer para manipular esa decisión. La idea es que en una circunstancia en que la hormiga no aceptaría un cebo tóxico, cómo hacer para que sí lo tome”, señala. Engañarla no es sencillo, pero el equipo muestra resultados altamente efectivos de control en diferentes casos.
Así como trabajan en afinar el hormiguicida para que sea aceptado masivamente y resulte altamente efectivo, tampoco olvidan el aspecto de cómo lo ingieren, y en qué condiciones lo hacen mejor, de manera de obtener un resultado contundente. En este nuevo paso, confirmaron que a mayor temperatura ambiente, las hormigas obreras succionan más rápido y toman un mayor volumen al finalizar la ingesta. O sea que a la hora de colocar cebos, conviene hacerlo en días más cálidos que fríos. Conocer a fondo estos diminutos insectos demanda un trabajo gigantesco.