Los números del ajuste
El economista Fernando Peirano brindó una charla en Exactas UBA en la que dio a conocer un trabajo que cuantifica con precisión la brusca caída en los recursos destinados a ciencia y tecnología para el año 2017. El estudio revela que el área necesita un refuerzo presupuestario de 5671 millones de pesos sólo para sostener sus ingresos reales en el mismo nivel que en 2016. La cifra demuestra que el incremento de 1.290 millones aprobado en Diputados es insuficiente para sostener el sistema tal como funciona en la actualidad.
En el marco del conjunto de actividades que diferentes sectores de la comunidad científica están realizando para denunciar y revertir el millonario recorte de fondos que prevé para 2017 el proyecto de presupuesto enviado al Congreso por el gobierno de Mauricio Macri, un grupo de departamentos docentes de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA convocó a un economista para que brinde detalles acerca del ajuste en los recursos para el área y las implicancias que tendrá para su funcionamiento.
El experto convocado fue Fernando Peirano, economista especializado en desarrollo industrial e innovación, que se desempeñó como subsecretario de Políticas del Ministerio de Ciencia entre 2011 y 2015.
El encuentro tuvo lugar en el Pabellón II de Ciudad Universitaria. Durante poco más de una hora, Peirano fue desgranando un minucioso trabajo de análisis presupuestario para una atenta audiencia de docentes, alumnos e investigadores que colmó la capacidad de la sala, preocupados porque no se repita una historia que, no mucho tiempo atrás, puso en riesgo la propia subsistencia de un sistema de ciencia y tecnología en nuestro país.
El informe, elaborado por Peirano con un grupo de colaboradores, cobra especial importancia dado deja al desnudo el grosero recorte de fondos que el gobierno nacional dispuso para el sistema de ciencia y tecnología en el proyecto de presupuesto y, también, pone de manifiesto la insuficiencia de los recursos incorporados por la Cámara de Diputados que no alcanzan para asegurar un normal funcionamiento del área en el nivel de excelencia alcanzado en los últimos años.
Gobierno manos de tijeras
En el comienzo de su exposición, Peirano dejó en claro las inevitables limitaciones que tiene un análisis de recursos basado en lo que se establece en el presupuesto dado que, en un contexto de alta inflación y déficit fiscal creciente, las previsiones del gasto público y endeudamiento, difícilmente se cumplan. «De todas maneras, en ausencia de otros instrumentos de planificación, el presupuesto es el único recurso que tenemos para anticipar el rumbo que tomará el Estado», explica y completa, «es una herramienta importante porque nos permite ver las prioridades que un gobierno fija para un año determinado».
A partir de allí, el economista fue exhibiendo una sucesión de cuadros con los cuales fue precisando el alcance del recorte de fondos que el presupuesto prevé para el área de ciencia y tecnología para el próximo año. En primer lugar, tomando globalmente lo que se llama «finalidad función ciencia y tecnología», que agrupa instituciones y programas repartidos en nueve ministerios, los fondos previstos para el 2017 representan, teniendo en cuenta la inflación, una pérdida de un 10% de su poder adquisitivo en relación a lo asignado en 2016.
«El indicador que elijan apoya esta conclusión: hay menos plata en términos reales para el año que viene que la que hubo este año. Y este no fue un año maravilloso como para tomar de referencia. Pero, lo concreto es que sabemos que en el 2017 vamos a estar un poco peor que en 2016. Esto es firme y definitivo», sostuvo Peirano.
La situación es aún más difícil si se hace foco específicamente sobre la jurisdicción del MINCyT. Allí los recursos disponibles serán inferiores, para el conjunto de reparticiones que engloba, en un 20% inferiores, en términos reales, a los presupuestados para este año. Esta es una situación muy difícil de revertir si se tiene en cuenta que en 2016 los refuerzos para el área sólo sumaron un 5,8% adicional al presupuesto original.
El ajuste será particularmente pronunciado en la Agencia, con una caída real del 60% de sus fondos. Para el MINCyT en sí, la caída real de recursos alcanza el 56%. Pero, además, algunas áreas del propio Ministerio recibirán, directamente, una cantidad de dinero inferior a la que tenían para este año. En esa situación aparece el Centro Cultural de la Ciencia (C3) que cae de 66 a 49 millones; el Banco Nacional de Datos Genéticos de 42 a 38 millones; el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología, de 267 a 40 millones, y la Biblioteca Electrónica, de 380 a 112 millones.
“Se trata de recortes muy fuertes. Piensen que a esta disminución absoluta hay que agregarle el 40% de inflación”, se preocupó Peirano y precisó, “el tema de la Biblioteca Electrónica es muy inquietante porque la devaluación le pega de manera directa ya que hablamos de contratos en dólares. Las autoridades del Ministerio van a tener que hamacarse mucho para ver cómo llenan este agujero. Ahora, ¿se va a cortar la biblioteca? No. Se le va a ir pagando algo a los editoriales, se van a ir estirando los plazos, como ocurre con cualquier proveedor. Pero se va a generar una deuda que pasa a 2018. Y empieza a armarse una rueda que no se sabe adónde termina”.
Agencia, CONICET, ¿y después?
Otra de las maneras para medir el ajuste es observar la participación del MINCyT (incluida la Agencia) y el CONICET en el total de presupuesto nacional (ver recuadro). Desde este punto de vista, la caída del Ministerio es drástica ya que se desploma del 0,19% de 2016, al 0,09% en 2017, cuando, por ejemplo en 2014 había alcanzado 0,24% del presupuesto nacional.
Este recorte impacta de lleno, por ejemplo, en los aportes del Tesoro a los fondos fiduciarios que gestiona la Agencia. Así, los recursos destinados a la promoción científica y tecnológica que cubren los créditos FONTAR bajan de 234 a 86 millones de pesos. Estos son dineros destinados a las pymes que quieren innovar incorporando tecnología y generando empleos de calidad. A su vez, los recursos para promover a la industria del software disminuyen de 35 a sólo 9 millones de pesos.
“Esto no significa que al gobierno no le importa el software sino que está pensando en reemplazar al MINCyT por el Ministerio de la Producción como el organismo para impulsar esa agenda. Esta modificación implica un cambio de eje donde el investigador y el conocimiento científico pierden protagonismo frente a la innovación y los emprendedores. Detrás de esta decisión se esconde una idea de que en Argentina existe una brecha entre la tecnología que usamos y la que está disponible en el mundo. Según esta mirada, lo que hay que hacer es facilitar la llegada de esa tecnología y adaptarla al medio local. Los emprendedores son los que van a llevar a cabo esa tarea. Esto implica que en lugar de promover el desarrollo local vamos a impulsar la importación de herramientas y soluciones creadas en otros lugares del mundo”, describe Peirano con desazón.
A diferencia de lo que ocurre con el MINCyT, el CONICET mantiene en 2017 su participación en el presupuesto nacional en el 0,43%, el mismo nivel que en 2016. Incluso, en términos reales, sus recursos aumentan levemente, un 3%, convirtiéndose en la única de las grandes instituciones del sistema nacional de ciencia y tecnología que no es víctima de recortes. Sin embargo, este pequeño incremento no alcanza para garantizar el cumplimiento del Plan Institucional 2015-2019, acordado con el Ministerio, que prevé un incremento anual del 10% en su planta.
De hecho, el proyecto contempla una reducción del 25% en las becas de doctorado, que pasan de 3.500 en 2016, a 2.630 para 2017. En este escenario, los ingresos a carrera de Investigador quedan en zona de incertidumbre. En 2016, de los 800 lugares previstos, sólo 100 entraron en los plazos fijados originalmente, para el resto hubo que establecer un cronograma especial y, al día de hoy, todavía queda un número importante de casos pendientes. «Para el año que viene tenemos que pensar en sólo 550 o 600 ingresos a carrera. Es una caída importante. Además, esto es una rueda porque la gente que no ingresa un año se vuelve a presentar al siguiente. Y, con el tiempo, se va generando un efecto bola de nieve», reflexiona Peirano.
Asimismo, la escasez de recursos hace que el 96% del presupuesto del CONICET esté destinado a salarios, lo que afecta gravemente la capacidad de la institución para financiar proyectos, comprar equipos, realizar nuevas obras o refacciones. La situación puede incluso comprometer su desempeño operativo.
De acuerdo con el informe, el ahogo presupuestario perjudicará a la mayoría de las instituciones emblemáticas del sistema: el INTA tendrá una pérdida real de recursos del 17%; la CONAE, del 34%; el INTI, 17%; CNEA, 8%, y ANLIS 1%. Sólo se salvan del ajuste el SEGEMAR (Servicio Geológico Minero Argentino) que pasa de 228 a 504 millones de pesos, y el Instituto Geográfico Nacional que crece de 164 a 255 millones.
El número de oro
Luego de realizar el repaso por la crítica situación que enfrentarán distintas instituciones, llegó el momento de expresar en un número el golpe que recibirá el conjunto del sistema de ciencia y tecnología de aprobarse el proyecto de presupuesto tal como fue enviado por el Poder Ejecutivo al Congreso. Para Peirano, se necesitan, por lo menos, 5671 millones de pesos adicionales para que el conjunto del área tenga, en 2017, apenas la misma capacidad económica que en 2016. Ahora, si lo que se quiera es sostener el crecimiento del sistema a tasas similares a las de años anteriores, el desfasaje se amplía hasta los 7.415 millones de pesos.
Dado que se trata de números muy grandes, difíciles de dimensionar, Peirano recurrió a una figura para que todo resulte más claro. «Si imaginamos que todo el presupuesto se resume en un billete de 100 pesos, lo que le estaría faltando a la ciencia es el equivalente a una moneda de 25 centavos. Esa es la proporción. Es decir que están afectando numerosos programas en marcha, achicando una rueda que venía andando muy bien y era elogiada por todos, por un valor equivalente a una moneda de 25 centavos. Quiere decir que mejorar esta situación no pone en riesgo la situación fiscal del Estado», sentenció.
De no conseguir que el Congreso otorgue este refuerzo presupuestario, el ajuste en los recursos provocará una serie de consecuencias negativas para el sistema: se regeneran las condiciones para un nuevo ciclo de “fuga de cerebros” por el deterioro salarial, la falta de obras de infraestructura y la escaza modernización de los equipos; se profundizará el bajo nivel de inversión por investigador, una vieja debilidad del sistema; la política científica y tecnológica comenzará a adquirir un carácter defensivo en lugar de avanzar para tener un impacto contundente en el desarrollo del país; el sistema se volverá a volcar sobre sí mismo cortando lazos con provincias y el ámbito productivo; quedará cada vez más lejos la promesa de campaña de llevar la inversión en I+D al 1,5% del PBI para el 2019.
Para finalizar, Peirano realizó una última reflexión: “Creo que la situación es lo suficientemente grave como para preocuparse y para, en lo inmediato, movilizarse y hacerle entender a los legisladores que es muy importante que esa ‘moneda’ llegue al sistema”, manifestó y, en seguida, lanzó una propuesta para el mediano plazo: “Sería muy positivo lograr que el Congreso vote una ley de presupuesto plurianual hasta 2030 que establezca un incremento gradual para el área, lo que daría previsibilidad a todo el sistema. Si todos los partidos dicen estar de acuerdo con la importancia de la ciencia y la tecnología, no veo por qué no la habrían de aprobar”, señaló, tal vez, con algo de ironía.